“Para todos, todo”, la frase, de Mayra Mendoza, se repite como un mantra en los pasillos de la municipalidad quilmeña. La gestión de esta joven mujer --camporista y feminista--, impuso desde su llegada en 2019, una política diseñada para dar respuestas a una población heterogénea, y desigual en sus demandas. El distrito ostenta diferencias socioeconómicas palpables de un barrio a otro, a veces con solo cruzar una calle. Allí residen unas 700.000 personas.
Mendoza se ocupó de dotar al distrito de grandes obras y de pequeños gestos. Busca “poner en líneas de igualdad a nuestros barrios. Los que tiene todo lo que necesitan para vivir, que estén mejor, y que los que no lo tienen lo puedan alcanzar. Ese es nuestro objetivo”, detalla. Y dispone: asfalto, luces, agua, tratamiento de residuos, y sobre todo --señalan sus colaboradores--, una gestión donde cuenta la participación comunitaria “en el día a día”. Se escucha al vecino.
En una recorrida por distintos barrios de la ciudad, pueden verse las obras de infraestructura. Pavimentación, agua, conectividad. De mayor intensidad en las zonas alejadas del centro. Y en el centro, una gestión enfocada en aspectos como seguridad o tratamiento de residuos. El plan “está diseñado desde los barrios hacia el centro” subraya la Secretaria de Obras Públicas y hoy concejala electa Cecilia Soler.
Ahora “lo importante es lo que viene” asegura la intendenta. Y fiel al conocido adagio peronista, en vez de prometer, realiza, y muestra: Página/12 pudo hablar con vecinos de distinto signo político y constatar en cada sitio el valor social de distintas obras y diferentes políticas públicas. También percibir la dimensión de “lo que falta” en relación a estos dos años de gestión del FdT. El balance es positivo, aun cuando el resultado porcentual de las elecciones generales posicionó al oficialismo a solo un punto de su rival: 40 por ciento frente a 39 de Juntos. Pero el aumento desde el 33 por ciento de septiembre, al 14 de noviembre, muestra la recuperación trabajada “vecino a vecino”.
“Tuvimos que salir a decirlo, poner la gestión en evidencia”, señalan los militantes del espacio. Exponer las políticas en ejecución, evalúan, fue uno de los pilares que le permitió al Frente de Todos, revertir en Quilmes en las últimas elecciones generales, el resultado negativo de las PASO. Sumar electores jovenes, y trabajar con quienes se ausentaron por desconocer el lugar de votación, se evaluan entre las causas.
En Plaza San Martín
En la céntrica Plaza San Martín, Belén se emociona cuando habla de las elecciones. Esta con una amiga. Tiene 16 años: “Voté las dos veces, entusiasmada por ejercer mi derecho ciudadano”. El cambio en el resultado responde a “los cambios que trajo el gobierno de Mayra”, sostiene. “Ahora fuimos más a votar, y además se vieron más obras, como que se hicieron más cosas”, arriesga. Acierta en la objetividad tras una lectura ingenua: salir a contar –comunicar--, lo que se hace, generó empatía.
Belén asegura: “sabía que íbamos a ganar, porque hay cosas que no se ven y son importantes, como la aplicación de la alarma ciudadana”. El mecanismo se valora entre las adolescentes como las políticas hacia los jóvenes y de género, dos sellos de la intendenta Mendoza.
“Acá se sufrió mucho la pandemia, porque muchos vivían de la changa”, explica Laura, una trabajadora informal, artesana de pasta piedra. Comparte el rumbo de la gestión, pero entiende que tener su puesto en Plaza San Martín le da otro punto de vista: “no estoy en la cabeza de cada uno, pero entiendo las diferencias”. Muchos “reniegan de la Campora”, dice un vecino, “o porque Mayra es mujer”. Los comentarios se superponen. Pero no opacan el resultado de la elección, que logró una importante cantidad de "votos nuevos".
En La Ribera
Lejos del centro y cerca de una obra de pavimentación, en La Ribera, algunos vecinos salen a reclamar porque la obra no llega al frente de sus casas: “¡Que tiren conchillas, si no llegan con asfalto, que pongan algo!”, pide un chofer de la línea 85. “¡Que no se inunde más!” pide otro hombre, y señala un poste de luz: “¡Se va a caer!” advierte.
“Hace seis años que vivo acá y siempre se inunda”, agrega Gustavo, el chofer de la 85, que entiende según "lo que nos dijeron” --dice-- que al asfalto lo gestionó el mediático cocinero Martiniano Molina predecesor de Mendoza en la gestión, por el PRO. Claro, que ante la consulta de este diario Gustavo no puede explicarse porqué Molina no lo ejecutó.
