Colectivo Editorial Aguará suma dos títulos a su catálogo de “historietas documentales” y los presenta hoy a las 18 en Biblioteca Argentina (Roca 731): Desde la raíz: La historia de Alicia López y las Ligas Agrarias Chaqueñas (guion de Luciano Redigonda / dibujos de Martina Cúneo) y No fumiguen mi escuela: La historia de Mariela Leiva (guion de Alfredo Hoffman / dibujos de Lisandro Estherren). Acompañarán Judith Gociol (Coordinadora del Archivo de Historietas y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional), Luciano Redigonda, Martina Cúneo, Noelia Figueroa y Juan Diego Ruiz (investigadores), Mauricio Cornaglia (referente de Paren de Fumigarnos) y Sabrina Gullino Valenzuela (editorial Aguará). Además, se exhibirá la muestra fotográfica Costo humano de Pablo E. Piovano.

Desde la raíz narra la militancia de Alicia López en las Ligas Agrarias Chaqueñas durante la década del ‘70, su desaparición y el reclamo por Memoria, Verdad y Justicia de su familia y de los organismos de derechos humanos de Santa Fe. Y No fumiguen mi escuela retrata la problemática que viven las escuelas rurales víctimas de fumigaciones con agrotóxicos, a partir de la historia de Mariela Leiva, intoxicada junto a sus alumnas y alumnos en la escuela Santa Anita de Entre Ríos, en 2014. Como explica a Rosario/12 Sabrina Gullino Valenzuela, “quienes integramos el Colectivo Editorial Aguará (Gullino Valenzuela, María Beatriz Schiffino, Jimena Esborraz, Alfredo Hoffman, Matías Gómez) buscamos construir un catálogo estético político, compuesto por historietas documentales que abordan historias de vida contemporáneas del litoral argentino, en donde sus protagonistas han luchado contra graves vulneraciones de los derechos humanos y han podido constituirse como sujetos políticos de su propia historia. Siguiendo a Héctor Germán Oesterheld, apostamos al género de la historieta por su potencia como recurso pedagógico y político”.

El proyecto se sustenta, según la editora, “en dos líneas de trabajo: una tendida hacia el cuerpo docente de diferentes niveles educativos y de diversos campos del saber, articulando con los contenidos curriculares relacionados a la formación ética y ciudadana, la historia, la construcción de derechos, ciudadanía e identidad, y también con espacios fundamentales de las escuelas como el de Educación Sexual Integral. La segunda línea tiene como interlocutor a las organizaciones sociales en sus territorios, que sostienen concretamente las luchas por el reconocimiento de los derechos vulnerados: organizaciones feministas, colectivos LGBTQ+, Multisectorial contra la Violencia Institucional, organismos de derechos humanos, entre otras”.

En Desde la raíz, que recibió el apoyo del Ministerio de Cultura a través del programa Ventanilla Continua, el guionista llevó adelante su tarea a partir de la investigación de Noelia Figueroa y Juan Diego Ruiz: “Había desde entrevistas y notas, a periódicos de las Ligas Agrarias de los años ‘70, tesis y documentos personales. Podría decirse que el desarrollo inicial se acercó al de un guión documental. En un principio fue un proceso de depuración de la información, para arribar a lo esencial de la historia y luego volver a contarla desde la ficción”, comenta Luciano Redigonda. “Partiendo del relato de José Schulman, militante que hizo mucho por la causa de Alicia, surgía algo del orden de lo detectivesco. José se pregunta por una mujer que lo visita en sueños, hasta que se encuentra con una foto de ella y ese hecho azaroso se convierte en el detonante. Así surgieron dos personajes ficticios, Flor y Maga, que deciden investigar por qué su escuela se llama ‘Alicia López’”, continúa. Desde la tarea gráfica, Martina Cúneo señala que “poner en imágenes la militancia de Alicia, su historia y desaparición, con la responsabilidad y compromiso que esto requiere, fue, además de un gran desafío, una experiencia muy fuerte. Pero tuve la suerte de haber podido trabajar con un grupo de personas muy cálidas y receptivas, que siempre estuvieron atentas a cualquier inquietud. Mi trabajo empezó leyendo, mirando y estudiando todo el archivo de fotos, cartas, descripciones. Después llegó el guión de Luciano que, a mi parecer, es increíble. Me pareció muy interesante cómo, desde el principio hasta el final, relaciona dos historias distintas; por un lado, la historia de ficción de Flor y Maga, y por otro la historia real de la militancia de Alicia López”.

En cuanto a No fumiguen mi escuela, su guionista Alfredo Hoffman refiere que el propósito estuvo en “contar un pedacito de un problema inmenso, como es el modelo productivo hegemónico y sus consecuencias para el ambiente y para toda la población, especialmente para quienes viven en las zonas rurales. Por eso, intenté que el caso particular de Mariela Leiva reflejara en todo lo posible las dimensiones de esta problemática. Otro desafío estuvo en que el hilo narrativo resultara interesante para el público en general y particularmente para adolescentes, para que el material pueda cumplir con su propósito pedagógico, al menos como disparador, para que en las aulas se hable de los derechos ambientales y de los derechos humanos en general”. Su dibujante, Lisandro Estherren, es hoy un reconocido artista de prestigio internacional: “me pareció fundamental privilegiar la claridad y la consistencia sobre el estilo o la atmósfera. Limpié mucho las líneas y los planos. También pensé que algunos gráficos y mapas podrían ayudar a la síntesis y reforzar la comprensión de los potenciales lectores. El trabajo de Alfredo (Hoffman) es buenísimo, porque representa un punto de vista profundo sobre la problemática, sin dejar de narrar una historia muy humana y aportando además datos e información relevantes en el proceso. El guion me hizo reflexionar mucho, es un tema que nos involucra a todos. No fue fácil dibujar ciertos pasajes de la historia, pero creo que va servir de mucho a quien lo lea”.

Como dato de relieve, Gullino Valenzuela agrega que “recientemente, el área de derechos humanos de la UNR ha decidido reimprimir 500 ejemplares de Todos Sabíamos: La historia de Franco Casco (guion de Matías Gómez / dibujos de Joaquín Valdés). Fue un gesto político muy importante, para ayudar a difundir la causa. En tal sentido, nos enorgullece el proyecto, porque sabemos dónde comienza pero no dónde termina. Es en cierta manera un aporte a imaginar que una sociedad más justa es posible”.