León Gieco cumple 70 y en el festejo multiplicado hay tanto de admiración como de cariño, de reconocimiento a una trayectoria sorprendente como de un modo especial de cercanía, esa que logran los grandes artistas populares con un público que trasciende edades, geografías, tribus y clases sociales. Víctor Hugo Morales ha dicho que él es "nuestro León Nacional" y la idea no podría ser más ajustada, más descriptiva del alcance de su figura incluso más allá de la música, porque es el tipo que a través de su arte se ha parado siempre en un lugar, inamovible, para decir y hacer desde ahí. 

En lo musical, en León Gieco está resumida la figura del "cantor nacional": como Gardel, y como aquellos con los que empezó a delinearse algo que luego se llamaría "música argentina", supo recorrer las latitudes de distintos géneros y hacerlos tierra propia. Ha dicho con orgullo que es el único artista que puede presentarse en esa meca del folklore que sigue siendo Cosquín, y al día siguiente ir a actuar al Cosquín Rock, sin que nadie lo pueda acusar de extranjero en ninguno de los escenarios. Y es cierto que no hay ningún otro artista en la Argentina que pueda presumir de sostener ese logro integrador en el tiempo.       

Pero además de eso, este cantor nacional ha concebido su arte en trama viva con las causas sociales, la defensa de los derechos humanos, la historia urgente de este país. En plena dictadura ha homenajeado a Víctor Jara en Los chacareros de dragones (por entonces en la Argentina el folklore hacía Argentinísima, y un "hippie rockero" venía a reivindicar al cantor chileno asesinado). Ha cantado a La memoria y ha celebrado El desembarco de Madres y Abuelas. Ha razonado: "Si me pedís que vuelva otra vez donde nací, yo pido que tu empresa se vaya de mi país... Y así será de igual a igual". Y ha gritado un grito que resuena doloroso en estos días: "¡Bajen las armas, que aquí sólo hay pibes comiendo!".  

En lo personal, ha acompañado infinidad de causas solidarias, se ha preocupado y ocupado por llevar su apoyo y ayuda concreta a lugares y situaciones que, en su gran mayoría, no han trascendido, porque así lo ha pedido él. Hace poco se enteró por este diario que Alfredo Moffat, después de brindar tanta ayuda, ahora la necesitaba él, y puso manos a la obra. 

Tan abarcativo en su música y coherente en su trayectoria, este cantor nacional podría ser recordado por haber compuesto un himno como Sólo le pido a Dios; por haber sabido captar el sentir de tantos provincianos que deben partir de su tierra en Cachito campeón de Corrientes. Pero sigue haciendo grandes canciones con su talentoso ladero Luis Gurevich y nos sigue sorprendiendo, nos despabila para no quedarnos sentados viendo cómo Todo se quema, nos canta exactamente lo que hoy comemos en Alimentación.com, nos invita a celebrar La amistad. Nuestro León Nacional cumple 70, y sus canciones nos siguen convocando a celebrarlo.