Lollapalooza Argentina, marzo de 2019. Mediodía de un otoño que no se asumía como tal. Y una cantidad todavía modesta de público, bajo un sol abrasivo. De repente, unos pibes de colores vivos y sacados de otra era toman el escenario por asalto para dar inicio a la fecha en el Hipódromo de San Isidro. Y, al otro lado del vallado, las cabezas comienzan a moverse. Los cuerpos se ven seducidos. ¡Hasta los patovicas bailan! Algo llamó la atención. Generó interés. Y quedó marcado para siempre.
Letras kitsch y pulso bailable. Pero también frases con altura y arreglos de voces, de cuerdas, de teclas; de lo que sea, pero siempre con un sello de calidad. Willy Crook, que la tenía clara pero no presumía (acaso para no avivar giles), lo explicó bien: "El humor es lo más cerca que se puede estacionar de la inteligencia". No es lo mismo causar gracia que hacer reír con una verdad contundente. ¿Cuál es el secreto que guarda Gativideo para ser tan pregnante? Es difícil escucharlos y no quedar atrapado. Y mucho menos si, además, los ves.
"Nadie hace música: la música ya está hecha", le dijo hace unos años Charly García a Lali Espósito (y la dejó regulando para toda la cosecha). Nadie puede inventar el vacío: siempre partimos de un lugar preexistente. Repetimos motivos ya creados. La clave, en todo caso, es hacia dónde vamos. Y, por supuesto, hasta dónde llegamos. ¿Qué camino tomar? ¡Qué dilema!
Un mes atrás, a propósito de los 70 años del nacimiento de Federico Moura, Renzo Montalbano, cantante y tecladista de Gativideo, le confesó al NO que advertía en su banda cosas de Virus que no habían sido premeditadas. ¿Será esa música que se columpia en el groove para saltar por encima de lo limitado y predecible? ¿La vocación performática más allá de la sonoridad? ¿Las letras que parecen una burla pero en verdad son cosa seria? ¿O el hecho de no asumir ninguna etiqueta, de no dejarse llevar por ninguna corriente, de no amarrarse a la corrección política de lo-que-debe-ser? Son solo preguntas.
► Los súper amigos
Como a muchos otros, la pandemia les puso el stop. La banda que había salido al ataque con Colorama, su disco debut de fines de 2018, quedó entonces congelada en un plano sin continuidad. Tal como canta el guitarrista Willy Fishman en su canción Cine shampoo: "Solo veo estática y estática".
Para su suerte, el cuarteto ya había decidido a principios de 2020 desacelerar de los escenarios a los efectos de construir nuevas canciones. Porque los temas de Gativideo no son un mero amontonamiento de palabras y melodías; ni siquiera reciben influencia únicamente de la música: "Compartimos mucho la apreciación del arte y el humor en distintos formatos, desde las series de Cartoon Network, Cha Cha Cha, The Legend of Zelda o Kingdom Hearts, Shrek o Pixar… hasta el helado, los sanguche' de miga y el café", describe el bajista Pablo Fenu.
El problema fue el desencuentro que provocó la pandemia: "Nosotros, ante todo, somos amigos. Mantener un proyecto sin la oportunidad de abrazarnos fue frustrante y angustiante", reconoce el bajista. "La pandemia nos obligó a repensar métodos y formas de hacer arte y contenidos. A la vez, el método de producción del disco se vio obligado a ser el que fue, por culpa de la pandemia."
Trabajando de manera remota, cada uno por su cuenta pero en función de un proyecto colectivo, se fue macerando lo que presentarán este domingo a las 20 en el anfiteatro del Parque Centenario: el flamante Boutique. Este disco es una continuidad de primero, pero con otra premisa ordenadora: "El proyecto fue cobrando otra relevancia en nuestras vidas, y en búsqueda de expandirlo mientras hacíamos arte y la exposición adquiría otras dimensiones, nos empujó a intentar hacer un álbum más serio", dice Fenu, zaga central de la base rítmica de Gativideo junto al baterista Nacho Morelli.
"Colorama fue un cúmulo de canciones que veníamos interpretando en vivo años anteriores a grabarlas. Canciones que tocábamos en centros culturales, para amigues y amigues de amigues, por diversión y por deporte. Lo que cambió ahora es la idea de reflejar lo mejor posible el crecimiento humano, artístico y profesional, tanto personal como del grupo, bajo conceptos sonoros, líricos y estéticos, intentando destacar una impronta un poco más 'seria', algo que nunca habíamos puesto en juego en el arte que expusimos", amplía el bajista.
► La gran merienda pop
Sintetizadores, pop y punk. Sonidos de videogames y guitarras presentes. Letras que hablan de gualichos y tardes azules entre hondas reflexiones existenciales, de la ilusión en Choquemos copas al tenso e intenso Qué te importa, dejando en el medio frases como: "No es que yo pierda el tiempo, es que en el tiempo me perdí". Y cuatro voces repartidas en una decena de canciones donde el arreglismo en función del buen gusto le gana en audacia a la simple picaresca que dominaba la poética de Colorama.
Por otra parte, el 30% de las canciones de Boutique están soportadas por sus respectivos videos. Es otro de los berretines creativos de los Gativideo, al punto tal que en plena cuarentena acompañaron la salida de Pasarela, una canción suelta publicada a modo de single, con un clip resuelto por animaciones y dibujos ante la imposibilidad de juntarse. "Los pensamos como piezas que acompañen el mood del tema, más allá de si responden a la letra o no. Son excusas para ponernos en situación actoral y ficcional, bajo una idea o un concepto que nos resulte original o al menos interesante", banca Fenu.
"Somos bastante controladores de todo lo que generamos y lo que engloba al proyecto. Tratamos de que las ideas surjan de nuestras mentes, en meriendas, por lo general, pero siempre acudimos al equipo de trabajo para pulir esas ideas y llenar los baches." La muestra de la delegación de tareas fue creciendo desde Gualicho hasta el reciente Mala vibra: "El primero lo dirigimos entre los cuatro por la naturaleza casera del mismo, y recién con el último delegamos bastante el desarrollo artístico y conceptual".
¿Qué sigue ahora? "Salir a tocar los temas nuevos y ver cómo repensamos los shows", analiza Pablo Fenu, conteniéndose de no agitar de más. Para esto último, en todo caso, ya tienen el escenario: vayan el domingo al Parque Centenario y fíjense, si no.