El entramado de hechos reales, en una versión compacta y simplificada, podría comenzar así: Ron y Russell Mael, miembros del dúo estadounidense Sparks desde su fundación a comienzos de la década de 1970, escribieron el tratamiento de una ópera rock titulada “Annette”, la historia del complejo y explosivo vínculo entre un comediante de stand-up exitoso y una celebrada cantante lírica, que sería acompañada del lanzamiento de un disco homónimo. Corría el mes de mayo de 2013 cuando los hermanos Mael, de visita en el Festival de Cannes, se encontraron con el realizador francés Leos Carax. El director de Mala sangre y Los amantes de Pont-Neuf había presentado el año anterior, en la competencia oficial de ese encuentro cinematográfico, su largometraje Holy Motors, que casualmente incluía una canción de los Sparks en la banda de sonido, “How Are You Getting Home?”, tomada del álbum de 1975 Indiscreet. ¿Y si el proyecto se reconvertía en una película musical con registro de los actores y actrices cantando en vivo? Así nació Annette (ver crítica aparte), el idiosincrático y potente film de Carax y los hermanos Mael, protagonizado por Adam Driver, Marion Cotillard y una marioneta que hace las veces de hija de la pareja en la ficción.
Presentada como película de apertura del Festival de Cannes hace poco más de cuatro meses, y disponible desde este viernes en la plataforma Mubi, Annette imagina el ascenso, varios tropezones y caída del romance entre Henry McHenry, ácido comediante con tendencias autodestructivas, y la soprano Ann Defrasnoux, pareja despareja transformada en la comidilla diaria de la prensa “del corazón”, en particular luego del nacimiento de Annette. Con sus diálogos imaginados como letras de canciones –a la manera del clásico Los paraguas de Cherburgo– y un estilo visual que salta del realismo a la fantasía sin solución de continuidad, Annette comienza a pleno canto, con todo el reparto y el equipo técnico y artístico en pantalla, caminando por las calles de Los Ángeles y entonando el tema de apertura “So May We Start”. Entre ellos, desde luego, están presentes Ron Mael y Russell Mael, autores del guion filmado por Carax. “Siempre quisimos hacer una película musical, pero antes no fue posible por diferentes razones”, afirma Ron Mael en una charla exclusiva con Página/12 con los integrantes de Sparks.
“En realidad, la intención de ese viaje a Cannes no tuvo que ver con Annette: la idea era avanzar con otro proyecto de película, llamada ‘La seducción de Ingmar Bergman”, continúa el músico, antes de acotar que “el encuentro con Carax fue simplemente social, para saludarnos. Pero al volver a Los Ángeles decidimos enviarle el tratamiento de Annette. Evidentemente, el proyecto lo tocó de alguna manera personal, porque su respuesta casi inmediata fue ‘quiero dirigir esta película’. Carax es un director tan personal que obviamente decidió darle su propia impronta al film. Sus películas siempre tienen un fuerte segmento musical, todas y cada una de ellas. Así que siempre supimos que él era la persona ideal; sabíamos que nos iba a sorprender”. Para su hermano Ron, “otro director hubiera hecho algo muy diferente, sin duda”, aclaración pertinente que la propia Annette confirma en cada una de sus escenas y planos.
-¿Cuáles fueron los desafíos de crear un musical cinematográfico para adultos en tiempos en los cuales el género parece estar anclado en la fórmula de Broadway o la mirada retro?
Russell Mael: -Es complejo. Existen todos esos musicales más clásicos, con muchas coreografías y un final feliz y motivador, con cientos de personas bailando en las calles. Siempre nos interesaron los musicales que no forman parte de ese estilo, como Los paraguas de Cherburgo, donde las canciones no quitan lo naturalista del estilo. Por supuesto, Annette no es precisamente naturalista, aunque definitivamente no es la clase de historia con un final feliz.
Ron Mael: -De todas formas, a pesar de que la historia es por momentos bastante triste, esperamos que la experiencia artística sea movilizadora, desde un punto de vista cinematográfico y musical.
-A lo largo de su extensa carrera han atravesado diferentes etapas con muy diversas influencias y estilos, desde el disco al rock de cámara. ¿Cómo fue el abordaje inicial para las composiciones de Annette? ¿Qué elementos cambiaron desde el proyecto original hasta la película tal y como existe?
