Vértigo. Esa es la primera sensación que sacude el cuerpo por apenas unos segundos antes de cruzar. Cada cual tendrá derecho a su propio rectángulo, una instalación con forma de túnel por la que se ingresa a Conejos blancos, deslumbrante exhibición (cuyo título alude a Alicia en el país de las maravillas) de Mondongo, el dúo integrado por Juliana Laffitte y Manuel Mendanha, en galería Barro.

En su caso, vida y obra están indisolublemente unidas. La invitación a la muestra ilustra ese lazo: es una foto de ellos besándose amorosamente hace ya 23 años, un día antes de dar el último examen de pintura en la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, donde se conocieron. Al terminar la escuela se casaron y al año conformaron Mondongo.

En ese túnel de ingreso a la exhibición hay 60 retratos de miradas de familiares y personas muy cercanas a Mondongo —el cruce de miradas, para el filósofo alemán Georg  Simmel encarna el vínculo efímero más potente entre dos personas, incluso entre desconocidos—.

Tras cruzar el túnel, se ingresa al "Baptisterio de los colores", un dodecaedro de 6 metros de diámetro y 4 metros de alto), inspirado en el Baptisterio de San Giovanni de Florencia, que los artistas visitaron en su último viaje a esa ciudad a inicios de 2020, antes de hacer pie en Buenos Aires, una semana antes del cierre de las fronteras.

El baptisterio de colores, 2021

Realizado con 3.276 ladrillos de colores de plastilina que representan todas las tonalidades posibles, "Baptisterio de los colores" –que al terminar la exhibición se instalará en la terraza de Fundación Arthaus– es una instalación inmersiva descomunal: el techo y el piso espejados potencian los colores y la propia imagen hasta crear un espejismo cromático infinito. Entre el aroma de la plastilina, la experiencia visual es inolvidable: la pupila vibra alucinada.

Esos deslumbrantes tonos que conforman los muros del baptisterio encarnan la materia prima con la que trabaja Mondongo y, al mismo tiempo, la capacidad inagotable que habita en el color, en la luz. “Quisimos compartir el aprendizaje de tantos años y mostrar este material que para nosotros fue revelador”, afirma Mendanha, junto a Laffitte, en su taller en Palermo, donde tiene lugar la entrevista. El dúo de artistas se potencia: por momentos uno empieza una frase y el otro la termina con la palabra justa para ambos.

En el piso de abajo del taller, un gran subsuelo donde también trabajan, hay una mesa sobre la que se despliegan cientos de panes de plastilina de colores (material a base de óleo que empezaron a usar hace ya dos décadas): una paleta con la que crean desde esculturas, altos relieves y drippings hasta pinturas con espátulas y pinceles.


Cosecha, 2021, plastilina sobre madera

Para crear estas piezas, usaron una Pastalinda y herramientas diseñadas por ellos mismos. Cada ladrillo de color del baptisterio lleva inscripta una nomenclatura: “Si llegasen a desordenarse podés estás años para ordenarlos: es una manera de identificados”, apunta Mendanha.

Iluminado con luz tenue, en el gran espacio de Barro es posible experimentar la extraña sensación de tiempo detenido. Con técnica magistral y contenido inolvidable, las imágenes se suceden: retratos con cabezas vaciadas o que apenas incluyen la mirada (el núcleo de un retratado); obras más narrativas (como una mujer enjaulada junto a una reproducción de "El origen del mundo" de Gustave Courbet), y "Piedad invertida", un colosal retablo de madera que mide casi cuatro metros desplegado con la imagen de Laffitte sostenida por su hija. Esta última es la única obra de la exhibición que no hicieron durante la cuarentena estricta, en su casa, o luego durante la pandemia, en el taller.


Piedad invertida, 2017-2021

Es la primera vez que se exhibe en el país un retablo de Mondongo. El resto (son siete en total) se encuentra en colecciones y museos de Bélgica, Nueva York, París y Alemania. Un retablo integra la colección del Museo de Bellas Artes de Houston, y otro lo adquirió la jequesa de Abu Dhabi.

Además de esta exhibición, Mondongo inaugura el 4 de diciembre en el museo MAR de Mar del Plata una mega instalación circular que exhibió en el Museo de Arte Moderno durante 2013 (la última vez que presentó pinturas de plastilina en Argentina) y luego, en 2016, en el museo Maxxi de arte contemporáneo, en Roma. El cineasta Mariano Llinás prepara una película documental sobre el dúo de artistas, cuyas exposiciones y procesos creativos filma desde 2005.

La jaula, 2021

La historia de Mondongo tuvo un viraje inesperado cuando en 2002 recibieron un encargo de la comitiva de la familia real española, que había visitado la galería Braga Menéndez, donde exponían. Cada personaje retratado estaba representado con un material que lo identificaba: Ruth Benzacar con fósforos, Sergio De Loof con vidrios rotos; Federico Klemm con tachas de cuero y Amalia Lacroze de Fortabat con perlas, entre otros. En ese momento también integraba Mondongo Agustina Picasso, que al casarse con Matt Groening, creador de Los Simpson, se fue a vivir a EE.UU.

Tras hablar con el Secretario de Estado para Políticas Iberoamericanas, recibieron por correo el retrato que debía servirles como modelo para retratar a los reyes. Además, les pidieron que justificaran la elección del material con el que los representarían.

“En ese momento España era dueña de YPF, de una empresa de teléfonos y del agua, representaba un nuevo colonialismo”, recuerda Mendanha. Decidieron hacer la obra con espejitos de colores. “Les dijimos que los hacíamos con espejitos de colores porque el pueblo español se reflejaba en ellos”, dice Laffitte. La familia real no se percató de la ironía: cambiaron euros –en ese momento, cuentan, la cifra no fue alta: Mondongo aún no era reconocido internacionalmente— por su retrato con espejitos de colores.

La raíz, 2021

Aquella obra, que se expuso en la Casa de las Américas, y que, cuando Mondongo reveló su auténtico simbolismo, despertó, recuerda Mendanha, “la animosidad de muchísimos españoles”, también provocó un giro inesperado en la vida de los artistas. Tras el encargo de los reyes, recibieron muchísimos pedidos de retratos. Laffitte, que trabajaba como diseñadora, y Mendanha, que hacía planos en un estudio de arquitectura, pudieron dedicarse tiempo completo al arte. El cambio fue rotundo e imparable: los retratos por encargo dieron paso a series con ADN inigualable.

La búsqueda fue voraz, desenfrenada, exuberante. Mondongo experimentó con caramelos, galletitas, ostias, balas, panes, chicles y hasta con fiambres y chacinados (que abandonaron cuando Mendanha cayó enfermo por las sustancias tóxicas que debían utilizar para conservar los alimentos). Desataron series de potencia poética inusitada: como la Serie Negra, con imágenes porno bajadas de Internet, que evidencia la mercantilización del cuerpo de la mujer con galletitas dulces compradas en el supermercado. Y la Serie Roja (inspirada en Caperucita Roja); Calaveras; Romeo y Julieta; Río de la Plata; Merca; la serie Disney, Perón y LSD, y El sueño de la razón, entre una lista inagotable. En sus obras abordaron temas vinculados con nuestra economía, el poder, el reparto desigual de la riqueza, la muerte, el paso del tiempo y la alienación, entre muchos otros.

Conejos blancos


Se definen como pintores y cuentan que para ellos resultó liberador despojarse de la noción de autoría, algo que surgió en la praxis, casi sin proponérselos, durante el proceso creativo. “Nos resulta mucho más interesante trabajar compartiendo energías en una obra que lidiar solos con nuestros monstruos”, dice Laffitte. “Descreo de la noción de autoría: siento que cuando nos conectamos somos otra cosa”, suma Mendanha. No sólo trabajan en pareja y le hacen frente a “estadios tormentosos”, sino que hicieron obras con el escritor Sergio Bizzio, el compositor y actor Albert Pla y con la diseñadora japonesa Rei Kawakubo.

“Siempre nos obsesionó la aparición del óleo en Europa, con el 'Políptico de Gante' de Van Eyck, el primer cuadro al óleo que se conoce”, apunta Mendanha. Y añade: "A partir del óleo cambió la manera de pintar en Europa. Son 500 años de un medio. Siempre buscamos medios nuevos para poder pintar y expresarnos de otra manera”. Tanto les atrajo ese tema que, inspirados en la obra de Van Eyck, hicieron "El políptico de Buenos Aires", que ahora integra la colección del Museo de Bellas Artes de Houston y está expuesto en ese museo. Esta obra, que representa la villa 31, se expuso en Home, So Different, So Appealing, en el LACMA de Los Angeles, junto al collage "Juanito va a la ciudad" (1963) de Antonio Berni. Un lazo profundo, que supera lo meramente formal (en cuanto al uso de materiales no convencionales) une ambas piezas.

Con arduo trabajo manual que recuerda al de los artistas renacentistas, Mondongo despliega obras milimétricamente estudiadas y, al mismo tiempo, de una fuerza expresiva contundente. Con la plastilina –en otros casos con hilos, aunque lo hacen con menos frecuencia ya que es necesario usar máscaras y cubrir absolutamente todo el cuerpo por el pegamento volátil tóxico que utilizan— devinieron pintores contemporáneos deslumbrantes. En su taller, aún conservan los caballetes que usaban cuando estudiaban en la escuela de Bellas Artes.

La cruz, 2021

Conejos Blancos de Mondongo se puede visitar en Galería Barro (Caboto 531) de lunes a viernes, de 12 a 18, sábado con cita previa. Hasta el 18 de diciembre. Cierra por el verano y después abre del 15 de enero al 15 de febrero.

* Todas las fotos de Santiago Orti. Gentileza Galería Barro.