A comienzos de mes, Apple TV + estrenó Dr. Brain, serie que llega con la pompa de ser la primera serie original de Corea del Sur para la plataforma de streaming. Su protagonista es Sewon Koh (Lee Sun-kyun), un sujeto que desea comprender como trabaja la memoria y los pensamientos de las personas. Cabe decir que esa parte del profesional es distinta a la del resto de los humanos, es una supercomputadora en capacidad de análisis, pero no tiene capacidad de demostrar emociones. Ni siquiera cuando las muertes y tragedias lo acosan desde su niñez. Al suicidio de su madre se le suma un accidente en el que falleció su hijo y dejó a su esposa en coma. El modo de procesar semejante duelo será adentrándose en una investigación que implica el escaneo y trasplante de las experiencias de personas muertas. El propio Sewon será el conejillo de indias de estas “sincronizaciones cerebrales” que vienen con letra chica. El personaje irá adquiriendo el carácter de los fallecidos y tendrá complicaciones en eso de distinguir lo real de lo imaginario.
“Es un personaje muy inteligente que no puede sentir emociones, por lo que como actor fue un enorme desafío interpretarlo porque soy bastante franco y expresivo. No pienso en cómo funciona mi cabeza, a diferencia de Sewon. El aprendizaje entonces fue el de encarar sus no reacciones frente a lo que le sucede”, aseguró el actor en una conferencia de prensa de la que participó Página/12 donde, a su vez, dio su punto de vista sobre las claves de la “ola coreana”. “Son varias y están entrelazadas. Está la curiosidad, la novedad y frescura para el resto del mundo. El espectador occidental siempre puede encontrar en nuestros relatos algo con lo que identificarse más allá de su raíz asiática. Los creadores surcoreanos se esfuerzan al máximo porque saben que ahora son más observados por una audiencia global”, aseguró Lee quien fue parte de Parasite (encarnó al padre de la familia rica).
La expectativa que rodeó el estreno de esta serie se explica por el listón que supuso la película de Bong Joon-ho y ese otro fenómeno global llamado El juego del calamar. La disección de lo truculento y el amor por el desconcierto es el hilo rojo que une a todas estas producciones hechas en Corea del Sur. Aunque donde su paisana de Netflix apostaba por el efectismo gore, esta serie campea géneros en cada uno de sus episodios con un temple y riesgo desbordantes. “El tono es bastante consistente. Se trata de un thriller de misterio. Pero a medida que desarrollaba el concepto quise abordar muchos géneros a la vez. Hay cosas de acción, sci-fi, drama humanista. Y todo lo que he hecho en mi carrera: horror, gore, humor negro, western o film noir. Creo que encontrás todo eso en esta serie. Sumaría hasta el coming of age por el modo en que Sewon empieza a descubrir emociones que antes tenía prohibidas. Es un paquete entero de múltiples géneros”, planteó su creador, Kim Jee-woon (The Good, the Bad and the Weird y A Tale of Two Sisters). El hombre a quien en su país lo llaman, con bastante lógica, el maestro de los géneros, a la hora de definir esta hibridez habla de “persecución mental o de rastreo de la memoria”. Son seis episodios con tantos géneros y estilos como las neuronas y conexiones que hay en un cerebro.