El 2016 se convirtió en un año de sorpresas en un mundo que avizora retrocesos. Hasta las palabras que parecían insípidas y un canto a los lugares comunes como paz, unión e igualdad fueron pisoteadas. ¿Quién puede estar en contra de la paz? Para sorpresa del mundo, el 2 de octubre, en Colombia, el 50,21 por ciento de la población rechazó el acuerdo de paz firmado por el Gobierno, de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Apenas unos días después de la bomba democrática, el 7 de octubre, Santos fue elegido Premio Nobel de la Paz 2016 por sus esfuerzos en el proceso para poner fin a la guerra acordado con la FARC. El acuerdo sigue, aunque la estocada, no es gratis. El 23 de noviembre en el Congreso de Colombia se va a reunir para conocer un nuevo documento logrado en La Habana, Cuba. Pero con el monitoreo del Centro Democrático, opositor al acuerdo y liderado por el ex Presidente Álvaro Uribe, que -después del plebiscito- tiene mayor incidencia y logró postergar un cónclave por la paz que estaba previsto para esta semana.
Mientras que las mujeres de Colombia esperan no solo la paz, como una caja vacía, sino el resarcimiento por la violencia sexual y económica que padecieron durante el conflicto armado y por mayores derechos. En una visita a la Argentina, las feministas colombianas Paola Andrea Salgado Piedrahita (34), abogada y ex Coordinadora del Programa de Salud Reproductiva del primer centro amigable de Bogotá y Joice Barbosa (33), psicóloga e integrante del Congreso de los Pueblos, de Colombia dialogaron con Las/12 sobre el plebiscito, las consecuencias de la violencia armada en las mujeres, la revancha conservadora y el Premio Nobel de la Paz a Santos.
Paola, además, está procesada y acusada de los cargos de fabricación de armas y municiones de uso privativo de Fuerzas Armadas o explosivos y violencia contra servidor público. Ella considera que la causa está armada por la policía y que su procesamiento es una de las formas de criminalización a las defensoras de derechos humanos y, particularmente, de derechos sexuales de las mujeres. “Todo pasa”, tiene tatuado en su brazo. El tiempo también puede revertir las claves más inesperadas de las urnas. La tinta no es agua.
¿Cuál es la situación actual del procesamiento a Paola?
Paola Salgado Piedrahita: –El proceso judicial se dilató y fue lento, pero se mantiene. Estamos iniciando el llamamiento a juicio. Queremos demostrar que hay una causa armada y que hemos sido victimas de un montaje judicial de parte de la policía.
¿El proceso de paz modifica tu causa?
Paola: –El acuerdo incluía garantías para referentes sociales y defensores de derechos humanos criminalizados y beneficiaba el cierre de causas judiciales. Hay un limbo jurídico después del plebiscito. Por supuesto, ahora se dilata un poco más esa posibilidad. Mientras tanto seguimos en el proceso judicial. Pero sí, incluso después del cese de fuego y el acuerdo de paz, hubo diecisiete referentes indígenas y de derechos humanos asesinados desde agosto del 2016 hasta octubre del 2016. Y seguimos siendo objeto de persecución judicial contra nuestra libertad y nuestra vida.
¿Las resistencias a la paz no son solo en votos, sino también en balas?
Joice Barbosa:–Paola es perseguida jurídicamente y tenemos muchas compañeras y compañeros presos por sus prácticas de pensamiento crítico y todo eso es obstrucción a la paz y pleno ejercicio de los derechos. También incide el modelo económico neoliberal, conservador y entreguista a los capitales extranjeros y extractivista que va por los territorios y los bienes comunes. No son solo las Fuerzas Armadas sino que hay varios sectores armados. La dinámica de los paramilitares está intacta. El escenario es complejo. El narcotráfico y las multinacionales presenten en los territorios generan restricciones a la paz. Pedimos la soberanía alimentaria y la defensa de la madre tierra.
¿En los territorios donde más se sufrió la violencia más se apoyó la paz y en donde menos se sufrió la violencia más se votó en contra de la paz?
Joice: –Yo soy de Barranquilla y Paola de Bogotá y en Colombia todos estuvimos atravesados por el conflicto. Pero los territorios que viven más directamente el impacto armado fueron los más abocados a aprobar el plebiscito. La propuesta del gobierno y de las FARC fue para el fin del conflicto armado, pero eso solo no es la paz. Hay mucha derecha reaccionaria que dijeron “no a la paz” y otros ciudadanos que votaron en contra del plebiscito pero no están en contra de la paz.
Paola:–Tenemos un conflicto armado y un conflicto social en el país en el que el único actor frente al Estado no es la insurgencia con la que se ha estado negociando durante los últimos cuatro años. Tenemos un movimiento social y político que dice: “Ey ¿la paz qué es? La paz no es el silenciamiento de los fusiles, sino la transformación de las causas sociales, políticas, económicas y culturales que dieron lugar a que un sector de la sociedad tome las armas y decida confrontar”. En ese sentido el impacto de la guerra y, sobre todo, en lo rural ha sido mucho más directo porque, efectivamente, el control territorial de parte del ejército, el saqueo y el extractivismo se ejercen sobre las comunidades. Pero, también se manipulo desde la derecha que significaba el plebiscito.
¿Cómo se logra una victoria en contra de la paz?
