La autora de Las Malas está otra vez en escena. Y lo hace nuevamente con esa obra del 2009 que la vio nacer como actriz y que dio origen a todo lo que vino después. El unipersonal donde Camila Sosa Villada se pone en la piel de Camila para contar la historia de una travesti, su propia historia, marcó un antes y un después para la protagonista como para el público que la descubrió, con quien se reencuentra después de mucha agua corrida bajo el puente.
“Yo me hice como el tango porque tiene vida y tiene muerte” es una de las primeras frases que Sosa Villada expresa pisando el escenario, con La Cumparsita de fondo que sale del acordeón que hace sonar María Palacios, directora de la obra. El escenario es el mismo en la mítica sala La Cochera de barrio Güemes, donde doce años atrás hizo pública su vida con Carnes Tolendas, retrato escénico de una travesti, el maravilloso unipersonal del que empezaron hablar en el ambiente teatral y rápidamente el boca en boca hizo lo suyo. Por entonces a la obra la vio el público del circuito off y también el que no se esperaba que la viera. Carnes Tolendas revolucionó al teatro independiente de Córdoba, y su texto testimonial significó un aporte valioso para el planteo que se venía realizando de diversos temas que buscaban legalización, como Matrimonio Igualitario e Identidad de Género.
Otra Camila
Su cuerpo, su voz, su piel, sus músculos, sus tetas, su sonrisa, su mirada, sus dientes, todo cambió de aquella Camila. La Camila de la versión 2021 de Carnes Tolendas es otra, no tan aferrada a ese personaje que dejaba al descubierto una vida de pueblo dura, triste, con una madre que hacía todo lo que podía para evitarle sufrimiento y con un padre estricto que sentía que se le iba de las manos ese hijo que pretendía disciplinar adosándole la imagen de un rebenque como segundo padre. En la versión estrenada hace doce años, su mamá y su papá apenas trascendían como personajes, pues se centraba más en la crudeza con la que vivía la protagonista en un pueblo del interior de Córdoba. Pero la propia Camila los fue sacando del anonimato presentándolos en público a través de las redes sociales, y todos fuimos conociendo a lo largo de estos años a la verdadera Grace y al don Sosa de carne y hueso. Es la familiaridad con esos seres reales que nos permite ver en la nueva puesta otros sentimientos volando en la sala. Amor por dolor, sobre todo en ese padre que esta vez se lo muestra para nada opresor, todo lo contrario, aparece un padre que ama profundamente a su hija y teme mucho por el angustiante camino que ella deberá recorrer. Pues a ese camino Camila ya lo recorrió, y ahora en el escenario ella prácticamente recuerda su historia más que contarla en tiempo real.
La incorporación de fragmentos de textos teatrales de Federico García Lorca le brinda a la actriz el recurso preciso para detener el clima dramático de la narración de Carnes Tolendas, y sumergirse en la interpretación de esos personajes lorquianos con gran fuerza interpretativa, en lo vocal y corporal.
El final de la obra también presenta un cambio acorde a los tiempos que corren. En la versión original del 2009 el personaje encarado por Camila Sosa Villada quedaba completamente desnudo. El morbo del público por entonces era otro. Ver a una travesti totalmente sin nada de la cabeza a los pies fue tal vez lo que atrajo en su momento a muchos espectadores curiosos. Hoy la desnudez de Camila no es necesaria, y el excelente trabajo de iluminación cuida muy bien ese final despojado. La valentía del personaje no pasa por exhibir sus genitales.
Carnes Tolendas, retrato escénico de una travesti se puede ver en el Teatro La Cochera, Fructuoso Rivera 541, Córdoba. Sábados y domingos de noviembre y febrero de 2022.