A los 33 años, Chula Gálvez es una de las pasteleras mas originales de la Argentina. Sus tortas con flores comestibles, sus cupcakes de formas originales, sus creaciones dulces llenas de color y de sabor son un deleite para los sentidos.

Pero, además, Gálvez ha logrado llevar sus productos a un nivel de estética y política inédito. Fue justamente para un 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, cuando decidió poner manos a la masa y diseñar unas vulvas que se convirtieron en golosinas artesanales.

Nieta y sobrina nieta de los hermanos Gálvez, aquellos famosos y exitosos corredores de automovilismo de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, Chula ponderó las conchas y las convirtió en delicatessen aptas para la degustación, bocados feministas plenos de sabor y de una belleza refinada. “Si vivimos en una sociedad donde todo es fálico, ¿porqué no poner en valor esa parte del cuerpo femenino?”, pregunta la ecónoma del dulzor durante la conversación con Las 12. La respuesta está en su quehacer, en el primor de esos genitales externos hechos con pétalos, harina, manteca y colorantes naturales.

Chula, vegetariana, vivió dos años en Nueva York antes de la pandemia y estuvo en Miami trabajando en la apertura de Orillas. Allí conoció a su novio, Santiago Pérez, también dedicado a crear manjares. Durante la cuarentena se hicieron famosas sus tortas de mandarinas y harina de caju, las de melisa y frutos rojos y su caja de dulces y poesía inspiradas en la gran poeta y cocinera estadounidense Emily Dickinson, que colocaba flores de su jardín en sus preparaciones culinarias y escribía textos en el lado b de sus recetas.

Las Cosas que jamás volverán son diversas

—La niñez —

ciertas formas de Esperanza

—los Muertos —
Aunque las Alegrías

—como los Hombres —

a veces Viajan lejos
(…)

Antes de dedicarse de lleno a la pastelería, Chula, inscripta Julieta por su madre psicoanalista y su padre economista, estudió actuación con Augusto Fernandes (“un maestro enorme”) y con Julio Chávez. Fue actriz y encargada del cásting de la película Zama (2017) de Lucrecia Martel. Allí tuvo una pequeña participación animando a un fantasma.

Las flores comestibles con las que engalana y les da el toque final a sus tortas las consigue en la Iglesia de la Anunciación o a través de Nury Marandet (Nuri del _Campo, en Instagram). Durante la entrevista con Las 12, Chula exhibe en algunos pocillos de cerámica la amarilla de la calabaza, hibiscus, lavandas, pensamientos, clavelinas, flores de rúcula, dalias, tacos de reina, caléndulas, orquídeas, geranios, amapolas, crisantemos, variantes que se colocan a último momento para que la estética del ensamble quede perfecta.

¿Cómo fue que Chula cambió la actuación, la selección de artistas para películas, el teatro y el cine, por la repostería?

--Estudié en la UCA y actué en el teatro off y en la calle Corrientes en La Jaula de las locas, con Miguel Angel Rodríguez y el Puma Goity. Aunque me divertía, me encontré que no todo es tan ideal como parece. Me desilusioné porque había demasiada dependencia de los ingresos de boletería, no es esa la visión romantizada que yo tenía del arte. Entonces, decidí profundizar mi investigación en aquello que con amor me enseñó mi abuelo y donde no había tanta inestabilidad laboral. Fue alrededor de 2014, cuando me metí de lleno en el mundo de la pastelería.

Vulvas hechas con colorantes naturales y una receta que hace agua la boca

En los noventa, en su casa de origen, hubo una “invasión” de enseres importados para preparar comidas. “Habían traído un horno de Estados Unidos y un montón de libros con recetas. El que cocinaba era mi abuelo, Roberto Gálvez, corredor de autos como sus hermanos mayores, Juan (piloto, el máximo campeón de turismo carretera con nueve carreras ganadas) y Oscar, otro de los más laureados con cinco títulos, a quien siempre acompañaba mi abuelo Roberto, el más pequeño”.

En aquellos años, no era sencillo disfrutar de los dulces. En su casa se escuchaban con frecuencia las frases: “no comas golosinas” o “cuidado que engorda” y, aunque la dejaban cocinar con el abuelo, hubo que hacer un gran esfuerzo emocional para superar el rollo de la alimentación asociada al sobrepeso y la obesidad. “Al placer lo aprendí siendo grande, cuando era chica tuve problemas. Había algo ahí, vivía siempre a dieta, empecé a disfrutar cuando entendí que tener salud y estar flaca son cosas distintas”.

Respecto de las cupcakes de vulvas, Chula cuenta que “fue una idea de mi hermana cuando estábamos en Nueva York y me sugirió hacerlas para el Día de la Mujer. Yo estaba freelanceando, busqué y encontré un cortante ideal para darles forma a las galletitas”. Las vendió con gran éxito, para clientes particulares y para un desfile de la marca Antrophology. “Sentí que estaba bueno que se conocieran, hacerlas visibles. Es algo tan oculto, tan tabú, que quise mostrar esa parte del cuerpo femenino como lo bello y natural que es”. Luego repitió la experiencia en Buenos Aires para un 8 de marzo y el director que filmó el comercial para la serie de Netflix la contrató para que las preparara. “No creo haber sido quien las inventó, Sí, alguien que impulsó las vulvas cookies y se apropió de esta causa”.

Sus galletitas femeninas van a estar presentes en su nuevo emprendimiento. Hoy Chula trabaja contrarreloj para inaugurar un local propio junto a su novio y unos amigos biólogos, Joaquin Ais y Pablo Moroni, que forman Cornucopia (@ciencia_y_gastronomia). en lo que antes fuera el restaurante Olsen, de Palermo. “La idea es tener un espacio de Investigación más desarrollo con su mirada científica para las ideas que vayan surgiendo”.

Aquellas primeras vulvas fueron de ibiscus, rosas, chocolate, con glaseado de azúcar y sin colorantes industriales, aprovechando los tonos y nutrientes que ofrece la naturaleza. Hoy va buscando nuevos ingredientes. “La mayoría de mis clientes de cupcakes con forma de vulva son feministas, personas que aprecian la hermosura del cuerpo y su divulgación, aunque hay algunos haters por Instagram que me mandaron mensajes diciendo que eran un asco. Pero estamos tan acostumbrados a que todo a nuestro alrededor sea fálico, que mi decisión de hacerlas no fue sexual sino política”.

Chula fue probablemente la inspiradora de la publicidad de la nueva temporada de la serie de Netflix Sex Education. Pero su humildad no permite confirmarlo. “Es excelente, ojalá yo hubiera tenido en mi adolescencia la posibilidad de ver una serie así, tan sincera y tan bien actuada”, dice.

La mencionada publicidad de Sex Education, en formato de video, se llama “Haciendo el delicioso” y causó sensación. “Si la previa la hacemos bien se disfruta mucho más la preparación”, dice Candela Vetrano -actriz argentina- allí, en un susurro cómplice y sensual, que es una invitación a cocinar y también -como debe ser- al sexo con acuerdo de las partes.