"Me encantó Buenos Aires", confiesa Patrick Hetherington, de Parcels, al otro lado del Zoom. "Me enamoré de su gente. También recuerdo mucho la sensación del anonimato. Caminaba entre las calles, y pensaba en eso. Imaginate que era nuestra primera vez en Sudamérica", cuenta el cantante y tecladista del grupo australiano que desembarcó en la capital argentina como parte de la última edición del festival Lollapalooza.
En ese momento fue con la chapa de artista revelación, tras lanzar en 2018 un disco debut epónimo que la rompió en todo el mundo. Un año más tarde los agarró la cuarentena en Berlín, donde fijaron residencia a partir de ver un video de The Whitest Boy Alive en una tienda de ropa que los cautivó. Pero antes del encierro, la banda documentó uno de los mejores streams de la pandemia en los estudios Hansa. En ese mismo lugar, David Bowie erigió la llamada Trilogía de Berlín, Iggy Pop improvisó la letra de Lust for Life, y artistas como Depeche Mode, U2 y Pixies grabaron discos fundamentales.
Pero Live Vol. 1 era apenas el abreboca de lo que estaba por venir. El 5 de noviembre, los de Byron Bay pusieron en circulación uno de los trabajos discográficos más ambiciosos no sólo de su generación sino de los últimos tiempos. Al punto de que destruye el algoritmo de Spotify: Day/Night es un disco doble dividido en tres partes. "Es una locura trabajar de la manera en que lo hicimos", reconoce Patrick. "En los últimos seis meses, nos costó soltarlo. Estábamos preocupados por si le gustaría a la gente. Pero luego pensamos: 'Ya está. Que sea lo que tenga que ser'."
► Una banda en escala de grises
A diferencia de hits como Lightenup o Tieduprightnow, lo nuevo de Parcels no es un material complaciente ni tampoco fácil de digerir. Aunque sí se aferra a rajatabla a la idea que emana de su título: poner en canciones los contrastes y tornasoles. Como el que avisa no traiciona, la banda lanzó previamente cinco singles, todos diferentes. "No lo pensamos mucho; lo único que tuvimos en cuenta fue esta idea del día y la noche. No solo se refieren a lo blanco o lo negro. No es tan sencillo."
--¿Por qué decidieron lanzar 19 canciones juntas?
--Sacamos dos discos juntos porque teníamos muchas canciones de diferentes estilos. Así surgió la idea de permitirnos abordar sonidos distintos. Fuimos hacia la luz y exploramos en la oscuridad, pero también pudimos pararnos en el medio de todo. Fue muy excitante para nosotros pasear por todos esos lugares.
--¿Siempre lo pensaron como un álbum conceptual?
--Sin duda. Gran parte del proceso fue sólo hablar y conceptualizar las ideas. Invertimos mucho tiempo en eso, en pensar el día y la noche, en las diferentes polaridades, en usar el mundo interior y el exterior. Después nos pusimos a componer, y a visualizar esa película que hasta ese momento no existía.
--¿Vos de qué disfrutás más? ¿Del día o de la noche?
--Si estoy hablando del hecho artístico, supongo que la noche me representa más. Para mí es algo así como un amor abstracto que no tiene que coincidir con lo que otras personas piensan. La noche es tan misteriosa que tiene esa cualidad psicodélica. Pero el día también está bien para mí.
--El disco dura una hora y media. ¿No es mucho para esta época?
--Sí, fue todo un riesgo. Tal vez, de forma inconsciente, tratamos de ir en el camino opuesto a lo que impone hoy la industria de la música. Hay mucho de longitud en este proyecto. Esta situación de duración extendida es algo parecido a la meditación, y creo que también queríamos explorar en eso.
► Bandalos australianos
En su primer álbum abundan las orquestaciones a cargo de Owen Pallet, que acá hace sobre todo arreglos de cuerda. Y en este segundo también es evidente la influencia del jazz, de la música dance y del pop barroco. En eso pesó mucho James Ford como productor, lo que además es todo un sello de garantía: el ex integrante de Simian fue responsable de algunos de los discos más notorios de los últimos 15 años, incluyendo el último de Gorillaz, Song Machine, Season One: Strange Timez.
"Nosotros produjimos ambos discos en nuestros estudio, y luego terminamos el proceso con él en París", explica Patrick. "James se encargó de la mezcla y también de algunos detalles de la producción, en la misma sala donde Arctic Monkeys hizo su último disco. Fue increíble trabajar con él. Nos ayudó a marcar la dirección, porque sabe un montón de rock y música dance."
A pesar de la apertura, de la experimentación y de la patada al tablero que distinguen a sendos discos, Parcels no dejó de lado uno de sus rasgos más cautivantes: su manera de entender el groove. "Es la base para todo lo que hacemos", confiesa el músico. "No importa el tipo de música. Podés tocar rock, country, folk y hasta heavy metal, y el groove siempre está ahí", explica. "Y nosotros estamos atentos a eso. Fue la razón de ser de la banda, y sigue estando en cada cosa que hacemos."
Apenas apareció en la escena musical, el quinteto deslumbró a artistas del calibre de Daft Punk, Phoenix, Air o Kings of Convenience. Y también sirvió de inspiración para grupos locales como Bandalos Chinos. "Es increíble lo que me decís de este grupo argentino", se sorprende Patrick. "Pienso que de a poquito fuimos construyendo un sonido propio, un groove único. O al menos ésa es la idea. Es muy loco lo que nos pasó en los últimos tres años, y que muchos artistas a los que admiramos hablen tan bien de nosotros. Nos parece hermoso."