A casi veinte años de su último disco solista, Laura Vázquez presenta en las principales plataformas digitales su disco Iea. Se trata de un puñado de canciones intensas con su voz casi desnuda y una instrumentación despojada: piano, cello y contrabajo. Iea, además, le inspiró la realización de un libro-objeto que celebra la vitalidad de las hembras y un presente en tribu, red, grupa de mujeres que han hecho un largo camino ya, fumándose mucho más que cigarrillos. Divas de diván, por ejemplo, un dúo junto a Sandra Baylac que combina música y teatro; un taller de sonidos y voces agudas, medias y graves llamado La Cigarra, en el Centro de Salud Mental 1 de la Ciudad de Buenos Aires; grabaciones con artistas archi populares como Fito Páez y Ricardo Arjona.
En el eficaz y eficiente sistema neoliberal todo, todo, TODO es explotado. Se explota y explota. Desde la emoción al juego, pasando por la comunicación y la libertad. Hasta la vejez, hasta hace poco un momento vital descartable, hoy transita una extraña ambigüedad: la de ser una etapa en tensión entre estar a punto de ser arrojada al precipicio y, en simultáneo, encajar en un artefacto que la sostenga y fagocite cual fetiche o mercancía. De modo que la población añeja, añosa y cada vez más prolongada sea apta para el consumo, el gasto, mientras el capitalismo se la devora. Como al resto de las personas, hasta que el sistema se coma a sí mismo, en un proceso de autofagia y advenga algo mejor.
Pero, atención, en el mientras tanto las cosas no permanecen iguales. Cambian, se transforman o metamorfosean. Hay revoluciones, subversiones de la tercera edad, relatos diferentes de la post juventud y experiencias de la adultez ¿más madura y serena? antes impensadas. La vida tal como se presenta no es eterna, los sistemas sociales tampoco.
En este contexto, la cantante y compositora Laura Vázquez acaba de publicar un disco (el cuarto propio) y un libro IEA (“a dos consonantes de vieja… yo, a dos pasos”, dice) que contiene, el primero, ocho temas de su autoría que reflejan su costado más íntimo, profundo y comprometido, y el ejemplar impreso, con suaves páginas de papel, donde la artista mixtura fragmentos autobiográficos, canciones y fotografías de Alejandra López y Agus Gundin, con el diseño de ZkySky (Valeria Dulitzky, Julieta Ulanovsky, Belén Quirós).
“Debo estar bien dotada, no estar gorda ni hinchada, y quedarme con ganas. Debo estar estirada, ser altísima y rara y hablar solo pavadas. Debo ser diferente, exitosa y pudiente, pero igual dependiente”, canta Vázquez quien, en abril de 2020, salió a hacer las compras después de quince días adentro. En aquella ocasión le impacta ver “todo vacío, un desierto de cemento y cuando llego a casa desde lo más profundo de mi ser, arranca un llanto incontenible”. Su hijo, Feli, había quedado varado en México. “A fuerza de una desgracia, él se encontró conviviendo con el padre por primera vez. Un milagro, una inmensa felicidad y una profunda tristeza todo junto”. .
Hace unos años, Vázquez le escuchó decir a la antropóloga Paula Sibilia: “No es fácil ser viejo en el mundo contemporáneo, aunque ser vieja quizás es aún peor”. Esa frase le quedó resonando a la también sesionista (Buenos Aires, 1960) que acompañó a Fito Páez, Amelita Baltar, Julieta Venegas, Lula Bertoldi y Nacha Guevara, entre otres. Veía el futuro bastante incierto por mujer y por vieja pero, tal como sucede con les niñes que se sueñan de grandes bomberos, malabaristas, pintores o magos, ella pensó todo lo que se le abría con una serie de canciones o, si fuera una ópera de gran dramatismo, arias.
“Mirame, clickeame/ Suscribite a mi canal/ Seguime, likeame/ Metete a mi vivo de Instagram/ Compartime, comentame/ Descargame, viralizame /¡Yes! Llegué a los 100 likes” (Viralizame).
“Vuelvo despacito a mi mundo chiquito/ vuelvo despacito a mi mundo chiquito/ Será que no me tocó será que me falta un poquito será que nadie me vio será que me da miedito, que me da medito” (Miedito)
“Una voz que despierta a/ Otra voz que despierta a/ Otra voz que despierta ahora/ Una voz que despierta a/ Otra voz que despierta a/ Tu voz que despierta a mi voz que despierta ahora”. (Nuestras voces)
Hace unos años, Laura estudió una carrera “especial para viejas, la psicología, siempre me interesó el psicoanálisis, los vericuetos de la mente, y empezaron a surgir cosas guardadas, palabras que querían salir, ideas, melodías, gritos. El deseo se puso en marcha. Fue el tiempo en que la llamó su amiga Celsa Mel Gowland para participar de una asamblea de músicas y armaron una comisión sororidad para escuchar, acompañar y comprender “las horrorosas historias que se viven en nuestro ambiente”. “Ahí conocí a Thelma Fardín y desde el inicio me impactó su entrega, su fuerza, su recorrido, ofreciendo todo lo que había aprendido para contener y llevar adelante otras denuncias.
Según la actriz, dramaturga y directora Mariela Asensio, Vázquez (también sesionista, artista medio pop-indie-rock) “nos invita a vivir una aventura necesaria. Un viaje encantador. Pero, por sobre todo, nos entrega un pedazo de verdad y de belleza. Porque iea es una perla, en medio del infierno de lo igual”. “Esto es un hecho de destreza, con muchos mundos que se despliegan a partir de un cuerpo y un cuerpo que se despliega en cada línea de escritura, en cada una de sus imágenes, tejiendo redes, amasando lazos, como dice una de las canciones del disco”, aporta el también dramaturgo y director teatral, Andrés Eneas Binetti.
En esta especie de desierto con poco amor, hay oasis que se abren como destellos de posibilidad, luces que se encienden para lo trans: transformable, transformación, tránsito. Y en esas fisuras de libertad, aparecen mujeres como Laura Vázquez que, en rigor, están aquí tarareando desde hace un largo tiempo, para invitar a vivir a otres una aventura encantadora, una exploración de verdades y de bellezas. No una, sino múltiples, porque nada es monolítico ni de una sola manera.
Como dice Ursula K. Le Guin: “Quién soy es ciertamente parte de cómo luzco y viceversa. Quiero saber dónde empiezo y dónde termino, de qué tamaño soy y qué me queda. No soy “en” este cuerpo, soy este cuerpo. Cintura o no cintura. Pero al mismo tiempo hay algo de mí que no cambia, que no ha cambiado a través de todas las notables, excitantes, alarmantes y decepcionantes transformaciones que mi cuerpo ha sufrido”.
Laura Vázquez está plena en IEA. Se la puede conocer, hay que mirar a través de, hacia adentro, profundo, para que aparezca ella y, con certeza, quienes tengan la dicha y el coraje de encontrarla. No solo en el espacio, también en el tiempo.