Empecemos, queridérrimes lectoros y lectoras, por una leve, acaso tenue, definición del término que da título a esta columna. La anosognosia es una enfermedad que consiste en no reconocer, justamente, que se la está padeciendo, o que es más grave de lo que parece (o padece), o que uno no tiene lo que le parece que tiene, sino otra cosa, mucho peor.
Si nos agarramos del lenguaje, digamos que “a” en el griego es “sin”; “noso” viene de “noxa”, enfermedad; y “gnosia” viene de “gnosis”, conocimiento. O sea: “sin conocimiento de enfermedad” sería una definición masomeno adecuada.
Por supuesto que es un término médico, pero parece que puede ser aplicado a otras disciplinas. Así, por ejemplo, si alguien "es humilde, pero cree que si vota a los ricos se transforma en rico automáticamente” o si "es impopular, pero cree que si la gente no vino a escucharlo es porque estaba lloviendo (y hay un sol radiante)” o si "cree que la culpa de sus propias miserias la tienen los mapuches, los iraníes, las mujeres, los varones o los marxianos con equis”, probablemente esté sufriendo (o disfrutando) de anosognosia. Sin saberlo (obvio, si lo supiera, ya no será anosognosia, sino “pelotuditis infodémica”).
Definido lo que hubo que definir, debemos, quizás, informarle, amadobuduísima lectora, por qué tomamos esta palabra para esta columna.
Resulta que desde hace unos años, la actual opoderecha (porque esa es su “posición”) cuenta en sus filas con una “rama sedicente médica” que se dedica, con más pena que gloria, a diagnosticar los males que padecerían personas que jamás han solicitado sus servicios hipocríticos (más de hipócritas que de Hipócrates) y que ni siquiera han pedido un turno virtual a través de las páginas de sus prepagas.
Parecería que lo hacen gratis, por vocación de servicio, pero tememos que no.
Así las cosas, hace algunos años, un militante de la rama médica (¡perdón, quise decir mediática!) de “Endeudemos” no tuvo el menor drama en afirmar, violando unas cuantos ítems del secreto profesional (por ejemplo, que no se difunden públicamente las enfermedades de los pacientes, y mucho menos de quienes no siquiera lo son, y mucho menos si es mentira), que la presidenta de aquel entonces, actualmente vice, padecía el “síndrome de hybris”. Hybris (pronúnciese "jibris") es una palabra griega traducible como “desmesura” y es un elemento típico de la tragedia griega, de la dramaturgia.
Esas tragedias, donde alguien termina matando a su padre y acostándose con su madre (Edipo), muerta por su propio hijo (Clitemnestra), matando a su hija (Agamenón), matando a sus hijos (Medea), o donde dos hermanos se matan uno al otro (Eteocles y Polinices), y todas esas cosas horribles que los antiguos reyes y reinas griegas hacían con el supuesto apoyo de los dioses, para poder seguir siendo reyes y reinas, a veces sin saber lo que estaban haciendo (aunque a veces sí, pues no tenían anosognosia) y para darles de comer a los dramaturgos como Sófocles, Esquilo o Eurípides, y, dos milenios después, a los psicoanalistas.
Quizás el informédico en cuestión vio cierta similitud entre las barbaridades que acabo de contar y la Asignación Universal por Hijo; los planes Procrear, Progresar, Conectar-Igualdad, por ejemplo. Quizás supuso que eran desmesuras para seguir en el poder. O quizás no se dio cuenta de lo que él mismo estaba padeciendo: no hybris, sino anosognosia, ya que no se daba cuenta de que esas medidas eran maneras, le gustase o no, de resolver cuestiones sociales graves.
Pero Doblenelson (aquel informédico) no está solo. Hace pocas horas, otra eminencia –casi diríamos protuberancia, que es lo mismo– de la derecha científica, le “diagnosticó” (o tal vez “anosognosticó") a nuestro presidente, que jamás fue su paciente, “anosognosia”.
¿Cómo lo hizo? ¿Es posible que haya sido su paciente en el metaverso? ¿Habrá confundido al presidente actual con ese que veía “lluvia de inversiones” donde solo había “sequía y mishiadura”? No lo sabemos. Pero, por otro lado, ¿cuál sería el problema que “desconoce” el presidente? ¿Que hay mucho por resolver? ¿Que cuatro años de gobierno de “Endeudemos” nos dejaron con el tujes mirando al norte? ¿Que una pandemia se cargó a varios millones de personas en todo el mundo, incluyendo a más de cien mil argentinos?
¿No será que el problema es que ellos mismos, los que acusan al presidente de “desconocer el problema”, son “parte del problema”? (Ya que andan cambiando de sigla para cada elección, “NOXA” (Neoliberales Obsecuentes Xenófobos Antipopulares) sería un buen nombre para el 2023, sobre todo si se unen con los libert-arios).
Habría que avisarle/s que el presidente mostró públicamente tener conocimiento de todo eso, mientras él/ellos, quizás, miraban otro canal.
Sugerimos al lector acompañar esta columna con el video “El mundo está medio raro”, de RS Positivo, Rudy –Sanz, cuyo regreso a las funciones presenciales se producirá en pocos días