La Justicia Penal ordenó el cese de amenazas y hostigamiento policial contra un adolescente que fue detenido en la comisaría 16ª, golpeado y detenido ilegalmente para volver a recibir apremios en la segunda detención. Al mismo tiempo, el juez Hernán Postma derivó la causa a la Unidad de Violencia Institucional y Corrupción Policial para que la fiscal Karina Bartocci investigue el accionar de por lo menos cuatro efectivos y el jefe de la seccional, quien aseguró que el chico "no entró", la segunda vez, a la dependencia. El defensor de Menores, Daniel Papalardo presentó el hábeas corpus en abril pasado y ayer saludó la decisión judicial.

A., de 16 años, fue detenido por primera vez el sábado 8 de abril pasado por un presunto hecho de robo. En su momento, la Justicia de Menores ordenó que quedara al cuidado de la madre y que el lunes 10 se presentara a declarar. Ese día el chico llegó con su madre al juzgado y tras escuchar la imputación, negó haber participado del hecho achacado y denunció apremios por parte del personal que lo había detenido, dos días antes. "Todavía tenía signos visibles de golpes", dijo Papalardo. Así, la jueza de Menores 4ª ordenó que fuera revisado por el médico forense de Tribunales, quien constató "cinco niveles de lesión".

Alrededor de las 13 de aquel lunes, madre e hijo salieron del Tribunal hacia la casa de la abuela del menor. Más tarde, su madre se retiró pero él le dijo que iría más tarde y se quedó en casa de su familiar.

Entre las 16 y las 17 tomó el colectivo y cuando esperaba otra línea para hacer un trasbordo hacia su casa, desde una chata del Comando Radioeléctrico lo llamaron por su nombre y lo subieron al vehículo. Una vez adentro lo obligaron a agachar la cabeza y no pudo ver hacia dónde se dirigían. Al llegar al lugar, a través de una calle de tierra, vio un descampado.

Tras bajarlo de la camioneta, dos efectivos "lo molieron a palos"; incluso, una patada en la boca le desfiguró el rostro. Alrededor de las 18.30 lo llevaron a la seccional 16ª (donde ya había estado el sábado) y se fueron.

En la comisaría, lo encerraron en un calabozo y fue golpeado por al menos dos efectivos. Cerca de las 20, un empleado lo sacó de la celda, lo llevó a la puerta y le dijo "andate". Ese ingreso no quedó registrado.

A. caminó convaleciente las cuatro cuadras que lo separaban de su casa. Apenas llegó, su mamá lo trasladó al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca), donde le practicaron una serie de estudios y curaciones. Al día siguiente, la madre presentó la denuncia y Papalardo decidió presentar un hábeas corpus en defensa del chico, para que cesaran los hostigamientos, ya que tenía miedo de salir a la calle. Las nuevas lesiones, de gravedad, fueron constatadas a menos de 48 horas de las anteriores.

Postma apuntó a que debe cesar "cualquier acción que perjudique la libertad o constituya una amenaza para el menor", sin antecedentes penales; y ordenó enviar las actuaciones al Ministerio Público de la Actuación, para que se investigue a los policías que estuvieron en el móvil policial y a quienes estaban de turno en la comisaría.