El pasado 18 de noviembre, la Unidad de Información Financiera designó con el nombre de David “Tute” Baigún al Aula de cursos de ese Organismo. El acto, al que asistieron familiares, funcionarios y amigos, contó con la intervención de los/las docentes universitarios/as Alberto Fernández, Raúl Zaffaroni, Matilde Bruera, Eduardo Barcesat, Marcelo Mónaco y Claudia Rocca quienes evocaron distintas semblanzas y anécdotas de la vida de Baigún.
El encuentro fue un reconocimiento a la travesía intelectual de Tute, desarrollada en torno a la filosofía de la praxis y comprometida con la protección de los derechos humanos, sin sucumbir al influjo de los diseños punitivos concebidos desde academias orgánicas y organismos internacionales sostenidos por el poder corporativo concentrado. David dedicó parte de sus mejores energías en articular enseñanza con investigación. Tarea esta que lo llevó a recorrer distintos senderos que merecen ser retomados hoy en vista a su vigencia, los desafíos de nuestra época y en perspectiva de futuro. De los distintos senderos que recorrimos juntos, me parece oportuno traer a la memoria algunos acontecimientos significativos.
El retorno a la Facultad de Derecho. Hacia fines del año 1983, caída ya la dictadura económico-militar, se hizo posible retornar a la lucha por recuperar la Universidad pública como ambiente propicio para la libertad de pensamiento y el resguardo de los intereses del pueblo argentino. En los años que siguieron, el compromiso de David como educador se extendió hacía diversos emprendimientos culturales en casas de estudios del país y el extranjero. En medio de estas inquietudes, solía recordar que en una oportunidad, en que se encontraba en un centro de investigaciones de Friburgo, se vinculó con un colega colombiano que buscaba material para profundizar sobre Derecho penal peruano. Entonces se preguntó: ¿será posible que tengamos que venir a Europa para conocer nuestras propias fuentes, no tendríamos que proyectar un lugar de estudio para que, en todo caso, los jóvenes latinoamericanos vayan a Buenos Aires y no a Europa? Como respuesta a esos interrogantes Tute se dedicó a promover ámbitos en donde se pudiera llevar a cabo la tarea de investigar. Nacieron así, a la luz de su empuje, distintos equipos juveniles y propuestas alrededor del Centro de Asuntos y Estudios Penales del Banco Central de la República Argentina y del Instituto de Investigaciones Ambrosio Gioja de la UBA, como también fueron tomado forma: la Carrera de Especialización en Derecho penal y la Maestría en Derecho penal del Mercosur de la Facultad de Derecho. En ese rumbo, David también invitó a sus colaboradores a participar en la búsqueda de antecedentes que permitiera reunir pruebas y llevar adelante los juicios del Plan sistemático de apropiación y sustitución de identidad de menores. Esta propuesta dio lugar a la constitución de un equipo de abogados dirigido por Baigún, Alberto Pedroncini y Julio Maier y que integráramos en su primera etapa con Marcelo Mónaco y Daniel Pastor.
La boina y su pipa. Una fría, soleada y agradable mañana de un 31 de mayo en que me dirigía por la calle Uruguay, para votar en las elecciones internas de la Asociación de Abogados de Buenos Aires, pude divisar al Tute parado en la puerta de esa asociación mientras conversaba con otros colegas. En esa circunstancia reparé en que el gabán azul abotonado, la boina negra ladeada, su infaltable maletín y la pipa, daban tono y color a su figura y rostro sonriente. En especial, la boina y la pipa representaban dos aspectos que quiero resaltar porque reflejan facetas de la existencia de Baigún. Aspectos que simbolizaban tanto el espíritu de la nouvelle vague, como el de las luchas revolucionarias libradas en distintas geografías. Lo que me llevó también a recordar aquella conversación con David y Julio Maier, en la Sala de profesores de la Facultad, acerca de la vigencia de una frase de Sartre, donde el filósofo sostiene que el marxismo es la única filosofía viva de nuestros tiempos toda vez que no han cambiado las situaciones históricas que le dieron origen.
Utopías. Tiempo después, al exponer sus ideas y ante una pregunta acerca de los motivos que lo impulsaban a emprender sus proyectos, respondió “es por algo muy simple, al margen de cualquier problema político, religioso o filosófico creo que los hombres pertenecemos a dos grandes sectores: aquellos que deseamos que la sociedad se transforme en algo más justo y pensamos que se podrá lograr, que sufrimos cuando vemos las injusticias e inequidades y que deseamos cambios sociales en beneficio de todos. Después, está el otro sector, que es totalmente indiferente y al que lo único que le preocupa son los aspectos personales. La verdad es que siempre he considerado que el abogado debe ponerse al servicio de las causas nobles y creo, en definitiva, que mi existencia se justifica si me pongo al servicio de la transformación y de toda la comunidad”.
*Profesor consulto, Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires