La arquitectura de internet, Big Data, el crowdfunding, las redes sociales, el Metaverso forman parte del mundo corporativo tecnológico, que lleva décadas prometiendo soluciones digitales para los problemas de la humanidad. Las promesas no se concretan pero suelen resultar muy rentables para unos pocos.

En los últimos tiempos las soluciones todo terreno vienen sobre todo de blockchain, una tecnología que se popularizó gracias a bitcoin. Desde Fan tokens de clubes de fútbol, NFT artísticos o de, por ejemplo, jugadas de algún deporte, memes o tuits, todo se puede comprar y vender. La clave de estas iniciativas es aprovechar la supuesta inviolabilidad de blockchain, pero también su complejidad tecnológica, para convencer de que algo tiene valor. Algunas veces la profecía autocomplida toma vuelo y, efectivamente, hay quienes ganan dinero o incluso se enriquecen con estas iniciativas.

En los últimos meses despegó un nuevo cripto-boom: los juegos "play to earn" (jugar para ganar dinero) que se llegan a describir, incluso, como una solución para el desempleo o el hambre en algunos países.

Tokens

El desafío para cualquier emprendedor de criptoactivos pasa por convencer a alguien de que tienen valor. Esto se puede lograr de varias maneras pero se simplifica aprovechando la existencia de comunidades preexistentes, como, por ejemplo, la de los hinchas de de un club de fútbol.

Otra fuente de legitimación proviene de la prensa, como se puede percibir con una breve búsqueda en internet. Miles de notas promocionan los criptoactivos sin indagar demasiado en su modelo de negocios ni en el origen del dinero que financia el crecimiento. Los más exagerados llegan incluso a argumentar que gracias a blockchain se podrá, por ejemplo, resolver el problema de la pobreza.

Así es como se promociona el modelo “play to earn" que promete a los jugadores dinero por jugar. En este caso, los inversores aprovechan las comunidades gamers para tener un piso desde el que crecer. Uno de los ejemplos más exitosos es Axie, lanzado en octubre de 2020, cuando sus tokens valían 10 centavos de dólar; a fines de agosto de este año alcanzaban los 75 dólares. 

Este crecimiento desmesurado es un anzuelo irresistible para seducir a miles de jugadores que, más allá del atractivo lúdico, depositan en esta actividad la posibilidad de generarse un sustento.

El caso de Axie

En el caso de Axie los desarrolladores, del sudeste asiático, arrancaron con el dinero de los inversores. Luego los jugadores compran al menos tres Axies, unos simpáticos bichitos que evolucionan, se reproducen y se pueden vender a otros jugadores. Estos bichos pueden costar varios cientos de dólares dependiendo de varios factores, pero la promesa es que valdrán más en el futuro. Axie cobra unas pequeñas comisiones por los intercambios de estos y otros tokens vinculados al juego.

Es algo más complejo (siempre lo es en el mundo cripto) pero, hasta aquí, Axie parece haber desarrollado un innovador modelo de negocios capaz de dar sustento económico a su producto. 

El desbalance se produce cuando capitales especuladores ven en el crecimiento de los valores de estos tokens una forma de ganar dinero rápido e inflan una eventual burbuja que seduce nuevos jugadores, atraídos por el incentivo económico. 

Así se sostiene la demanda hasta que, inevitablemente, se alcanza un techo y la burbuja se empieza a desinflar. En el mejor de los casos lo hará hasta alcanzar un nivel acorde a los realmente interesados en jugar. En el peor, la caída barrerá con todo definitivamente. 

Este modelo montado sobre algunos interesados por el juego se descontrola por la profecía autocumplida de ganancias rápidas que finalmente explota cuando se estabiliza la demanda.

Después del fuego

"Hay algunos juegos 'play to earn' con esa modalidad de esquema Ponzi", explica Andrés Rossi, Director de la Licenciatura en Producción de Videojuegos y Entretenimiento Digital de la Universidad Nacional de Rafaela (UNRaf). 

Sin embargo, el especialista observa un potencial en el modelo: "También se está presentando una nueva realidad donde la mezcla del blockchain y NFT sirve para que se reconozca económicamente a los usuarios que normalmente eran meros clientes de los juegos. O sea, que los videojuegos pasan a ser redes sociales y de ahí a sistemas económicos. Es real y me consta que están apareciendo nuevas iniciativas donde lo que buscan es premiar de forma legítima al usuario. En el tiempo lo que va a sobrevivir va a ser la posibilidad de una nueva modalidad de generar ingresos".

Este potencial real y concreto para la industria del videojuego dista muchísimo del que promociona al modelo “play to earn” para, por ejemplo, terminar con el hambre basándose en el ejemplo de miles de filipinos que generaron un ingreso en dólares durante la cuarentena. En su caso, como muchos no tienen el dinero necesario para jugar, los “becan” a cambio de una comisión. Lo que falta y sería clave para reducir el hambre, es la conexión de esta actividad con una mejor producción o distribución de alimentos en el mundo físico.

Más allá de los alivios de corto plazo a situaciones complejas o modelos de negocios innovadores pero acotados, el mundo blockchain permite a fondos especuladores inventar valor aprovechando sus recursos financieros, la complejidad tecnológica de la herramienta, la superficialidad mediática y, sobre todo, la creciente desesperación de millones por encontrar alguna forma de reproducir la vida material de este lado del metaverso.