Russell Mael: -Estilísticamente, Leos estuvo desde un principio en sincronía total con nosotros respecto de cómo debían sonar las canciones. Nunca hubo ninguna discrepancia entre los puntos de vista. Leos es un gran fan de Sparks, desde que era muy joven, así que ese fue un buen punto de partida, y supongo que un elemento esencial para que se embarcara en el proyecto. En otras palabras, siempre estuvo cerca de nuestra sensibilidad musical y también en cuanto a las letras de las canciones, así que era claro que los temas no debían necesariamente pertenecer a un estilo específico, sino que habría una gran variedad. El tema de apertura es bien de banda grande, pero después hay piezas orquestales o cosas más de cámara, así que todo es muy variado. Siempre fuimos un poco camaleónicos, dándole lugar incluso a las incongruencias dentro de un mismo disco, así que creo que el abordaje para la película fue ese: no ser musicalmente cohesivos, aunque tratando de que esa mezcla de estilos tuviera una lógica en la totalidad.
Ron Mael: -Tal vez el mayor cambio que tuvo lugar en el film terminado, cuando lo comparamos con el proyecto original, es la canción final, “Sympathy for the Abyss”, que Leos nos pidió que compusiéramos. También hay un tema que Marion canta en el medio de la nada, donde explica algo de su pasado. Esas fueron cosas que se agregaron. Luego hubo pequeños detalles, cambios en las letras, básicamente para terminar de describir a los personajes centrales. Pero, en general, Leos aceptó el grueso del material tal y como lo habíamos compuesto.
-¿Cómo fue el rodaje en términos vocales? ¿Hubo alguna instancia de doblaje o lip sync o en todos los casos las voces fueron registradas en directo?
Russell Mael: -Todo fue hecho en vivo, con la única excepción de los momentos en los cuales el personaje de Marion canta fragmentos de ópera. Allí fue doblada por la soprano Catherine Trottmann. Fue algo que Leos les impuso a los actores desde un primer momento, lo cual fue todo un desafío, desde luego, en particular porque ciertas piezas son difíciles. Así que Driver y Cotillard tuvieron que actuar y cantar al mismo tiempo. Fue muy demandante para todos. La apertura fue filmada en un plano-secuencia, sin cortes. Creo que hicimos dieciocho tomas de esa escena, cantando en vivo en cada caso. ¡Muy estresante! Pero Leos siempre creyó que el hecho de cantar en vivo le aportaba una cualidad especial a la película, porque no se siente que las canciones están pregrabadas en estudio. Eso les aporta una cualidad más intensa a las actuaciones.
-¿Cuándo decidieron que la pequeña Annette, la hija de la pareja, iba a estar interpretada por una marioneta?
Ron Mael: -En un primer momento pensamos en una simple muñeca o algo así, pero Leos sugirió utilizar una marioneta, lo cual fue una decisión bastante atrevida para una película con actores de carne y hueso. Había tres equipos de marionetistas en Francia y uno en Japón, todos trabajando en diferentes propuestas para la pequeña Annette. El equipo de especialistas japonés fue el que creó la marioneta más expresiva, así que Leos optó por esa versión. Cuando uno ve la película es notable la interacción entre los actores y ese objeto “inanimado”: la tratan como si fuera una niña real. En cierto momento uno se olvida de ello y no siente que Marion o Adam están interactuando con un pedazo de madera. Eso era clave. Y no hay nada de efectos digitales, se pueden ver las articulaciones de los brazos y las piernas; no se intentó ocultar el hecho de que es una marioneta. La transformación final, que no vamos a spoilear, también fue una idea genial de Leos.
-¿Con qué palabras definirían Annette? ¿Una tragedia moderna, similar a las óperas que interpreta el personaje de Cotillard? ¿Un drama sobre la exposición pública y el camino a la autodestrucción?
Russell Mael: -Digamos que es la historia de una relación compleja que no va demasiado bien. Hay una línea en la canción “True Love Always Finds a Way” que afirma que “el amor verdadero a menudo se extravía”. De alguna forma, el tema que recorre toda la película es el cariño y el amor que se pierde. Y luego, claro, está el personaje de Annette, que de alguna manera es usado por el padre y por la madre, de manera egoísta, cada uno a su manera. Son dos padres que no están haciendo lo mejor para su hija, ese es otro elemento importante de la historia.
Ron Mael: -Hay algo ligado a la ópera, no sólo porque uno de los personajes pertenece a ese mundo, sino porque las emociones son de una intensidad operística. Creo que ese es un punto importante en una película musical, que permite jugar con esa clase de tonos, mucho más que en un film narrativamente más tradicional y directo. O realista. Hay algo súper emocional en el musical, que puede expresar cosas de otra manera. Especialmente en estos días, en los cuales el naturalismo en la norma en la actuación. El musical es una buena forma de escaparle a eso y expresarse de otra manera.