Durante los días de encierro de 2020, el grupo que integran Ana Chisari y Paula Sánchez ensayó de manera virtual y dio forma a ParoXismos, el espectáculo que la Compañía de Teatro y Títeres Tongo presentará hoy a las 21 en La Sonrisa de Beckett (Entre Ríos 1051). “Lo convocamos también a Norberto Massera, que se ilusionó muchísimo con poder dirigirnos y nos ayudó con la escritura”, comenta Ana Chisari a Rosario/12. La participación de Massera fue sustancial, habida cuenta de que “fue él quien nos acercó el texto Pim Pam Pum de Eugène Ionesco, un texto que fue inspirador para el armado de la obra. Ionesco lo escribe en la década del ’30, y muestra diferentes vivencias de muchos personajes en una situación de pandemia. No podíamos creer cómo se parecía a lo que nos estaba pasando”, continúa Chisari.

Con ParoXismos, la compañía Tongo celebra también sus 10 años de trabajo. “Ésta es nuestra forma de cumplir años, haciendo nuestra sexta obra de teatro y títeres. Nos ayudó el subsidio Ventanilla Continua (que entrega el Ministerio de Cultura), ya que nos permitió filmar la obra y es por eso que también la vamos a estrenar de manera online el 5 de diciembre, para quienes no puedan asistir o no vivan en Rosario”, prosigue. La elección de Ionesco remite también a una modalidad de abordaje escénico que el grupo privilegia. Según la titiritera, “venimos trabajando con obras en donde se muestran diferentes escenas relacionadas, con algún hilo conductor. Nosotras trabajamos con títeres de gran tamaño, de goma espuma, y laburamos la disociación entre el títere y el titiritero. Ya en nuestra obra anterior, Parte de mi parte, trabajamos sobre cómo viven diferentes personajes situaciones de inseguridad. Aquí hicimos algo parecido pero en relación a la pandemia. Nos pareció importante que aparezcan el anciano y el niño, porque fueron los primeros en ser confinados y los últimos en salir, el niño porque llevaba el virus en su mano y era peligroso, y el anciano porque si lo recibía se moría. También nos pareció importante que aparezcan las relaciones violentas en las parejas, sobre todo la violencia de género, a través de la vivencia de una mujer en situación de encierro; y las personas que viven en situación de calle, quienes al momento de la pandemia no podían circular ni tener un lugar donde poder vivir. Pensamos en lo difícil de retratar un hecho tan cercano, sin que dañara y generara angustia o tristeza, pero al trabajar con muñecos siempre se puede transmitir las cosas de una manera más general o teñidas de un cierto humor”.

-Es increíble la vigencia de aquella obra, tan similar a estos días.

-Ionesco toma diferentes vivencias. Por ejemplo, un señor que vive en una casa antigua, donde hay muchos sirvientes a los que les exige que cierren, limpien, ordenen; otra escena es sobre una pareja que se encuentra, luego de que él se escapa de la casa donde vive para poder verla, algo que realmente nos sucedió en pandemia; y hay otra situación, que no pudimos retratar, que tiene que ver con la cárcel, en donde el carcelero le dice a los presos que salgan, que total la gente se está muriendo, pero los presos no quieren salir de la cárcel.

Otro de los personajes de la obra de Chisari y Sánchez.

Entre Chisari y Sánchez también hay otra coincidencia: “Paula y yo somos trabajadoras de la salud (Chisari es médica generalista y Sánchez psicóloga); yo siempre traté de utilizar el arte para apoyarme y trabajar a su vez con los pacientes, para ampliar la clínica y los proyectos terapéuticos. Nosotras no dejamos de trabajar cuando comenzó la pandemia, y me ayudó mucho al llegar a mi casa del trabajo sentarme a trabajar desde lo artístico, en la escritura y la construcción de los objetos. Ahora incorporamos títeres de sombra, a partir de un teatrillo que es una ventana en donde ocurren las transiciones de la obra. Esa ventana nos permitió mirar el afuera, poder escuchar aplausos, una canción cantada por alguien, ver gente en situación de calle; el público podrá ver también esa ventana. El teatrillo lo construyó Osvaldo González, un escenógrafo que ha trabajado en el Teatro Colón y que realizó escenografías de películas”, explica.

En cuanto a los títeres y su puesta en escena, siempre particular y atractiva, Chisari señala que “llegamos al títere pensando en un objeto para los niños, pero nos dimos cuenta que podía ser un gran transmisor para el público adulto. Le damos vida a ese objeto y nos parece interesante, porque también llena el escenario; al ser solamente dos, con los títeres pasamos a ser cuatro. Es el títere al que le prestamos nuestra voz, algunas veces nuestras piernas, nuestras manos, se le da vida y una personalidad. La disociación que se hace en esta obra es en la escena final, la de los mendigos, en donde el títere es un mendigo y yo su pareja, su compañera. La vedad que es un trabajo bastante intenso porque requiere de mucho ensayo, pero también es lindo porque uno actúa y transmite emociones”.