A partir de este viernes, el presidente Alberto Fernández retomará las recorridas territoriales para encontrarse cara a cara con el pueblo y con los actores sociales de diversos sectores, con el objetivo de estar cerca de los reclamos populares y de lo que le pasa a los ciudadanos día a día. Esta metodología se adoptó tras la derrota en las PASO en un intento por comprender lo que había sucedido en esos comicios. Sin embargo, considera que, más allá de que terminó la campaña, estas denominadas "microacciones" son una herramienta útil que le sirve para medir la temperatura social en el territorio y por eso esta semana volverá a ir al conurbano bonaerense. Hasta el momento, la actividad programada podría llevarse a cabo en la zona sur. El lugar exacto todavía no está confirmado. Estas recorridas "íntimas", que se hacen sin cámaras y con poca gente, una vez superadas las elecciones --y ahora que el foco de preocupación dejó de estar puesto centralmente en Buenos Aires-- serán federales y Fernández viajará a las distintas provincias para realizarlas.
Con lápiz y cuaderno en mano, el Presidente se sentaba con las personas en círculo y anotaba los problemas y reclamos que le hacían, en general, vinculados a la inflación, la educación y la inseguridad. La mayoría de las veces solo estaba acompañado por el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y el subsecretario de comunicación, Marcelo Martín. Este esquema, según confirmaron a Página12, se volverá a repetir. A veces también participaba de la comitiva la primera candidata a diputada en PBA, Victoria Tolosa Paz, y el fotógrafo del Presidente que capturaba las imágenes que después reproducía la prensa, a la que no dejaban asistir. "Son íntimas y sorpresivas", aseguraban desde el entorno del mandatario y subrayan que esta será la norma también en la nueva etapa. Para el Jefe de Estado, esta idea --que se le ocurrió luego de conversar con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien le comentó que él hizo lo mismo luego del conflicto con las protestas de los Chalecos Amarillos en su país-- sirvió muchísimo para las elecciones porque, si bien fue él que las realizó, luego lo siguieron los ministros, candidatos y funcionarios y eso sirvió "muchísimo", dicen en Casa Rosada.
A lo largo de los meses que hubo entre las PASO y las elecciones generales, Fernández se reunió con feriantes, cooperativistas, jubilados, obreros y docentes, entre otros, pero los últimos encuentros decidió centrarlos en un público particular: los jóvenes. El mandatario recuerda especialmente cuando fue a Temperley. Allí convocaron a chicos de un colegio secundario, más específicamente alumnos del último año de una escuela pública, diciendo que tendrían un taller para realizar "test vocacionales". Cuando los estudiantes descubrieron que en lugar de un psicopedagogo el que coordinaría el taller era el Presidente de la Nación, no lo podían creer. Lo que decidieron desde Presidencia fue no frustrar los planes y que la conversación gire en torno a ese mismo tópico: qué querían hacer los jóvenes con su futuro.
El Jefe de Estado quedó sorprendido. Si bien un par tenían mucha certeza --fue el ejemplo de un chico que estaba seguro que sería físico y quería estudiar esa carrera-- el resto planteaba muchas dudas y tenía gran incertidumbre. Algunos ni siquiera tenían ganas de imaginar qué harían con sus vidas los años próximos, o algo aún más grave: ni siquiera los angustiaba la situación de no tener certezas. Uno, es más, le dijo al Presidente que pensaba tomarse un año sabático, algo que Fernández desalentó completamente. "Con el estudio es como con cualquier otra cosa, si uno pierde el ritmo después cuesta mucho volver a arrancar", le dijo.
Según datos e información que maneja el Gobierno, la pandemia generó mucho malestar emocional en la población argentina --un fenómeno mundial del que la Argentina no es la excepción-- y crecieron, en ese marco, consumos preocupantes como el de psicofármacos. En ese contexto, muchos movimientos políticos de derecha aprovecharon el malestar emocional de gran parte de la población para fomentar consignas de odio y destrucción, que muchos jóvenes apoyaron. En la Argentina, un claro ejemplo de esos discursos de odio son los del libertario Javier Milei, que accedió a una banca en el Congreso de la Nación, y que en la Ciudad de Buenos Aires alcanzó un 17 por ciento de los votos.
En el entorno más próximo del Presidente hay preocupación por esta situación y aseguran que "las personas transitan situaciones muy complejas y conflictivas que se potenciaron luego de la pandemia. Por eso hay que ir a hablar con la gente directamente, ir a detectar el problema. Más allá de lo electoral, hay que seguir haciéndolo porque el problema no pasó", le escucharon decir al Presidente. Además, Fernández cree con certeza que la juventud debe "volver a tener sueños", "creer en el futuro" y luchar para que éste sea mejor. Asegura que, si la sociedad argentina es vencida por la apatía, el problema será mucho mayor que ganar o perder cualquier elección. Es más, considera que hay que trabajar para sacar a las personas de esta "crisis existencial que vive la humanidad" y en particular a los jóvenes, para que recuperen el entusiasmo.