"Para los próximos meses, de sostenerse las condiciones ambientales actuales de aguas bajas y escasas precipitaciones, junto al aumento de la temperatura, el peligro de ocurrencia de incendios será alto", advierte un reciente informe del Ministerio de Ambiente en relación a la situación de la región del Delta e Islas del Paraná.
En diálogo con Página/12, Ernesto Massa, investigador del INTA Paraná, especialista en la problemática del fuego y coautor del documento, destaca que “con respecto a la situación del año pasado, es positivo que haya una mayor sensibilidad social y atención sobre este tema. Pero es necesario avanzar en más acciones de prevención, evaluar cuánta hacienda es sostenible según las características de cada lugar y de qué manera se organiza el pastoreo para controlar el material combustible".
Según los últimos datos oficiales, entre enero y fines de octubre se quemaron 273 mil hectáreas en todo el país. El dato está muy lejos de las casi 890 mil hectáreas que se habían afectado a esta altura de 2020, aunque el reporte de los últimos meses es todavía preliminar. Por su parte, el sistema de monitoreo de incendios que realiza el Museo Scasso para la zona del Delta del Paraná revela que este año es el segundo en mayor cantidad de focos de incendios desde 2012, detrás del 2020. El número más alto de focos de calor se verificó en agosto.
El Delta del Paraná es una de las regiones más afectadas por los incendios en un contexto climático cada vez más extremo. El año pasado, esta región explicó el 46 por ciento de los incendios forestales del país, un total de 487 mil hectáreas según el informe de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).
Razones
"La región del Delta e Islas del Paraná registra desde inicios de 2020 y hasta la fecha la mayor y más extensa bajante histórica del Río Paraná de las últimas décadas. En este contexto, grandes superficies de humedales se encuentran secos y con alta disponibilidad de biomasa y material combustible", indica el informe de Ambiente.
Massa describe que “los humedales tienen en sus zonas bajas suelos orgánicos, a diferencia del suelo inorgánico, con mayor presencia de minerales, que hay por ejemplo en la Pampa Húmeda. Cuando hay bajante, los suelos orgánicos se apelmazan y generan gran cantidad de combustible. Son entre 30 y 40 centímetros de capa orgánica y combustible fino de muy fácil inflamabilidad y que rápidamente adquiere gran temperatura. Cuando está bajo agua, se produce biomasa y cuando está fuera del agua, eso empieza a quedar tendido en el sustrato y ante condiciones de bajas temperaturas empieza a secarse. Es una enorme masa de carbono fijada por la vegetación que se libera al momento del fuego”.
Es un caldo de cultivo en el cual una chispa desencadena un incendio sin control. En este punto juega un rol la llamada ganadería de isla, que creció desde mediados de los '90 cuando la mejora en la productividad del agro junto al boom de los precios de los commodities desplazó la hacienda de los campos tradicionales. Esta actividad llegó a un máximo de alrededor de 1,5 millón de cabezas antes de la crisis internacional subprime de 2008. Actualmente en las islas habría un stock de ganado de 700 mil cabezas.
Tradicionalmente, la ganadería usa el fuego para aprovechar el rebrote. También se utiliza para abrir caminos. “Pero no es lo mismo hacerlo en un ecosistema que está vacío de agua como sucede ahora. El problema es que se mantienen las prácticas de fuego en la ganadería en un contexto ecosistémico cada vez más sensible. Y esto llegó para quedarse, porque se espera que la situación climática global impacte en el Delta a través de períodos de enormes crecidas, que elevan la productividad del humedal, y luego bajantes muy fuertes, como la actual, que deja el material al descubierto”, advierte el técnico del INTA.
“Desde prácticas de un sector de los ganaderos sin debidas acciones de prevención hasta quemas intencionales sin objetivos productivos, el problema va a seguir estando porque hay una utilización del fuego en un contexto climático cada vez más caliente y extremo”, agregó.
Massa considera que "con respecto a la situación del año pasado, es positivo que haya una mayor sensibilidad social y más atención sobre este tema. Los gobiernos avanzaron con costosas acciones de supresión pero no de prevención, que son indispensables. Es necesario evaluar cuánta hacienda es sostenible según las características de cada lugar y de qué manera se organiza el pastoreo para controlar el material combustible. Se puede pensar en las quemas prescriptas, realizadas por productores con asistencia del Estado con información científica y herramientas técnicas. También realizar trabajos de concientización sobre los productores".