Paola:–En donde gana el voto al no es en las regiones donde hay más influencia de los medios de comunicación hegemónicos y el discurso del militarismo y del terror, a través de la manipulación. Para ellos que ganara el plebiscito era entregarle el país a las FARC y que Colombia se volviera como Cuba o Venezuela. También hubo campañas basadas en el tema de los puntos a favor de la perspectiva de género y la diversidad del acuerdo de paz. Las iglesias evangélicas y la derecha ultra conservador era que decían que iba a ganar la ideología de género y que iban a cambiar el modelo de familia. Uno de sus argumentos es que en las escuelas se iba a implantar educación para volver homosexuales a los niños.
¿O sea que el voto de no a la paz también fue un voto contra las mujeres y la diversidad sexual?
Paola:– Sí, el acuerdo de paz contiene elementos importantes para subsanar el impacto desproporcionado que la guerra ha causado en las mujeres y las disidencias sexuales. Por ejemplo, dice que hay que visibilizar el impacto de la guerra y repararlo de manera específica. El componente de género y LGTBI dice que tiene que haber políticas públicas para sectores historicamente discriminados. Entonces, este sector de ultraderecha que se plegó a la campaña del no y que estuvo en contra de todo el proceso de paz, manipuló los puntos de género para sembrar el pánico y el odio. Le decían a la gente “les van a quitar su dinero para dárselo a los guerrilleros. Van a tener que salir de sus barrios y van a reclutar a sus niños y le van a dar drogas”. Por eso, no siento que fue un no a la paz.
Joice:–También se desvirtuó a la guerrilla como actor político y solo se los dejo en el lugar de criminales y terroristas. La política estuvo impregnada de la parapolítica y la narcopolítica.
¿Cuál fue el impacto de la violencia en las mujeres?
Paola:– Hay seis millones de personas inscriptas formalmente en un registro gubernamental como victimas del conflicto armado y el mayor porcentaje de esas victimas sobrevivientes son mujeres. El exterminio físico recayó sobre los hombres. Pero las consecuencias del desplazamiento forzado, la feminización de la pobreza, el control sobre los cuerpos se generó sobre las mujeres. Además se reforzaron los estereotipos de la discriminación por género a partir del control territorial. Hay una dinámica clara y es que los cuerpos de las mujeres se toman como botín de guerra.
-¿Hubo violaciones sexuales masivas como botín de guerra?
Paola:–La violencia sexual por parte del ejército fue una práctica generalizada y sistemática, no fueron hechos aislados. El control del cuerpo fue una forma de controlar los territorios y castigar al adversario. Violar y someter a las mujeres fue una forma de castigar a las mujeres. Se entendía que si ellas estaban cerca de la insurgencia eran parte del enemigo y violarlas era una forma de castigo al enemigo. Pero todos los actores armados están involucrados en crímenes sexuales.
¿La guerrilla también?
Paola:–También. No solamente la violación, sino el aborto forzado, los trabajos forzados en cuidados. Muchas mujeres fueron secuestradas para lavar, cocinar y todo ese tipo de trabajo de cuidados. Fue muy difícil demostrar que hubo violaciones sexuales. Ningún comandante va a decir “Sí, yo como jefe di la orden que en los territorios ocupados las violaran a todas”. Fue fundamental el trabajo del movimiento de mujeres para demostrar que fueron crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad.
¿La economía de las mujeres se vio afectada?
Paola:–También muchas mujeres tuvieron que migrar de sus territorios a causa de las masacres, las amenazas, la expulsión directa. Por ejemplo, le decían a las mujeres “Si ustedes vivieron treinta años con la insurgencia es porque son parte de la insurgencia”. Y las desplazaron para controlar esos territorios ricos en recursos naturales. La expulsión causó que muchas mujeres fueran a otros territorios rurales y a las ciudades y convertirse en vendedoras ambulantes, caer en las redes de trata o prostitución forzada o trabajar en el servicio doméstico y caer en las labores que perpetuaron la discriminación de las mujeres.
¿Las lesbianas, trans y gays también sufrieron la violencia?
Paola:–Con la disidencia sexual hubo prácticas destinadas a controlar las prácticas sexuales como forma de control social y de mantener la lógica conservadora. Hubo casos documentadas de como las lesbianas, los homosexuales y la población trans recibieron castigos en el cuerpo y expulsión de los territorios por su identidad sexual.
¿Cuál es su opinión sobre el Premio Nobel de la Paz a Juan Manuel Santos y sus consecuencias políticas?
Joice:–El Premio Nobel a la Paz para Santos es un acompañamiento de la comunidad internacional al proceso de paz. Los acuerdos deben ser refrendados. Tienen que buscarse otros mecanismos para hacerlo. El cese bilateral debe ser definitivo. Es importante que la paz la construyamos entre todas y todos. Porque lo preocupante es que el gobierno, después del plebiscito, se sienta con la elite de quienes dijeron no al plebiscito y no se da un gran diálogo nacional. El plebiscito no puede significar una derrota a la construcción de paz.
INTERNACIONALES
Una forma de guerra
El conflicto armado en Colombia tomó al cuerpo de las mujeres como territorio de disputa. La violencia sexual fue sistemática y generalizada y las violaciones utilizadas como una forma de debilitar al adversario. También el desplazamiento, la trata, la prostitución forzada, la esclavitud doméstica contra mujeres, trans, lesbianas y gays fueron consecuencia de las acciones militares y paramilitares y de la guerrilla. El Proceso de Paz tuvo un revés el 2 de octubre cuando perdió el plebiscito y ahora intenta seguir vivo, aunque con mayor poder de los sectores conservadores. Las feministas colombianas Paola Andrea Salgado Piedrahita y Joice Barbosa explican la importancia de defender la paz desde la perspectiva de género.
Este artículo fue publicado originalmente el día 18 de noviembre de 2016