Las elecciones legislativas pueden aceptar distintas interpretaciones, desde los efectos negativos de la pandemia sobre los resultados electorales de los oficialismos, la recuperación del Frente de Todos desde las PASO, un bipartidismo consolidado, la impronta de un voto bronca de múltiples recorridos. No obstante lo económico sigue siendo una cuestión central, y el primer discurso de Alberto Fernández se orientó hacia el anuncio de un plan plurianual que presentará el ministro Martín Guzman en el Congreso a principios de diciembre.
Ese plan plurianual es uno de los elementos que pedía el FMI en el marco de las negociaciones en curso, y cuyo acuerdo deberá ser aprobado por el Congreso Nacional. Esta iniciativa pondrá a prueba el funcionamiento de la nueva composición legislativa con más equilibrio de fuerzas políticas como principal elemento destacable, y con la particularidad que los legisladores de la oposición que impulsaron el préstamo con el FMI cuando eran gobierno ahora deberán votar el acuerdo que consiga el Gobierno.
La herencia
La apertura comercial y financiera llevada adelante a partir de diciembre 2015 tuvo como principales hitos la firma del Acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur en 2019 y la desregulación de los controles de capitales y progresiva integración financiera, incluyendo un enorme ingreso de deuda privada en 2016 y 2017 que redundó en una crisis cambiaria en 2018 y 2019.
Como resultado final, Argentina firmó un acuerdo de Stand By con el FMI por 50 mil millones de dólares para tratar de evitar un colapso mayor, un crédito por fuera de todas las reglas ya que el crédito supera los 187,5 por ciento de su cuota estipulados como máximo: Argentina tomó un préstamo por 1000 por ciento de su cuota.
Además el gobierno de Cambiemos no respetó el acuerdo y el préstamo se esfumó en pago de deuda y financiamiento de salida de capitales, dejando como saldo una deuda de 8 por ciento del PIB a pagar en sólo 4 años. Las condiciones del acuerdo eran desde sus inicios imposibles de cumplir: durante 2022 debía pagarse 17.800 millones de dólares mientras que en 2023 se sumaban 18.100 millones de dólares.
Negociación
De esa forma, el gobierno del Frente de Todos asumió en diciembre de 2019 totalmente condicionado dado las escasas posibilidades de financiamiento externo y la estructura de pagos resultante de la gestión anterior. Si bien el canje de deuda privada realizado en agosto 2020 permitió esclarecer el cronograma de pagos y habilitar la posibilidad de renegociar la deuda con el FMI, las condiciones de renegociación lucen muy difíciles.
La pandemia permitió tener un fuerte superávit externo debido a la reducción de las importaciones (producto del freno a la actividad económica) y la mejora de los precios de los alimentos a nivel global. Esto se sumó al ingreso extraordinario por la emisión de DEG de parte del FMI que permitió pagar las primeras cuotas que no hubiesen podido enfrentarse con recursos propios. Dado que la Argentina tiene el 0,67 por ciento de la cuota del FMI le correspondió recibir 4355 millones de dólares de un total de 650.000 millones de dólares en concepto de asignación general. Una situación similar se había planteado luego de la crisis financiera de 2008 y la respuesta del FMI fue también la de emitir DEG a nivel global.
La renegociación de la deuda hoy en curso parece dirigirse hacia un Programa de Facilidades Extendidas que implicará una relación de largo plazo entre la institución y Argentina, con las condicionalidades macroeconómicas que estas puedan implicar.
Uno de los temas en discusión es la “sobretasa” como costo extra que el FMI le cobra a los países que reciben un crédito mayor al que les corresponde por su cuota y que exceden un cierto plazo de repago, que puede tener sentido en un stand-by pero no en un EFF.
Ese planteo, que tuvo eco a nivel internacional, supera ampliamente la discusión propia de la deuda argentina ya que apunta al sistema de poder vigente en el seno del Fondo. Su estructura de control dado por el peso de los aportes de cada país ya no está en relación al peso real de cada país en el PIB mundial: China representa el 18 por ciento del PBI mundial pero tiene una cuota de solo el 6 por ciento. Esto se debe a que los países occidentales se niegan a que los demás incrementen su cuota en línea con su peso real en la economía mundial, penalizando con sobretasas los créditos que esos países pudieran necesitar.
Distribución del poder
El FMI es una institución fuertemente marcada por el peso económico relativo de cada país y con una fuerte hegemonía estadounidense. La irrupción de China como potencia en este siglo deja en claro que las instituciones quedan desfasadas respecto a la realidad del nuevo poder económico de los países asiáticos, que solo se explica por un efecto de transición hegemónica donde “lo viejo no deja de morir y lo nuevo no deja de nacer”.
En consecuencias es difícil que Argentina logre “un buen acuerdo” con el FMI dado el peso de la deuda, incluso si se extienden los plazos, porque el FMI no parece haber cambiado. Pero lo que sí ha cambiado es el mundo en el que se realiza esa negociación, donde hoy el peso de China en las finanzas globales está creciendo y puede ofrecer alternativas de financiamiento.
China no puede ser vista como el salvavidas porque existen varios países africanos que encuentran enormes dificultades en pagar la deuda que contrajeron con esa potencia. Pero la situación en la que se encuentra Argentina se deriva en parte de las disputas existentes en el seno del organismo, y de la geopolítica global en la cual Estados Unidos trata de que China no penetre en la región.
El hecho de haber planteado la necesidad de revisar las sobretasas es revelador en varios sentidos: si bien sería un alivio para la deuda de Argentina, esta se deriva de los préstamos que recibió por sobre su cuota, y ese sobreendeudamiento es uno de los argumentos de los que sostienen que el préstamo del FMI debería repudiarse. Es decir que desde la política interna, la discusión de la sobretasa es un punto medio respecto de las posiciones más radicales.
Discusión global
La discusión sobre la sobretasa a nivel global se presenta de modo inversa, ya que los países desean sobreendeudarse en relación a su cuota porque su tamaño económico quedó muy encima de su cuota. Endeudarse con el FMI tiene sus ventajas ya que las tasas de interés son menores que las que se pagan en los mercados financieros internacionales. Pero el bloqueo a los incrementos de las cuotas a los países miembros que vieron crecer su economía se debe a los países occidentales que vienen perdiendo peso económico y sienten que se les escapan las riendas del Fondo.
Estos dos argumentos totalmente opuestos parecen unificarse en el caso concreto de la posición argentina y podría llevar a discusiones aún más profundas sobre la composición de la cuota en el seno del FMI, y del equilibrio de poder dentro del Fondo que iniciaría el camino de un nuevo sistema financiero internacional.
En caso de darse ese escenario, como con la resolución de la ONU sobre las reestructuraciones de deuda soberana, estaríamos en otro hecho por el cual Argentina gana una discusión de gran relevancia institucional a nivel internacional, pero sin que eso evite el difícil destino de enfrentar una deuda impagable.
* Coordinador del Departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación.