Qatar sorprendió al planeta el 2 de diciembre de 2010 cuando la FIFA lo designó como organizador del Mundial 2022, sin sospechas del escándalo de corrupción que se desataría años después, motivado por un conflicto de intereses.
El emirato fue elegido como anfitrión de la primera Copa del Mundo en Medio Oriente pese a su nula tradición futbolística, su escasa amplitud territorial y su agobiantes temperaturas, que obligaron a correr la competencia a los inéditos meses de noviembre y diciembre.
Incluso con todos esos factores en su contra, el país árabe pudo derrotar a Estados Unidos, Australia, Corea del Sur y Japón en el proceso electivo. La designación final llegó en una cuarta instancia con 22 votos a su favor contra 14 para la candidatura norteamericana.
Las sospechas de corrupción en el procedimiento no pararon de crecer desde ese momento y la FIFA inició una investigación interna a cargo de Michael J. García, exfiscal general de Estados Unidos, quien renunció a su cargo cuando la Comisión de Ética dictaminó que no habían existido irregularidades.
Las investigaciones de la prensa europea revelaron que el presidente de la Federación qatarí y también titular de la Confederación Asiática de fútbol, Mohammed bin Hamman, pagó hasta 3,6 millones a 30 miembros de la FIFA para asegurarse el voto favorable a Qatar.
Nueve días antes de la votación, el entonces presidente de le UEFA, el francés Michael Platini, se había reunido con el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy y el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, emir de Qatar, para terminar de cerrar el plan.
En mayo del 2015 la Justicia estadounidense ordenó la primera ola de detenciones a dirigentes acusados de fraude electrónico, blanqueo de dinero y extorsión. El mismo día las autoridades de Suiza, país sede de la FIFA, confirmaron la apertura de un proceso penal en relación a la concesión de los Mundiales de Rusia y Qatar.
El FIB tomó intervención cuando se comprobó que el pago de algunos sobornos se canalizó mediante entidades financieras locales, lo que materializaba el delito en territorio estadounidense.
La megacausa en la justicia de ese país, impulsada por la fiscal general Loretta Lynch, también investigó irregularidades en los contratos multimillonarios de televisión de Copas del Mundo (2018 y 2022) y Copas América (2015 y 2016 -realizada en Estados Unidos-).
En diciembre del 2015, el expresidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, y Platini fueron suspendidos por el Comité de Ética de la entidad. Unas 42 personas, entre dirigentes y empresarios, cinco de nacionalidad argentina, fueron acusadas de participar del FIFA-Gate.