El armado mayoritario del peronismo bonaerense que viene impulsando la conducción que encabeza Fernando Espinoza quedó ayer en estado deliberativo luego del fracaso de la reunión del miércoles a la que un importante grupo de intendentes no quiso sumarse. Uno de ellos, Ariel Sujarchuk, de Escobar, confirmó que el motivo de la negativa fue la presencia del ex vicepresidente Amado Boudou y del dirigente de Miles Luis D’Elía. “Algunas personas no tienen que ser parte de la renovación del peronismo”, sostuvo Sujarchuk. Los intendentes quieren reunirse con Cristina Kirchner.
Las diferencias resultaron llamativas dado que se trata de sectores que se reivindican como kirchneristas y reconocen el liderazgo de la ex presidenta. Sin embargo, también hay en medio un problema de estilo de conducción que viene de larga data. Los intendentes que se rebelaron –alrededor de 30, pertenecientes a los distintos grupos en los que se encuentran repartidos– aseguran que no sabían en detalle sobre quiénes participarían de la reunión en el auditorio de Caras y Caretas, ampliada a las otras fuerzas que componen el Frente para la Victoria. Por eso, cuando llegaron a la previa en la sede de la calle Bolívar y se fueron enterando de quiénes formarían parte de la mesa que se designaría para centralizar el armado, surgieron los enojos.
“Todavía no tienen registró que el mundo giró”, decía uno de estos intendentes “rebeldes” respecto a la conducción de La Cámpora, con quien no sólo se lleva bien sino que también habló ayer luego del entredicho. “No puede ser que no escuches a los propios”, aseguró haberle comentado a Máximo Kirchner. Desde La Cámpora sostenían que dirigentes como D’Elía contaban con una trayectoria en el campo social que debía respetarse. “Si quieren le organizamos un homenaje, pero no podemos arrancar una campaña con una foto con tipos tan desprestigiados mientras que del otro lado Randazzo se cuida tanto que ni siquiera habla”, argumentaba.
Más allá del fracaso del encuentro de unidad, los intendentes estaban conformes por las repercusiones. “Nos paramos de manos y marcamos que hay un límite”, afirmaba. Ahora quieren reunirse con Cristina Kirchner porque aseguran que en el ya famoso asado que mantuvieron en el quincho de Juan Cabandié la ex presidenta planteó algo muy distinto a lo que ahora proponen desde el kirchnerismo más duro respecto a la amplitud de la alianza que promueven. “Ese asado estuvo bárbaro. Salimos todos contentos y parecía que estábamos de acuerdo en todo”, recordaban con nostalgia.
“Si ahora no quieren que los intendentes formemos parte, que lo digan. La tarea que tenemos por delante es convencer a muchos, incluso a los que no nos votaron. Pero si no empezamos por no escucharnos a nosotros no vamos a conseguir convencer a nadie”, razonaba el intendente, que resaltaba la necesidad de un “proyecto electoral competitivo” que a ellos les garantice el control de sus concejos deliberantes. Imaginaba que si algunos de ellos no veían un proyecto así en este sector, podrían verse tentados a saltar hacia el armado de Randazzo. Pero antes que nada esperaban reunirse con la ex presidenta.
“Después de la derrota hubo una dispersión, una pérdida de conducción y después un proceso de cohesión entre diferentes grupos de intendentes, diputados, legisladores”, repasó Sujarchuk en declaraciones radiales, y agregó que “cuando esa cohesión suma actores que restan mucho más de lo que suman, entonces ahí dijimos alto”. Como respuesta, D`Elía subió a las redes una foto de la visita del mes pasado del intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, a la Embajada de Estados Unidos. “A éste le dieron la orden en la Embajada de EE.UU. de atacarnos a los compañeros luchadores antioligárquicos y antiimperialistas”, escribió.
Insaurralde es el más notorio miembro del Grupo Esmeralda que se sumó a este sector y que suena como muy probable candidato para encabezar alguna de las listas. Ayer estuvo entre los que prefirieron no participar del encuentro en Caras y Caretas y distribuir una foto tomada unas horas antes en la que se lo veía en una visita a un jardín de infantes junto a otros jefes comunales, tanto del Esmeralda como del Grupo Fénix, hermanados en el malhumor.