Frenesí se llamó la última muestra de Liliana Maresca. Una retrospectiva de su obra curada por ella misma en 1994 mientras sabía que su futuro era corto, marcado por la enfermedad que la mató, el SIDA, mientras la muestra sucedía. “Frenesí” parece una palabra apropiada para nombrar su vida breve. Vivió hasta los 42 y construyó una obra, arrasadora y sorprendente, entre los años de la postdictadura y 1994. Esa década creativa, sin embargo, fue suficiente para inscribirla como un hito en la historia del arte contemporáneo nacional. Maresca creó esculturas, objetos, instalaciones, dibujos, pinturas y montajes gráficos y consolidó en la década del 90 la fotoperformance: una acción artística que se realiza con el objetivo de ser fotografiada. Su obra visceral y profundamente política fue un faro en su generación.
Un homenaje a esta obra empezó a girar por el mundo, también metiéndola de lleno en el circuito comercial, aprovechando la tendencia del mercado que hoy busca y paga fotoperformance.
La galería porteña Rolf Art, dirigida por Florencia Giordana, aterrizó con un combo de fotografías, que dan cuenta de sus instalaciones y de sus fotoperformance, en la feria Paris Photo 2016 que tuvo lugar entre el 10 y el 14 de noviembre. La presencia de este cuerpo de obra tuvo muy buena recepción y sus resultados todavía secretos hablarían, quizá, de la llegada de los registros de obra de la artista pionera a colecciones francesas de prestigio internacional.
Desde el 23 de noviembre una versión de los que se vio en París, se exhibirá en la nueva sede de Rolf en Buenos Aires –Esmeralda 1353– con la curaduría de Adriana Lauría, la académica que ya a mediados de los 90 colocó la obra de Liliana Maresca en el corpus de estudio de la carrera de Artes de la Universidad de Buenos Aires. Visión y atrevimiento, cuando sólo un grupo de artistas, amigos y críticos –de este diario casualmente, Miguel Briante y Fabián Lebenglik– habían situado la obra de Maresca en un lugar central, donde sus esculturas, objetos e instalaciones también devinieron en su propio cuerpo. En dos obras lo ofreció como mercancía: Espacio disponible (1992) y Maresca se entrega todo destino (1993). La primera fue una instalación realizada en el Casal de Catalunya y estuvo compuesta por tres carteles que anunciaban “ESPACIO DISPONIBLE. APTO TODO DESTINO. LILIANA MARESCA. 23-5457. DEL 3-12 AL 24-12-92”. Al año siguiente, en esta misma línea, realizó una fotoperformance publicada en número ocho de la revista El Libertino. Se trató de una fotoperformance compuesta por catorce fotografías secuenciadas tomadas por Alejandro Kuropatwa y plantadas en una doble página a modo de una publicidad que parodiaba el formato de las ofertas de las hot line telefónicas. En las fotografías, Maresca aparecía con una remera a rayas, un short blanco y un oso de peluche junto a un texto propuesto a modo de título por quien era responsable de la revista, Marta Dillon: MARESCA SE ENTREGA, TODO DESTINO, 304-5457. En la producción intervinieron también Sergio de Loof, Sergio Avello y los Fabulous Nobody (Roberto Jacoby y Kiwi Sainz). De esta serie, vendida por los herederos de Alejandro Kuropatwa, ya no quedan copias. La última fue adquirida por el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires que planea para 2017 una gran retrospectiva de Maresca.
Ese mismo cuerpo que se ofrecía al mercado, extenuando sus propósitos, fue el que generó, con su magnetismo, una tribu de artistas que la rodeaban, venerándola y aprendiendo de ella mientras ella los instruía viviendo. Maresca allí, en su casa de San Telmo, oficiaba como una chamana. Entre esa tribu se encontraban el fotógrafo Marcos López, que recién empezaba con su serie Pop latino, y la fotógrafa y videasta Adriana Miranda, la sanjuanina que en los últimos años fue su asistente.
Rolf Art rescata en la muestra que elige llamar Fotoperformance, registros y homenajes parte de la obra de la artista, la que la sobrevivió, ya que buena parte de su obra no estaba hecha para ser conservada. De muchos objetos queda sólo el recuerdo, el nombre, su vibración como mito que se cuenta con palabras que cambian cada vez que se intenta describirlos. De otros hay registros fotográficos, algunos otros tuvieron como objetivo ser fotografiados. Sobre éstos dos procedimientos pone el acento la muestra de Rolf.
