“Y no te olvides de grabar todo. Moscas, estornudos, pisotones, ruidos naturales. No busques la perfección. Quiero lo más nuevo de ti, que compongas sin presiones ni guías de trabajo”. Eso escribía en junio de 1969, desde París, Carlos Páez Vilaró a Astor Piazzolla. De una interpretación muy personal de ese instructivo para la libertad salió la columna sonora de Pulsación, una película experimental del pintor uruguayo. Con esa música suntuosa y sensual, a la que en el lado B se agregaron momentos instrumentales de María de Buenos Aires, el sello Trova editó ese mismo año un LP con el mismo nombre de la película. Ese es el disco que recreará el Juan Pablo Navarro Septeto el domingo 21 a las 18, en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner, en la sección “Discos esenciales” del ciclo Piazzolla 100.

Posiblemente Navarro sea uno de los más piazzolianos, en el sentido de audaz e inconformista, de los músicos argentinos de la actualidad. Discos como Tangos de la posverdad (2018) y Los dopados – La música de Juan Carlos Cobián (2019) dan cuenta de un ingenio musical agudo y espíritu atento a desafiar la sensibilidad de su tiempo. “¡Uhhh Piazzolla!”, repite Navarro apenas escucha el nombre de quien considera “un faro”. “Somos muchos los músicos de mi generación que, si hacemos tango, es por él. Estamos muy atravesados de su música, que nos llegó y nos sigue llegando de distintas maneras, por eso interpretarla es siempre un desafío. Por suerte hay muchos Piazzollas, su evolución musical tiene distintas etapas, y eso hace siempre haya uno que viene bien”, asegura el contrabajista.

Navarro cuenta que en sus recuerdos de niño suena continuamente “Adiós Nonino”. “Ni sabía quién era Piazzolla. Más tarde, cuando tenía 13, más o menos, empecé a conocerlo. Resulta que un día voy al videoclub de mi barrio y encuentro un videocassette que se llamaba ‘Astor Piazzola en vivo’ o algo por el estilo. Lo alquilé y creo que nunca lo devolví, o si lo hice fue cuando ya lo había gastado de tanto escucharlo. Ese impacto fue muy fuerte: yo andaba con el rock sinfónico y de pronto descubrí que ahí, en esa música y esa manera de tocarla, estaba el rock sinfónico de mi barrio”, recuerda.

“De ahí en más, Piazzolla estuvo siempre cerca. Es más, viviendo afuera, estudiando afuera, buceando en mi identidad, a menudo me preguntaba qué quería hacer de mi vida de músico y enseguida la música de Piazzolla era parte de la respuesta. Ahí estaba mi idioma y de ahí que el tango fue mi elección. Por suerte se me dio la fortuna de tocar con muchos de los grandes del género”, asegura Navarro.

Nicolás Enrich en bandoneón, Guillermo Rubino en violín, Sebastián Tozzola en clarinete bajo, Esteban Falabella en guitarra eléctrica, Emiliano Greco en piano y Sergio Verdinelli en batería completan el septeto que lidera el contrabajista y compositor, que para recrear la música de Pulsación contará con tres invitadas especiales: Paulina Fain en flauta, Lucía Herrero en violín y Elizabeth Ridolfi en viola. “Pulsación es un disco que no tenía mucho y cuando empecé a profundizar su escucha, quedé muy impresionado. El fraseo del saxo y el trabajo de la batería, por ejemplo, eran novedades para su época. Es un Piazzolla en plena búsqueda. Después está la música de María de Buenos Aires, que es una hermosura, con esas melodías y temas como ‘Allegro Tangábile’, con esa influencia funky”, destaca Navarro. “Y además el tratamiento instrumental. En ese disco tocan grandes solistas y, como pasa siempre con la música de Piazzolla, los intérpretes son definitivos, es ahí donde el circulo cierra”, agrega.

El concierto repetirá el orden de los temas en el disco. Una primera parte con los cuatro números de “Pulsación” y enseguida “Fuga y misterio”, “Contramilonga a la funerala” y “Tangata del alba”, entre otros. “Mi versión de esta música va a ser muy fiel a la partitura original. Yo ya manipulé mucho la música de Piazzolla y en este caso me interesaba quedarme cerca de ese sonido, buscar hacia adentro. Hay cambios, por supuesto, que tienen que ver sobre todo con adaptaciones instrumentales. Las partes del violoncello del original las toma a veces el clarinete bajo y a veces el contrabajo. Por otro lado, todos los que participamos conocemos muy bien el lenguaje de Piazzolla y eso nos habilita para actualizar la ejecución agregando algo de lo propio, como hicieron los músicos que en su momento tocaron con Astor. El instrumento que sí trabaja con total libertad es la batería. Mientras nosotros tocamos más o menos lo que está escrito, Sergio (Verdinelli) va a tener más espacios para improvisar y buscar, dentro de la estética de este Piazzolla, claro”, explica el contrabajista.

Más irreverente respecto a esa mirada es la versión de “Retrato de Alfredo Gobbi” que Navarro incluirá en el programa a modo de yapa y anticipo de la música que pronto comenzará a grabar con el Septeto. “Es parte de lo que se va a llamar Visiones de la pandemia, un disco que tendrá también una versión de ‘Soledad’, de Gardel y el resto música mía, compuesta en los tiempos de encierro”, cuenta Navarro. El estreno de su Concierto para bandoneón y orquesta, que compuso para Lautaro Greco, y la grabación del Concierto avalancha, para Septeto tanguero y Orquesta, que estrenó con la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, son algunos de los pendientes de Navarro. En tanto regresa a Piazzolla, “como se vuelve siempre al amor”, para recrear Pulsación, un disco que hoy se puede escuchar como un pliegue significativo en el desarrollo estilístico de Piazzolla, en el que se vislumbra mucho de lo que sería su música en la década del ‘70.