Esta vez hubo encuestas pero nadie las mostró. Había que otear las caras en los dos búnker. Juntos por el Cambio festejó sin entusiasmo y el Frente de Todos festejó, pero no un triunfo, sino un repunte. El ganador no logró un voto más de los que viene sacando desde las presidenciales de 2019, en las que perdió. Después de una pandemia mundial que impidió que cumpliera el programa que había presentado en 2019, el Frente de Todos perdió votos pero quedó a tiro para dar pelea.
Los candidatos del frente trotsquista y la ultraderecha neoliberal de Avanza Libertad tienen para festejar más que las dos grandes fuerzas que hegemonizaron la disputa. Tuvieron buenos resultados, algunos mejores que los de las PASO, sorprendentes como el de Javier Milei en Buenos Aires y el del frente izquierdista en Jujuy.
Los resultados generales no ameritan cambios tremendos en las dos alianzas más grandes. El voto a Milei es un retroceso ciudadano, anticivilizatorio, una verdadera vergüenza para la ciudad de Buenos Aires. Son candidatos antiderechos humanos, antisolidarios y antidemocráticos. Hay votos de Juntos por el Cambio que fueron hacia la ultraderecha. No fue buena la elección de Juntos por el Cambio en CABA con la candidatura de María Eugenia Vidal, ya que esperaban superar el 50 por ciento.
El peor momento para el gobierno fue después de las PASO, donde dirigentes de la alianza de la derecha y las corporaciones mostraron su intención de pasarle con una topadora y no dejar ni las migas de la alianza popular. Salió a relucir, incluso, en algunas declaraciones, la intención solapada de obstaculizar y hostigar al oficialismo para adelantar el retiro del gobierno al estilo de lo que pasó en Brasil con Dilma Rousseff.
Las grandes corporaciones mediáticas que respaldan al macrismo pintaron un escenario de vacío de poder y fisuras profundas en la alianza que gobierna, un cuadro crítico con el país al garete. Hubo rebelión de las grandes corporaciones contra el gobierno cuando decretó el congelamiento de precios. Y presiones para provocar una devaluación que terminara de fundir el bolsillo popular. Mauricio Macri rompió la veda electoral cuando fue a votar y declaró a los medios que ellos iban a “garantizar una transición ordenada”.
Pero el gobierno pasó de cifras demoledoras en las PASO a una diferencia que no lo saca de carrera. Se le abren dos años donde no necesita inventar nada, sino simplemente aplicar el programa que propuso en 2019 y elevar la calidad de vida de una población muy golpeada por la doble desgracia que implicaron para el bolsillo ciudadano las políticas económicas del macrismo y los efectos posteriores de la pandemia.
La situación es tan pareja que resulta muy difícil hacer proyecciones para la presidencial futura. Los votos de Milei irán para el candidato del macrismo, pero el Frente de Todos tiene espacios de alianza en gobiernos provinciales.
El resultado deja una paridad muy fuerte en el Congreso y abortó las ilusiones de un sector de la derecha, agrandado tras las PASO, de salida anticipada del gobierno o de golpe blando. De la misma manera permitió que el presidente Alberto Fernández hablara en tono muy calmado, después de que se conociera el resultado, planteando la convocatoria a un acuerdo político. Horacio Rodríguez Larreta también aludió en forma positiva a la posibilidad de efectuar un acuerdo.
El resultado habilitó esta convocatoria y al mismo tiempo le puso un límite a cualquier exigencia de ajuste por parte del Fondo Monetario. El planteo siempre ha sido no achicar los presupuestos sino aumentar la recaudación. Es lo que significan en el Presupuesto las consignas de que no se pagará con el hambre del pueblo o, como fue la consigna del acto: primero se crece y después se paga. Pero una de las condiciones del Fondo es que el acuerdo sea refrendado también por la oposición para que sea sustentable más allá de los cambios políticos.
La contracara, el ajuste encubierto que desvela a algunos, sería suicida después de estas elecciones donde la sociedad expresó sobre todo el malhumor por la situación económica que llevó a que más del 40 por ciento de los argentinos quedara por debajo de la línea de pobreza. En cambio, tiene en perspectiva la posiblidad de aprovechar el rebote de la economía para crecer. Es un camino que ha empezado a recorrer y que le dio buenos resultados.