Desde San Juan

El desfile es incesante. Camisetas de la Selección van de acá para allá. Cada tanto, se cuela alguna que otra de Desamparados o de River. Sus usuarios tienen una misión: ver al campeón de América. Las mil y una vueltas que tuvieron que dar los hinchas para entrar al estadio -un tanto desargonizada estuvo la cosa- no los distraen, ni colman su paciencia. Reina la calma o, mejor dicho, el saber que dentro de poco estarán disfrutando de Messi, Dibu, De Paul y compañía. Las ovaciones a los jugadores son estruendosas en el estadio Bicentenario de San Juan. Incluso el tercer arquero, Musso, se lleva cantito con apellido cuando sale a calentar. La identificación con el equipo es total, casi análoga al optimismo que produce el elenco nacional. Un verdadero equipo del pueblo.

Lo que provoca la Selección -ésta Selección- en el público es algo pocas veces visto y totalmente novedoso para una generación post Maradona jugador, que no pudo disfrutar de los mejores tiempos de la Albiceleste. Por primera vez en casi tres décadas, un equipo consagrado -vía Copa América 2021- puede mostrarse ante su gente y encima recorrer el país porque, vale recordar, la versión subcampeona mundial de Alejandro Sabella, la otra gran Selección de los últimos años, no tuvo oportunidad de mantenerse intacta tras sus logros en tierras brasileñas, ya que el entrenador renunció rápidamente.

En San Juan, la llegada de la Selección se tradujo en fervor y, éste, en entradas agotadas, colapsos de la venta presencial y web, pantallas gigantes en las plazas para quienes no puedan ir a la cancha, afiches callejeros de los jugadores... Claro que los 25 mil espectadores suenan a poco comparado con el Monumental de Núñez, habitual escenario del equipo, pero de haber más espacio en las tribunas, se llenarían. Porque San Juan no es sólo San Juan, también son los mendocinos, a dos horas de viaje en auto y presentes en buena cantidad para ver al equipo, y los puntanos, los riojanos y los cordobeses, que se mandaron a alentar a sus ídolos.

Calor y color en las tribunas del Bicentenario. (Télam)

Las razones de la devoción por este equipo son variadas. Lo que comenzó como un interinato terminó siendo un ciclo de autor con, incluso, nombre propio, toda una rareza para una Selección de fútbol. La denominación de "Scaloneta" podrá haber comenzado como una broma, a lo sumo una invitación a subirse a una apuesta riesgosa, pero los resultados se fueron sucediendo y la ironía se terminó. La Scaloneta es una realidad.

Una de las virtudes de este equipo es sin dudas la subestimación inicial con la que contó y que le hizo sumar adeptos: siempre más emotivo hinchar por el que va de punto que por los favoritos. La vara estaba alta tras las finales (perdidas, es cierto) de los últimos años y, aunque en Rusia 2018 se tocó fondo, había poca esperanza en el proceso incipiente, donde la historia pasaba más por quién vendrá que por cómo le irá al que está. Pero Scaloni encaró su oportunidad como si fuera vitalicia, comandó la renovación del plantel y le imprimió su estilo a pesar del runrún. Paredes y De Paul fueron sus dos grandes "inventos", rápidamente se les sumaron Lautaro y Lo Celso, y más recientes son Dibu y Cuti. Que "al mediocampo le falta pierna fuerte", que "quién es este arquero que hizo toda su carrera en Inglaterra", que "al nueve le faltan centímetros"... Todos los dardos al DT fueron quedando atrás mientras la Scaloneta tomaba velocidad.

Lionel Scaloni, de interino a renombrar un equipo. (AFP)

Con nombres "propios" en el grupo, la otra parte pasaba por conquistar a los experimentados del plantel. Le aseguró el puesto a Otamendi, mantuvo en las convocatorias a Agüero y, tras algún distanciamiento, recuperó al mejor Di María. Pero, sobre todo, tuvo el apoyo del capitán. La reinvención de Messi en la Selección es digna de estudio. Que se lo ve feliz como nunca es mucho más que un decir y la coincidencia de su gran momento albiceleste con su crisis en el Barcelona, quizá más que una casualidad. Y el equipo lo disfruta como nunca.

Con el choque ante Brasil, la Scaloneta despidió un 2021 notable, más allá de romper una maldición de 28 años. El DT armó un equipo que ya sale de memoria y, como dice el meme, se transformó en "sostén emocional de un país". No por cómico deja de ser cierto.

Qatar está a la vuelta de la esquina y es cierto que al equipo le falta roce intercontinental -especialmente europeo-, una necesidad que resuena cada vez más fuerte. Pero, bueno, esa también es la gracia de un Mundial, un certamen que se caracteriza por presentar sorpresas de todo tipo. Más vale estar preparado, pero mucho ya hizo este equipo para no depender del azar y la hinchada lo sabe. San Juan lo confirmó.