Música de Portugal, pero bajo una sutil mirada latinoamericana. En el llano, esto quiere decir que Fadeiros conserva su ADN, el mismo que sostiene hace quince años y tres discos impregnados de fado, pero con giros, guiños y misterios que de a poco van haciendo convivir bien a la canción tradicional portuguesa con variopintos sonidos de la Patria Grande. La prueba está en Otro mar de fados, disco que la agrupación estrenará en vivo este domingo a las 20.30 en Rondeman (Lavalle 3177). “La única diferencia con los otros tres discos es que en este el abordaje un poco más contemporáneo”, se encarga de salvar el contrabajista Nicanor Suárez. Otro matiz lo aporta la guitarrista Patricia Alvarez, al señalar la aparición del charango y el cuatro venezolano para acompañar los sonidos que, axiomáticamente, le bajan al grupo desde el brumoso puerto de Lisboa.
Otro mar… consta de nueve piezas que frecuentan cadencias lentas y veloces a iguales dosis, a la vez que se permite algún “desliz” como el vals “A valsa”, o el arriesgado medley final que ensambla tres formidables temas: “Havemos de ir a Viana”, “Coimbra” y “Uma casa portuguesa”. “Lo grabamos en vivo y sin regrabaciones”, subraya Alvarez, acerca de algo que ya había ocurrido con el trabajo anterior (Tanto mar), con la salvedad de que aquel fue con público interactuando con los músicos en la grabación. “En este nuevo CD, la sensación del vivo está dada por los músicos que grabamos todos juntos y en un mismo momento”, remarca la guitarrista que, además del mencionado Suárez, juega en tándem con la cantante Ana Kuzmuk; Pepa Vivanco, en flautas; y Mariano Gora, en clarinete, flauta, y percusión. “Por otro lado, este material cuenta con nuevas versiones y también con un repertorio que se fue gestando durante la pandemia, con todo el entusiasmo de continuar trabajando juntos a pesar del momento de aislamiento”, completa.
-¿Qué balance hacen de la trayectoria de Fadeiros en estos quince años?
Ana Kusmuk: -Bueno, el fado nos fluye desde el primer contacto que tuvimos con él, hacia principios de siglo. Por suerte, desde que el género nos convocó, nos comunicamos a través de él sin ninguna barrera, más bien como si obrara de puente entre culturas, entre puertos, entre latitudes. Esta música es muy sencilla de sentir y muy fácil de apropiar, para luego disfrutar y compartirla con el público.
Nicanor Suárez: -Además, es una música que no es masiva. Más bien, lo contrario: su motor es el amor al arte y el hecho de tratar de aportar un granito de arena en la difusión de algo que tanto nos conmueve.
-¿Cómo pivotean esa tensión que siempre aparece entre el “respeto” por un género y la “libertad” de interpretación, que suele aparecer en el proceso creativo?
N.S.: -Creo que aportamos una mirada desde este lado del océano con la impunidad que nos da el hecho de no ser portugueses (risas).
P.A.: -Y además, pesan las innovaciones que fuimos incorporando, como instrumentos que no son clásicos en el fado o versiones con cadencias latinoamericanas que por supuesto tienen que ver con nuestro origen argentino. De todas formas, la idea es tratar de no modificar los fados clásicos en lo concerniente a su estructura tradicional, aunque sí darnos ciertas "licencias", siempre y cuando las canciones lo permitan.
-¿Por qué pasaron tres años entre la grabación y la edición del disco? ¿Fue la pandemia la única causa?
N.S.: -Nos pasó la pandemia, sí. Y fue muy fuerte, porque editar un disco y no presentarlo en vivo era algo que, dada la esencia de la agrupación, no nos motivaba de ninguna manera.
P.A.: -Otra arista del trabajo es que, inicialmente, la idea era tener el material en un sonido y video de calidad para subir a las redes, pero luego tuvimos las ganas de plasmar todo eso en un disco, lo cual, lógico, llevó su tiempo.
-¿Cómo resultó la experiencia de grabarlo como si fuera en vivo?
N.S.: -Nos nació del encuentro de una tarde en el estudio Casa Frida, hasta con la tranquilidad de no saber si esa sesión se iba a transformar o no en un disco. Fuimos a hacer un registro y, pasado el tiempo, el resultado nos conformó tanto que finalmente decidimos editarlo.
A.K.: -Tuvimos la necesidad de plasmar nuestra trayectoria en imagen y sonido, y nos fuimos un poco de la ciudad al campo, pero una vez vueltos al estudio, volvimos a experimentar el mejor escenario que es tocar en vivo mirándonos en grupo. Esto resultó en una única jornada de grabación fresca y absolutamente productiva, fructífera.
-¿Ha crecido la escena del fado en Buenos Aires o se está como cuando se llegó de Lisboa?
P.A.: -Por suerte, y gracias a la llegada de varias cantantes portuguesas, el fado en Buenos Aires se difundió en gran medida. Además, con los festivales de fado y tango que se realizan cada año en esta ciudad, se generó un mayor conocimiento por parte del ambiente del tango, que definitivamente se sumó a este género.