Debajo de una magnífica infraestructura, que promete hacer de Qatar 2022 un Mundial para el asombro, subyace una grave situación denunciada por organismos internacionales: la muerte de trabajadores migrantes de la construcción y la explotación a la que son sometidos los obreros.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) informó recientemente que durante el año pasado 50 trabajadores murieron, 506 resultaron gravemente heridos y otros 37.600 sufrieron accidentes leves en situación de trabajo.
En febrero pasado, el diario británico The Guardian calculó en más de 6.500 el número de migrantes muertos en Qatar desde 2010, en base a informaciones recogidas de las embajadas de India, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka y Pakistán en Doha.
El emirato se negó a confirmar oficialmente esa cifra y destacó los progresos registrados en la legislación laboral: la introducción de un salario mínimo de 1.000 riyales (unos 280 dólares) y la abolición del sistema kafala, que convirtió al país en el primero de la región en eliminar las restricciones para que los migrantes puedan cambiar de trabajo y salir de sus fronteras sin permiso de sus empleadores.
Sin embargo, la organización de derechos humanos Amnistía Internacional (AI) denunció que el salario promedio para los trabajadores se encuentra por debajo de los 220 dólares y que a muchos de ellos las empresas les retienen el pasaporte al incorporarse a sus proyectos.
Los obreros pagan entre 500 y 4.300 dólares a contratistas en su país de origen para acceder a una oportunidad laborar en el Estado de la península arábiga.
Una vez allí, los trabajadores viven en condiciones de hacinamiento, sufren retrasos en los pagos, son impedidos de abandonar las obras, no pueden cambiar de trabajo, reciben amenazas y son víctimas de tareas forzosas, según AI.
Qatar, el mayor proveedor mundial de gas licuado y uno de los grandes productores de petróleo, tiene cerca de 2.8000.000 habitantes y alrededor del 80% son inmigrantes. El 95% de la fuerza laboral relacionada con la Copa del Mundo (1,7 millones de empleados) proviene de países subdesarrollados.
Su ministro de Finanzas, Ali Shareef Al-Emadi, estimó que el gasto total de organización del Mundial 2022 rondará los 200.000 millones de dólares. Además de los estadios, el emirato se embarcó en la construcción de autopistas, vías ferroviarias, aeropuertos, hospitales y otras obras.
"Nunca vi un país en el mundo preparado con tanto adelanto, será como una tienda de juguetes para los aficionados", declaró el suizo Gianni Infantino, presidente de la FIFA, en una reciente visita a Qatar.
El máximo ente rector del fútbol espera generar ingresos cercanos a los 3.500 millones de dólares en la Copa del Mundo del año próximo.