Sobre esa calle hay dos cuadras de asfalto, de las 33 que ya se hicieron en el barrio, uno de los más carenciados de la zona. Corresponden a las más de 300 con pavimentos de las 400 que prometió Mendoza en su primer plan de obras. En La Ribera hay agua y se está iluminando.
“Nos falta que llegue el gas”, aporta Juan Cosentino, vecino de una cuadra que ya tiene asfalto. “La vereda la hice yo, para aportar, hay que ayudar” comparte. “Con Mayra hable desde el principio, la fui a encarar, y hablamos, y prometió el asfalto y está cumpliendo, escucha”, sostiene.
Construido sobre bañados, explican los vecinos con más de 50 años en el lugar, allí nunca se habían visto “esto”, dice Daniel quien, a sus 56 años, mira la calle nivelada que espera el pavimento con asombro. “Acá las obras siempre se hicieron en la avenida, mis abuelos murieron sin verlo llegar”, dice. Habla del asfalto. Y lo ubica en la dimensión de un derecho, a vivir sobre una calle transitable. Es su dimension real, la socioeconómica, la que carga las "problemáticas cotidianas para quienes viven ahi”, aportan los colaboradores municipales: hay que salir por trabajo, educación, salud, a diario.
Julia y Silvana
“Nosotras nos poníamos bolsitas en los pies como botas, para salir de la casa, se inundaba todo el tiempo” explica Silvana Chilavert, otra vecina que nació ahí, y conoce la incomodidad de vivir sobre un bañado. Su madre, Julia, fue la primera residente del lugar. Julia es misionera y vino con tres hijos. A seguir a sus hermanas. Trabajó en servicio doméstico, cuenta, sentada en el patio de su casa, el fondo de un PH que comparte con sus hijas y nietos. Ellos viven en las casas “de adelante”.
El patio de Julia tiene plantas, es fresco en el calor del medio día. Sentada a una mesa de jardín se presenta: “soy de Cristina yo”. Y explica cómo fue que desde el centro de jubilados donde participa salieron a repartir boletas del FdT: “Me enganché porque me dio cosa que Mayra no tuviera todos los votos, porque yo veo lo que hace en el barrio, soy la primera que llegó acá”.
Costurera en su tiempo libre, Julia y su hija, durante la pandemia hicieron manoplas, delantales, gorros, para trabajadores esenciales. “Sin cobrar” aclara Julia. “Como en el comedor y el merendero, trabajamos sin cobrar porque uno ayuda, como otros me ayudaron a mí, como cuando Néstor (Kirchner) creó la jubilación de Amas de Casa –repasa— yo recibí una respuesta de él”.
Para Julia era claro que desde “El Rincón de los abuelos” no se animaban “a pedir nada porque no sabían qeu tenian derechoa a algo”, porque “la mayoría eran carreros; cartoneros –aclara--; y por eso yo le escribí a Néstor” cuenta. “Él y Cristina nos ayudaron, porque decime ¿qué presidente después de Perón se acordó de nosotros?”, interroga.
Sobre ese ideario crece la figura de Mayra Mendoza. Para Julia, salir a buscar “el voto a Mayra” es una decisión madurada: “Ella arreglo la calle, puso luz y agua, eso querían los vecinos y las promesas que hizo hoy son realidades, por eso salimos a repartir sus boletas, sin enojarnos con los que nos dicen cosas, ya somos grandes, tenemos paciencia, sabemos”, sentencia.
En Don Bosco
Las obras de pavimentación son intensivas en otros barrios como Solano, La Florida, La Paz. También en la localidad de Don Bosco, donde del esfuerzo municipal se concentra en Villa Itatí: el corazón de una urbanización anárquica que crece sin pedir permiso. A puro pecharle a la hostilidad de cada día, un poco de sosiego. Con la certeza que da el saber que "hay un lugar”. Entre las calles angostas, pasillos entre casas precarias con pisos altos de construcción no regulada, y donde la urbanización es por demás difícil, allí, se pavimenta.
Cerca de la esquina de Montevideo y Falucho, con el ruido de las máquinas de fondo, Tatiana, con moderno cabello lila, ojos claros y una hija --“Dana”, de 3 años--, atiende el mercado de su familia. Le resta importancia al resultado de la elección legislativa: “No lo sigo” dice. Su padre Marcelo Araujo reconoce: “Cuando iba a votar pensaba cambiar el voto porque tengo bronca, pero en el cuarto oscuro salió mi corazón peronista”.
