En tiempos de abundante literatura maradoniana es raro -pero acertado- que haya aparecido un libro sobre otro jugador emblemático. Pelé en celeste y blanco, de Luis Vinker (Ediciones Al arco), describe el paso del brasileño por la Argentina durante su etapa como jugador. Décadas del 50, 60 y 70. Al mismo tiempo, es un repaso por textos de grandes cronistas de la época.
Pelé visitó el país con la Selección de su país y con la camiseta del Santos. La estadística de cada uno de esos partidos amistosos y oficiales está a cargo del periodista Oscar Barnade.
“Personajes como Cassius Clay y Pelé fueron los que llevaron en los 60 al deporte hacia una nueva dimensión popular en todo el mundo. Clay quedó envuelto en las luchas de su época y sufrió persecución, Pelé se limitó al fútbol. Y demasiado hizo allí”, escribe Vinker en las primeras de las 158 páginas. Es una forma de presentar al protagonista y su tiempo. Brasil en dictadura. “Alí no tenía riesgo de pasar por la tortura, aún cuando sí por la cárcel. En cambio, en Brasil, Pelé no tenía ninguna garantía”, cita Vinker al periodista Jaca Kfouri. Y se aclara que el futbolista estaba en las listas de personas públicas “marcadas” por la dictadura.
Entre los recuerdos se destaca un partido emblemático: Racing-Santos, el 28 de septiembre de 1961, en cancha de Huracán. Amistoso para el que se vendieron 43 mil entradas. “Fue la mayor ovación que recibí en mi vida (...) El público se puso de pie y me ovacionó durante diez minutos”, le recordó años después Pelé al periodista Pedro Uzquiza. “Fútbol para los dioses”, tituló El Gráfico. “Racing jugó un gran partido, el mejor que le vimos nunca. Santos fue superior, pero sin aplastar”, refirió Dante Panzeri.
El Santos de Pelé visitó a Boca en la final de la Libertadores de 1963. Los brasileños ganaron como locales en la ida 3 a 2 y en la revancha en La Bombonera 2 a 1. Al año siguiente, Independiente goleó al Santos 5 a 1 en un partido para inaugurar la iluminación de la Doble Visera. También hubo cruce en Libertadores. El Santos jugó con River, con Colón de Santa Fe, con Talleres de Córdoba, con Rosario Central, con los platenses Gimnasia y Estudiantes, con Huracán y con un combinado marplatense, otro mendocino y otro de Tucumán. También se da cuenta de un 1 a 1 con Sarmiento de Resistencia, Chaco. Pelé era la atracción. Por eso las giras pasaban pasaban además por Asia, Centroamérica y por una África envuelta en guerras civiles.
Vinker nos recuerda que Pelé simpatizaba con Boca entre los equipos argentinos. De hecho, para El Gráfico posó con una camiseta de Boca. Y refirió a sus buenas noches en las cantinas del barrio. Sus compañeros de Selección Orlando y Valentim le insistieron por esos colores. Sin embargo antes le gustaba Racing porque su mamá se llamaba Celeste. Incluso Vinker cuenta que alguna vez lo quiso incorporar River.
“No hay otro más que Pelé”, se cita a Osvaldo Ardizzone. Y Juvenal: “Estando Pelé en una cancha siempre habrá algo para ver, admirar, celebrar, emocionarse o agradecer”.
Entre las opiniones de futbolistas, César Luis Menotti dice que Pelé es “un extraterrestre, el futbolista ideal, el que tenía todo”. Roberto Rogel: “Fue el jugador más completo de nuestra época”. Y Ramos Delgado: “Jugar era lo mejor que nos podía pasar porque el juego era un goce. (...) En el Santos nadie era caracúlico y el fútbol no se asumía con drama como en Argentina”.
Menotti reaparece en las últimas páginas al contar que convenció a un Pelé a punto del retiro de que participe junto al Santos en un amistoso con el Huracán campeón del 73: “Me tomé un avión a San Pablo, de allí me fui a Santos, a la casa de Pelé. Le expliqué lo que significaba el partido, era un homenaje al fútbol y a él mismo, ya que seguramente no volvería a jugar en la Argentina”.
“El brasileño (por Pelé) queda asociado a la época en la que el fútbol se consolida como espectáculo de masas, universal, televisado, hasta transformarse en una verdadera industria”, analiza Vinker en las últimas líneas del libro. Antes y después habré referencias a otros grandes, como Di Stéfano, Cruyff, Messi y -claro- Maradona.
De paso por Mendoza
Del paso de Pelé por Mendoza vale la lectura del libro El boxeador que sonreía demasiado, una biografía sobre Alejandro Lavorante escrita por el periodista Rolando López, fallecido este año. Hay unos párrafos dedicados a Pelé. La historia tiene que ver con el ex presidente de Godoy Cruz Ángel Antonio Rodríguez. Personaje de la noche, se inclinó por el esoterismo. “Siempre lo acompañó la idea de que era poseedor de poder curativos”, cuenta López.
En un viaje a Porto Alegre se hospedó en el mismo hotel que el plantel del Santos. Al cruzarse con Pelé, lesionado, le habló de sus condiciones y le ofreció curarlo. El jugador aceptó. Rodríguez usó sus supuestos poderes y le dijo que en veinte días iba a estar curado. Pasado ese tiempo Pelé lo llamó para agradecerle y decirle que ya no tenía aquella lesión. Como forma de agradecimiento, Pelé aceptó ir a Mendoza a jugar un amistoso con sus compañeros del Santos.
“El 1º de marzo de 1964, el Santos de Brasil -el equipo más poderoso del planeta y que tenía preparada una gira por Argentina que no incluía Mendoza- se presentó en el Estadio Feliciano Gambarte para jugar un amistoso contra Godoy Cruz reforzado. Por el partido, los brasileños no cobraron más que el traslado y el hospedaje. El juego terminó 3 a 2 a favor del Santos. Pocos sabían -y saben- que ese encuentro pudo hacerse por el gesto de agradecimiento que Pelé tuvo para con Rodríguez”, cuenta López.
La nota se publicó originalmente el 13 de noviembre de 2021