"Hay una contradicción entre el pequeño ciclo del pan y el cielo grande del mercader que devora distancias y dioses".

Rodolfo Kusch "América Profunda"

Volvía de Salta a Orán transportando una máquina trituradora de 500 kilos que pudimos comprar gracias a un proyecto del Ministerio de Desarrollo Social de Nación para seguir fortaleciendo nuestra unidad productiva de gestión de residuos sólidos. Un proyecto que consiste en juntar plástico de las casas y de las calles, procesarlo y utilizar ese plástico como materia prima para fabricar bloques que sirvan para construir.

Llevaba la máquina y pensaba en “el trabajo genuino”. Repasaba en mi cabeza todo lo que fui escuchando y leyendo en el último tiempo a raíz de diferentes proyectos de ley que buscan “convertir los planes sociales en trabajo genuino” y también los que quieren “convertirlos en empleo”.

Sobre la cuestión de la conversión en empleo se ha escrito mucho y no es mi intención detallarlo aquí, simplemente mencionar lo obvio: que el mundo cambió, que la sociedad salarial no existe más, que el Estado de Bienestar y el “pleno empleo” son cosa del pasado, que la uberización del trabajo es una realidad mundial, que en nuestro Norte el empleo es un oasis en el desierto, inalcanzable para las mayorías y que los derechos laborales actuales y futuros de cientos de miles de hombres y mujeres debemos inventarlos, lucharlos y construirlos con creatividad e inteligencia. Hay recetas del pasado que ya no sirven y se convierten en frases y latiguillos para la tribuna. Y hacen daño.

Volviendo al trabajo genuino y a mi viaje. Yo seguía pensando. Me detuve a googlear el significado del termino genuino porque sinceramente no sabia exactamente cual era.

genuino, genuina

1. adjetivo

Que conserva con total pureza o autenticidad sus características propias o naturales.

Esta definición de la Real Academia Española me golpeó con fuerza. Ahí estaba la pureza y la autenticidad. Tanto los medios masivos de comunicación como los políticos (de un lado y del otro, del lado de los que buscan construir aún con errores y del lado de los que buscan desgastar y destruir) han elegido formular la propuesta ubicando por una parte “los planes sociales” y por la otra, como si fuera algo diferente y superador, y puro, “el trabajo genuino”.

Durante esta discusión impuesta en la agenda, todos/as hacían referencia al Programa Nacional de Inclusión Socio Productiva y Desarrollo Local “Potenciar Trabajo”. Quizá a mas de uno le de pereza aprenderse el nombre completo de este programa (ni siquiera es un plan), está claro que es un nombre largo que justamente define el programa, pero los términos no se eligen al azar.

Pero volviendo al trabajo genuino-puro, en oposición a los planes sociales, se entiende que en estos último ni el trabajo ni la pureza están presentes. Sobre el trabajo, se sabe que existe. El programa se denomina Potenciar Trabajo y cada persona que lo integra debe cumplir con 20hs semanales de laburo en alguna unidad productiva. Cada sujeto de derecho recibe una prestación económica individual, de percepción periódica y duración determinada, denominada Salario Social Complementario. Salario, es decir una remuneración que recibe un trabajador/a como contraprestación directa de un servicio.

Busqué los antónimos al adjetivo genuino: postizo, falso, ilegitimo. ¿Es que acaso hay algo de postizo en salir todos los días de la semana a juntar botellas de plástico de la calle para luego procesarlas y reciclarlas? ¿Es falso cocinar para 45 familias en el comedor comunitario de un asentamiento? ¿Es ilegitimo brindar apoyo escolar en el centro comunitario de una comunidad indígena del norte de Salta? La respuesta es no.

Y enseguida recordé uno de los planteos de Kush en su obra ‘América Profunda’, sobre el hedor y la pulcritud. El calificativo hediento, que esgrimo a veces, se refiere a un prejuicio propio de nuestras minorías y nuestra clase media, que suelen ver lo americano, tomado desde sus raíces, como lo nauseabundo, aunque diste mucho de ser así.

¿Por qué existe tanto prejuicio hacia la tarea desempeñada por aquellos trabajadoras/es que perciben el Salario Social Complementario? ¿Cómo puede ser que en un país arrasado por el macrismo y por la pandemia más grande del tiempo moderno y con mas del 40% de su población en la pobreza estemos cuestionando lo genuino del trabajo que se inventaron millones? En un programa del Estado que ni siquiera abarca a todos esos millones que se inventan su laburo y cuyo impacto en el presupuesto nacional es ínfimo.

El hedor de América es todo lo que se da más allá de nuestra populosa y cómoda ciudad natal, nuestro país, nuestros medios y nuestras políticas públicas ‘porteñocentricas’. El hedor del merendero y el comedor, del apoyo escolar, del reciclado, de las comunidades indígenas y familias campesinas, de las cooperativas urbanizando barrios populares, de la lucha contra el flagelo de la droga, del deporte que se da principalmente en el potrero, de un taller textil humilde y pobre pero sin trabajo esclavo, de la feria en la plaza y la venta ambulante, de la Economía Popular. De esos/as que están.

La primera solución para los problemas de América apunta siempre a remediar la suciedad e implantar la pulcritud. Y ese “rostro sucio” que entienden las minorías y las clases medias occidentalizadas-europeizadas, ese rostro mayoritario y popular de nuestro pueblo y nuestros pueblos, que siempre intenta ser lavado para afirmar convicción y seguridad. A veces con la espada, a veces con la educación pública y a veces con políticas públicas o proyectos de ley. ¿A favor de quien se busca ‘lavar’? ¿Quiénes se sienten convencidos y seguros con estos discursos? ¿Qué se busca construir?

Debemos construir discursos, políticas públicas, paradigmas y proyectos de país con el hedor, desde el hedor y para el hedor. Y a veces ni siquiera debemos construir sino solamente descubrir lo que ya está.