El Banco Central sigue a contramano de todos los analistas del mercado: insistió ayer que va a cumplir la meta de inflación de 17 por ciento para este año y aseguró que en 2018 los precios van a ubicarse debajo del 10. Los consultores de la city ven la inflación arriba del 21 por ciento este año, los organismos internacionales también la estiman arriba de esa cifra y los economistas de la oposición creen que puede llegar a superar el 25 por ciento. “No vamos a cambiar la meta. La vamos a cumplir y se está trabajando para conseguirlo. Si no, no sería una meta”, desafió Federico Sturzenegger, el presidentes del Central, en una conferencia en la que presentó el informe de Estabilidad Financiera 2017. El titular de la entidad porfió que no hay especulación ni bicicleta y que la deuda del organismo en Lebacs no es preocupante. Planteó incluso que en la Argentina es rentable y conveniente poner los pesos a producir (ver aparte).
La autoridad monetaria aseguró que, pese a los importantes aumentos de precios de los últimos meses, con un 2,6 por ciento en abril que superó los peores pronósticos, en el segundo semestre habrá una desaceleración fuerte de los precios y se podrá alcanzar la meta. “Para mitad de año tendremos una inflación interanual de alrededor del 21 por ciento. Será la más baja en diez años, con la excepción de la registrada en la crisis financiera internacional tras la caída de Lehman. Y haremos lo necesario para que en los meses que faltan baje al 17 por ciento interanual”, detalló Sturzenegger.
La confianza del Banco Central no se corresponde con las expectativas no sólo de los economistas de la oposición sino de otros funcionarios del equipo económico de Mauricio Macri. Los economistas del Palacio de Hacienda aseguran que terminar el año en torno al 20 por ciento ya es un logro y empiezan a hacer sus proyecciones con una inflación en ese nivel al cierre de este año. La decisión del Central de volver a subir la tasa para atacar el proceso inflacionario no ha sido efectiva y genera el malestar de otros funcionarios, que aseguran que las tasas en pesos elevadas ponen un freno al despegue del mercado interno.
Sturzenegger plantea siempre el mismo argumento a puertas cerradas para cada colega que le reprocha que las tasas de interés altas son sinónimo de menor actividad. Precisa que el volumen de crédito en la economía es muy bajo para que las tasas afecten la producción y agrega que bajar la inflación es lo que producirá un verdadero efecto “reactivante” para el mercado interno. Un problema de esta justificación es que no toma en cuenta que las empresas no dejan de producir porque el crédito es más caro sino que deciden no volcar fondos a la actividad real porque el retorno de la inversión financiera es mucho más elevado respecto del que genera un negocio productivo.
El presidente del Central no piensa que las decisiones de la política monetaria de los últimos meses hayan vuelto más rentable especular que producir en el mercado interno. En la conferencia de ayer reflotó unos trabajos que el organismo presentó a principios de mayo en los que se asegura que el país no le garantiza rendimientos extraordinarios a los fondos que llegan del exterior. Cuando este diario le consultó por qué siguen entrando, y cada vez en mayor cantidad, si no tienen ganancias fáciles, no hubo respuesta. Se esquivó el tema repitiendo que los beneficios asegurados para hacer la bicicleta no existen en el país y que las mediciones que difundió el organismo hace pocas semanas lo muestran. Pero en abril entraron cinco veces más dólares para invertir en el sistema financiero que en actividades productivas y, mientras que las inversiones de portafolio (especulativas) se duplicaron respecto de marzo, la inversión extranjera directa para producción marcó una merma del 30 por ciento.