Una importante donación por parte de un hombre que encontró este invaluable patrimonio cultural en su lugar de trabajo fue concretada bajo la gestión de la dirección Provincial de Antropología a cargo de Ezequiel Fonseca, y la dirección de Patrimonio, a cargo de Laura Maubecín, dependientes de la Secretería de Gestión Cultural.

Se trata de diez réplicas a escala de Suplicantes de la zona de Balcozna. La donación fue concretada por Julio Montivero, oriundo de la localidad de Rincón, Catamarca, que actualmente vive y trabaja en Capital Federal. Montivero halló estas réplicas en una oficina de su lugar de trabajo, y al ver que decían Balcozna, inmediatamente se puso en contacto con las autoridades de la Provincia con la intención de que sean expuestas para su difusión en distintos puntos de Catamarca, informaron desde el área de Antropología.

Se trata de réplicas certificadas por el Museo de La Plata, donde se encuentra la pieza original. Estas réplicas de Suplicantes pertenecen al Período Temprano o Formativo 300-500 DC, son representantes de una de las técnicas escultóricas en piedra más complejas que aparecen tempranamente en el NOA. Esta denominación de Suplicantes le ha sido impuesto por el acervo popular, hace más de mil quinientos años, del que fuera su nombre real.

Las diez réplicas corresponden a uno de los especímenes más complejos y de mayor elaboración abstracta de toda la obra escultórica indoamericana, "el artista que lo realizó perteneció seguramente a la Cultura Alamito, lo cual lo ubica a finales del Periodo Formativo Inferior", explicó Fonseca.

En la descripción del Museo de La Plata se especifica que "La pieza de carácter humano con elementos zoomorfos, posee un nivel de abstracción, un manejo de los espacios vacíos y dentro del volumen del cuerpo una simetría tal, que debe ser ubicada en un nivel superlativo dentro del arte escultórico indígena".

El catálogo añade que "La figura representa una pieza irreal, casi fantástica, del cuerpo y las extremidades con una síntesis más realista de los atributos anatómicos que se desean destacar, como el gesto de la boca abierta, una nariz en punta y los ojos desorbitados mirando hacia arriba en una actitud ceremoniosa, así como la representación de su masculinidad claramente plasmada entre las piernas".

Fonseca agregó: "Poco sabemos del simbolismo que encierra este formidable ejemplar, aunque no erramos en buscar una explicación de su existencia vinculada con aspectos mágico-religiosos de la cultura a la cual pertenecieron", concluyó.