Destaca el monumental registro, armado por cuatro gigantografías, realizado por Adrián Rocha Novoa de la instalación de 1993 en la Sala 12 del Centro Cultural Recoleta. Se trata de Imagen pública, altas esferas, instalación para la cual Maresca de sumergió en los archivos de este diario para buscar las fotografías y textos con los que empapelaría la Sala en auge del menemismo y también en plena conciencia de su enfermedad, política, política y cuerpo. Recuerda Lebenglik: “Maresca paso semanas entre los estantes y archiveros de la antigua sede del perioìdico, sobre la Avenida Belgrano casi esquina Chacabuco, para seleccionar todo el material que incluiría en su muestra: una larga serie de primeras planas e imágenes que funcionaban como perfecta síntesis de aquellos anÞos de la Argentina. Con tal selección, Liliana hizo varias gigantografías que montoì sobre paneles con los que revistió paredes y cielorraso de la sala 12 del Centro Cultural. Con un mecanismo simple la artista hizo que desde el techo goteara la tinta supuestamente desprendida de aquellas noticias e imágenes, para ir llenando un recipiente colocado sobre un pedestal”. Maresca desnuda posó en su propia instalación, ofreciendo su cuerpo armónico y bello que camuflaba la enfermedad, para crear el flyer y el volante –que incluía un texto de María Moreno– para promover la obra. Las tomas de Maresca desnuda fueron realizadas, a pedido de Maresca, por Marcos López y serán exhibidas también en la muestra de Rolf. Sobre la autoría de estas fotografías, contó Giordana a Las12, se llegó a un acuerdo con la heredera de Maresca, su hija Almendra Vilela, y el fotógrafo Marcos López que, ante escribano público, confirmaron la autoría conjunta de esta serie de fotos, tasadas en 5 mil dólares cada una. El resultado de la venta será dividido en partes iguales.
Maresca decidió desarmar esta muestra y arrojarla a la Costanera Sur. Eligió registrar esa acción y convocó a Adriana Miranda para que la fotografiase y la grabase en video. Se exhibirá ese registro que es un fragmento del video catálogo Frenesí de cuarenta minutos de duración. Allí se da cuenta de la década de producción de Liliana Maresca que era motivo de la retrospectiva. El video fue producido por Maresca y por Adriana Miranda. En él se escuchan los testimonios de sus amigos y artistas como León Ferrari, Jorge Gumier Maier y Marcia Schvartz, entre otros.
Una serie de treinta y un fotografías vintage, de pequeño formato, que dan cuenta del desarmado de Altas Esferas en la Costanera Sur, firmadas por una tal Ludmila, cuyo paradero hoy se desconoce, son un botín precioso de esta exhibición.
Diez años antes, en 1983, a poco de la llegada de la democracia, frente a la Casa Rosada, Maresca protagonizó una serie donde posó ante una cámara, simulando tomarse fotos turísticas. Sin embargo, entre pose y pose, tensó fronteras, acercándose cada vez más a la puerta principal custodiada por un guardia presidencial. Vestida con un rigor que no era propio de ella, la serie de la Casa Rosada y su sarcasmo es de las favoritas de los coleccionistas. Los registros de esta acción son de Marcos López.
Forman parte de la muestra de Rolf, también, un retrato de Santiago Porter, donde una espléndida y serena Maresca mira a cámara. La fotografía fue realizada para una nota en la revista Cerdos y Peces y luego Maresca la eligió para que fuese tapa del catálogo de Frenesí. Quizá sea el retrato que eligió para ser recordada.
Como homenaje se incluye una fotografía de RES, de su seria Pardiez que formó parte de La Conquista, la muestra monumental y colectiva que organizó Maresca en 1992 para dar su punto de vista sobre el llamado descubrimiento de América, una visión desde el arte que mezcló dinero y violencia. Dedicó la muestra a Batato Barea.
Se suma, finalmente, un tríptico de Facundo de Zuviría, tres fotos tomadas en la mítica casa de Maresca en San Telmo: una obra desde el interior hacia el balcón, un macetero y la mesa del comedor con un florero con caléndulas.
Otra versión ampliada de esta exhibición llegará en febrero a la feria de arte contemporáneo internacional ARCO Madrid, donde Argentina es el país invitado y donde Maresca fue elegida por la curadora Inés Katzenstein para representar al país junto a otros tantos artistas. Se cumple la profecía: “Maresca…todo destino”.
Arte
Maresca se entrega
Una semana después de que se cumplieran 22 años de su muerte, las fotoperformances de Liliana Maresca se instalan en lo más alto del mercado del arte, con todo el desconcierto que implica para una mujer y una obra revulsiva, provocadora, siempre entramando acciones colectivas. Quedan preguntas abiertas sobre este hecho pero también el privilegio de verla, otra vez o por primera vez, y asomarse a algo de ese frenesí de la producción de la pos dictadura.
Este artículo fue publicado originalmente el día 18 de noviembre de 2016