Desde Santiago
Con un 27% de votos (1.961.122), el único candidato que estaba realmente feliz con los resultados de las elecciones presidenciales chilenas fue José Antonio Kast, de la ultraderecha coalición Frente Social Cristiano. Una sorprendente primera mayoría, incluso por encima del candidato oficialista y ex ministro de Piñera, Sebastián Sichel (12,8%) que quedó cuarto, que considerando que en los comicios de 2017 donde sacó 7,93% (523.213) significa un salto gigantesco para un proyecto político en extremo conservador, que defiende el neoliberalismo y la oscura herencia de Pinochet, oponiéndose —previsiblemente— a migrantes, derechos de la mujer y el matrimonio homosexual.
Gabriel Boric, candidato de la nueva izquierda, en alianza con el Partido Comunista bajo el nombre de “Apruebo Dignidad” con su 25,8% (1.814.809) si bien también pasó a la segunda vuelta por una cantidad importante de votos, sabe que es un escenario complejo y un poco impensable, considerando que es el mismo país del Estallido Social de octubre de 2019 y que votó por una nueva Constitución un año después. Por eso apareció en TV incorporando dos elementos que Kast supo capitalizar: la crisis migratoria y la seguridad en el sur, los que se sumaría a una agenda de cambio de la economía neoliberal, apoyo a la ciencia, cuidado al medio ambiente, feminista y preocupado de un “Estado cuidador”.
"Fronteras ordenadas y migración regular"
“Nosotros vamos a tener fronteras ordenadas y una migración regular”, aseguró Boric en una entrevista televisiva en Chilevisión. “Y eso requiere tanto mejoras en nuestras prácticas internas, en el control de nuestras fronteras, pero también requiere de una coordinación internacional que no se ha tenido (…) No puede ser que Chile, Perú y Colombia sean los únicos países que se hagan cargo del desastre que ha generado el gobierno de Nicolás Maduro, la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela, tenemos que ampliar eso”.
Sobre el conflicto en el sur que tiene tensionada a la comunidad mapuche, las grandes empresas madereras y los empresarios con maquinaria quemada y violencia policial, Boric aseguró: “Perseguiremos de forma implacable los delitos que se cometan” y sobre la Coordinadora Arauco Malleco —agrupación mapuche que ha tomado una opción violenta para recuperar sus tierras— el candidato dijo: "Les digo que la violencia no es el camino, y que frente a ella el Estado tiene el deber de restablecer el orden público".
Un guiño centrista de un candidato que ya cuenta con el apoyo del Partido Socialista y las intenciones de conversar de la Democracia Cristiana, cuya derrotada representante, Yasna Provoste deslizó un “No vamos a permitir que avance el fascismo”, en alusión a Kast, aunque Carmen Frei, presidenta del partido señaló que el posible apoyo a Boric “no será un cheque en blanco”.
Por otro lado, Kast ya comenzó a buscar acuerdos con el oficialismo de Sichel (quien no se cierra a “conversar” según anunció el domingo) y la UDI, el más derechista de los partidos de Piñera ya oficializó el apoyo. Aunque también deberá negociar con la gran sorpresa de la jornada: el economista Franco Parisi, un liberal anti-todo, muy en la línea de Milei quien haciendo su campaña desde EE.UU., debido a una orden de arraigo por no pago de pensión alimenticia, obtuvo nada menos que el tercer lugar con un 12,8%, la misma cifra que Sichel pero con una diferencia de casi mil votos.
El Congreso
El domingo también hubo cambios en la cámara de diputados y en el senado, modificándose las fuerzas políticas. En la cámara baja ninguno de los bloques que respaldaron a Kast y Boric lograron los escaños para una mayoría simple. Así, Fuerza Social Cristiana obtuvo 15 escaños y Apruebo Dignidad 37. Muy lejos de los 55 puestos necesarios. En el desglose de esta última coalición el Partido Comunista logró 12 (siendo reelegida Karol Cariola, una figura relevante desde el movimiento estudiantil de 2011) y el Frente Amplio 25, cinco cupos más que en las elecciones de 2017, destacando el partido Convergencia Social al que pertenece el candidato de la izquierda con 9 diputados.
La coalición Nuevo Pacto Social —continuadora de la centroizquierdista Concertación y Nueva Mayoría, que fue fundada para apoyar a Yasna Provoste— logró 37 puestos. 13 para el Partido Socialista, 8 para la DC, 4 en el Partido Liberal y 7 en el Partido Por la Democracia. De todas formas fue una baja comparada con los 57 escaños conseguidos en 2017. Algo que debería empujarlos para asociarse con la izquierda de Apruebo Dignidad pero también con figuras del partido humanista como la polémica Pamela Jiles quien siempre se ha mostrado contraria a los “políticos de siempre” al mismo tiempo que es hábil para construir alianza.
La derecha que apoyó a Sichel con la alianza Chile Podemos Más obtuvo 53 puestos: 25 para Renovación Nacional, 23 para la Unión Demócrata Independiente, 4 Evópoli y uno para el PRI, algo que obligará a negociar con el sector de Kast, pero también con el Partido de la Gente de Franco Parisi que obtuvo 6 puestos.
En el Senado triunfó la derecha con más del 50% de los votos, obteniendo Chile Podemos Más 24 senadores y la centroizquierda de Nuevo Pacto Social, 17. Por otro lado, por la coalición Apruebo Dignidad, el Partido Comunista logró un hito al llegar por primera vez al senado desde el retorno a la democracia con 2 militantes. También llegaron dos independientes, destacando Fabiola Campillai quien perdió sus dos ojos a manos de la policía durante el Estallido Social.