Los mercados, un cúmulo de inversores reales, especulativos, bancos, fondos y cuotapartistas, vienen teniendo reacciones muy volátiles en las últimas semanas. En general, ese segmento tiene la capacidad no sólo de generar expectativas de crisis o presunta bonanza sino también, a través suyo o de terceros, comunicar e interpretar ese fenómeno. Darle un significado a la carta. Así, el diagnóstico posterior al derrumbe de acciones argentinas en el MERVAL y en Wall Street, más la caída de los bonos y el alza del Riesgo País que mide el banco inversor JP Morgan, se explicó públicamente, entre otras razones, por el temor a un acuerdo muy demorado entre Argentina y el Fondo Monetario (FMI).
Recorriendo el espinel fino del mundo de los operadores de Bolsa, gestores económicos e inversores de capital y bancos, aparece un lado de la B de la historia. Es que, si bien es cierto que Argentina tiene inconvenientes serios, como la altísima inflación y los problemas con la distribución del ingreso y la horizontalidad de la recuperación de 10 puntos del PBI, la volatilidad no parece centrarse en eso sino en las tensiones por la deuda. “Acá se quieren garantizar la de uno, quieren cobrar”, contó a Página I12 un hombre de la City, de esos operadores raros que, antes que nada, miran más la política que la planilla Excel. La referencia es para los tenedores de bonos argentinos, que según confían en el mercado, no están apostando a que no habrá acuerdo entre Argentina y el organismo que conduce Kristalina Georgieva, sino más bien a que, de darse, no será ni rápido ni bajo las condiciones que pretenden los mercados.
Si, tal como el Gobierno espera, el pacto ocurre bajo la premisa pautada del Frente de Todos de no cerrar una negociación que perjudique el crecimiento, la prioridad no será que cobren los especuladores sino gestionar la política económica priorizando las cuestiones socio económicas y de estabilidad internas. Por todo esto, los mercados buscan un acuerdo rápido que garantice un ajuste y una devaluación, y juegan esa ficha que se ve reflejada en el rendimiento de los activos.
El pulso en la City
No son pocos los operadores de la City que le toman el pulso al acuerdo y lo comparan con la dinámica temporal que le imprimió el ministro de Economía, Martín Guzmán, al convenio con los bonistas privados: tiempo de maceración, desgaste y final feliz. También estiman los operados que sería muy complejo que, ante las propias críticas internas del FMI al préstamo millonario a la administración Macri -que derivó en esa deuda a reestructurar- el organismo se corte solo tumbando los avances o pidiendo excentricidades. En este punto, lo que hace especular aún más a los mercados es la escasa información real que hay sobre detalles del acuerdo, incluso en los medios económicos de los Estados Unidos. Eso se da, sobre todo, por el perfil de reserva del organismo y por un comportamiento casi gemelo en cuanto a hermetismo de Guzmán y los negociadores argentinos.
También es real que, como contó este diario, hay una trama internacional de presiones más del establishment conservador de los Estados Unidos, que pulsean contra los más negociadores para que el acuerdo sea convencional y bajo las normas históricas y estrictas del FMI, lo cual tiene a la prensa especializada como caja de resonancia.
La otra rareza de los últimos días es el movimiento de las acciones de empresas en el MERVAL y los ADRs que cotizan en el exterior. Un experto en ver estos números explicó que los papeles de empresas ya entraron muy sobregirados de mejora en la previa a las legislativas, con la expectativa de que Juntos por el Cambio arrasaría. Y si bien obtuvo un triunfo nacional relevante, el recorte del oficialismo en la provincia de Buenos Aires se leyó como un dato negativo, y se empezó a pinchar desde entonces un alza de 20 puntos que venían teniendo. Para los mercados, es real la lectura del oficialismo de que el kirchnerismo ganó perdiendo. Esta ortodoxia que exhibe el mercado y es histórica, no es tanto ideológica sino de resultados: los que trabajan hace tiempo en la gestión de activos recuerdan que, al momento de los superávit gemelos de Néstor Kirchner, los bonos argentinos llegaron a valer 110 dólares, una recuperación de más del doble de lo que costaban con Domingo Cavallo ministro de la Alianza.
Según supo este diario, hay una posibilidad cierta de que el proyecto de Plan Plurianual que adelantó Guzmán entre al Congreso el 6 de diciembre próximo, por Diputados. En ese documento coexisten las famosas convergencias. Las metas que el Gobierno y el FMI plantearon como cumplibles de cara a los próximos años, sin afectar el crecimiento. Allí Economía habría llegado a un acuerdo con los técnicos del FMI sobre proyecciones de inflación, crecimiento, déficit fiscal e inversión pública. Eso se testeará ante el Parlamento y quedaría por cerrar lo más relevante: que, en el marco de su reunión de directorio de fin de año, el organismo acuerde con Argentina la manera de pago, los tiempos y la sobretasa, una penalidad que se paga por el alto volumen del préstamo que tomó Macri.