El presidente más joven de la historia de Francia impulsa un cambio de paradigma con un gobierno de composición amplia y diversa. Emmanuel Macron presentó ayer, tal vez con la búsqueda de ese equilibrio que le permita romper las líneas partidistas como norte estratégico, un gabinete en el que veteranos se dan la mano con las nuevas caras de la política y donde figuras de izquierda, derecha, centro y hasta los verdes deberán convivir bajo una misma estructura. De los 22 integrantes de su equipo, la mitad son mujeres; hay cinco socialistas, cuatro centristas, tres conservadores y dos de izquierda, el resto proviene de la sociedad civil, tal como había prometido el ex ministro de Economía de François Hollande durante su campaña. Macron dio el primer paso en la constitución del grupo de trabajo que lo acompañará el lunes, cuando nombró como primer ministro a Edouard Philippe, diputado del partido Los Republicanos, “un hombre de derecha”, según sus propias palabras, y ajeno al partido del presidente, En Marcha.
Macron completó ayer el tablero con las fichas que quedaban por acomodar. El alcalde de Lyon, Gérard Collomb, miembro del Partido Socialista francés (PS) y quien emergió como la primera gran figura pública que abrazó la causa de Macron, fue nombrado ministro del Interior: ahora deberá encabezar una de las carteras más sensibles con un país en estado de emergencia y amenazado por el terrorismo jihadista, que tras una ola de atentados se cobró la vida de 239 personas.
Jean-Yves Le Drian, otro peso pesado del socialismo galo y un clásico del hollandismo que se desempeñó como ministro de Defensa bajo la presidencia del ahora ex presidente, estará al frente del Ministerio de Europa y Asuntos Exteriores con una misión para nada menor: en sus manos estará la obligación de refundar la Unión Europea (UE). En este sentido, el discurso europeísta se repitió ayer como una constante en las primeras palabras que dirigieron varios ministros al asumir sus carteras.
En tanto, el veterano centrista François Bayrou vio recompensado su apoyo a Macron durante la campaña electoral, cuando anunció que retiraba su propia candidatura para sumarse a la del joven aspirante: estará a cargo del ministerio de Justicia. Además, Macron dejó buena parte de la gestión económica de su Ejecutivo en manos de la derecha: Bruno Le Maire, del partido Los Republicanos, aspirante derrotado en las primarias de su partido, fue nombrado para dirigir el ministerio de Economía, un puesto considerado clave ya que Francia podría convertirse en 2018 en el único país de la eurozona en registrar un déficit superior al 3 por ciento de su Producto Bruto Interno. Mientras que Hacienda quedará en manos del benjamín ministerial, Gérald Darmanin.
Por Los Verdes, Macron optó por designar al mediático activista Nicolas Hulot como “número tres” del gobierno y ministro de Ecología. Hulot, que había rechazado siempre las invitaciones a participar en un gobierno, es uno de los tres ministros de Estado, con rango superior al resto, junto a los responsables de Interior, Gérard Collomb, y de Justicia, François Bayrou.
Aunque se trata de un gabinete que apunta a compartir espacios políticos en cuanto al género, con once hombres y once mujeres (16 ministros, dos ministros delegados y cuatro secretarios de Estado), sólo una de ellas, Sylvie Goulard, tendrá uno de los llamados “ministerios de soberanía”, en su caso el de Defensa. Las mujeres entran en el gobierno de Macron, principalmente, desde la sociedad civil. La ministra de Sanidad será Agnès Buzyn, hasta ahora presidenta de la Alta Autoridad para la Salud; Cultura va para la editora Françoise Nyssen y la ex tiradora olímpica de esgrima Laura Flessel asumirá Deportes.
Algunos analistas indican que especialmente escrutada será la labor de la nueva ministra de Trabajo, la empresaria Muriel Penicaud, quien deberá llevar adelante la reforma laboral, una de las primeras medidas que pretende sacar adelante el nuevo presidente. Al frente de Educación, que se perfila como otro de los pilares de la acción gubernamental, estará el hasta ahora director de la Escuela Superior de Ciencias Económicas y Comerciales, Jean-Michel Blanquer.
Con todo, la búsqueda de la síntesis parece quedar reflejada en la variopinta composición del Ejecutivo, que incluye a cuatro miembros del movimiento macronista En Marcha, tres centristas del partido MoDem, dos socialistas, dos conservadores, dos radicales de izquierdas y un ecologista. Fruto de la preocupación de Macron por la regeneración, Bayrou, Le Drian y Philippe deberán abandonar de inmediato sus cargos locales y regionales. Además, cualquier ministro que no logre ser elegido por su circunscripción en las próximas legislativas de junio deberá renunciar a su cartera.
Macron debía anunciar su gobierno el martes, pero demoró el anuncio para verificar los antecedentes de los futuros miembros de su equipo. La situación fiscal de cada ministro, como la existencia de potenciales conflictos de intereses que pudieran ocasionar sus nombramientos, fueron verificados minuciosamente por el Eliseo. Todos se comprometieron, una vez investidos, a ejercer sus funciones de manera irreprochable. Macron quiere evitar a toda costa cometer los mismos errores de su predecesor, el socialista François Hollande, cuyo quinquenio estuvo marcado por el escándalo de evasión fiscal de su ministro de Presupuesto, Jerôme Cahuzac.
La imagen de frescura y renovación quedó reservada para el propio presidente, de 39 años, y su primer ministro Philippe, de 46. El resto del gabinete tiene una edad media de 54,6 años. A modo de comparación, el primer gobierno de Hollande tenía una media de 52,4.