En la esquina “ahora hay asfalto si”, pero "el precio de la carne" es su parámetro para medir el descontento. Aunque destaca el rol del Estado en la pandemia: “se protegió a la gente. Algunos sacan provecho de la muerte y este gobierno no lo hizo” reflexiona. Y agrega: “el descontento en este país siempre existió. Si San Martín se fue a morir a París, porque no se pusieron de acuerdo ellos … que eran los grandes de la patria ¿qué podemos esperar?”, ironiza.
Nair Abad
“Lo estamos urbanizando, de a poco” dice Nair Abad. Rubia encendida. Mirada firme. Un tatuaje: “CFK”, en la muñeca derecha. Es la primera concejala del barrio Itati, su primera representación legislativa. Empezó a militar en 2001 como “vecina metida” y abrazó al feminismo en la experiencia de “sumar compañeras en la conquista de derechos”. Urbanizar crea empleo, “se crece”, puntualiza.
La calle Ituzaingó “una de las principales, ahora es más comercial y tiene casas más lindas, muchos de los aportes o asignaciones se ven ahi, la gente va laburando, pintan, ponen rejas, es el peronismo ascendente” explica y señala alrededor. Mira a la calle y saluda a otro vecino. “¡Toto!” le dice. Y Toto, desde su bicicleta, le sonríe.
“Antes tenía que ir con la bici al hombro hasta pasar el agua, porque las calles se rompían con la lluvia, ahora se puede andar” explica Nair a Página/12. Sentada a la mesa de un bar, en una vereda de cemento alisado, en uno de los barrios más grandes y antiguos de Latinoamérica: “Más de 40.000 personas viven acá”, detalla, con solvencia. Y cuenta cómo se trabajó en los picos de pandemia, con 300 voluntarios organizados para recorrer casa por casa, a diario.
Como otros barrios donde todavía no hay gas, el Itatí de Don Bosco se sostiene con electricidad. Ahora tendrá un nuevo parque lumínico pero la concejala señala: “No hubo hechos de violencia institucional en el barrio, en toda la pandemia. La gestión fue buena. Pero creo que perdimos las PASO porque hablamos desde un lugar medio técnico, ahora fue más claro, contamos lo que hacemos” analiza. Y agrega: “Algo sirvió, la herida que nos dejó nos hizo salir, con el corazón, a defender lo nuestro” razona. El barrio es lo suyo. Camina por Ituzaingó, y Marcelo Araujo la saluda desde su coche rojo. Va tranquilo por la calle pavimentada.
Mayra Mendoza: “Lo importante es lo que está por venir”
“Es muy importante lo que logramos” sostiene Mayra Mendoza sobre el resultado electoral logrado en Quilmes, su distrito. “Pero hoy la tarea es devolverle, a esas vecinas y vecinos, la confianza que nos dan, y seguir con las obras, en cada barrio, para poner a Quilmes en línea de igualdad”. El concepto es central en su gestión. Y lo explica: “Muchos barrios tienen ausencia del Estado y deudas históricas. Y nuestra vocación, nuestro objetivo de trabajo es garantizar los derechos que esos vecinos no tienen. También seguir mejorando los barrios del centro de Quilmes: Bernal, Don Bosco, que tiene la infraestructura sociourbana que todos merecemos y necesitamos para vivir, pero impone otras demandas y desafíos: la conciencia ambiental es uno. O la necesidad de tramitar el reciclado, la separación de residuos en origen, para poder también generar trabajo e inclusión. Y eso es transversal a todos los barrios y clases sociales”.
“Nuestros primeros dos años fueron muy difíciles por la pandemia –explica-- pero también por los cuatro años del macrismo, que destruyó el tejido social. Ahora comenzamos la reconstrucción. Y Quilmes tiene un futuro hermoso, porque tiene un pueblo trabajador, gente muy solidaria, y hoy un gobierno municipal comprometido con alcanzar las mejoras que se necesitan, en sintonía con nuestro proyecto nacional y de provincia, para generar bienestar en la vida de nuestros vecinos”.
“Lo importante es lo que está por venir, con el acompañamiento de la gente –concluye--. Se viene una etapa de más obras, más inclusión, más políticas municipales que nos hagan sentir orgullosas de vivir en este municipio, y de poner en líneas de igualdad a nuestros barrios. Los que tienen todo lo que necesitan para vivir, que estén mejor, y los que no lo tienen, que lo puedan alcanzar. Ese es nuestro objetivo: para todos, todo”.