Como para sumar un ítem que no puede pasar inadvertido en su ya atractivo perfil de Linkedin, Daniel Melero fue parte, a fines de octubre, del tributo que el Goethe Institut organizó en el CCK por los 250 años del nacimiento de Beethoven. “Lo que suele suceder en mi vida es que juego a la música. Es tan superficial y profundo como suena, pero sencillamente fue divertido, entretenido y enriquecedor”, repasa el músico. “De ninguna manera, sentí la presión de que Beethoven se pudiera levantar de la tumba para decirme: ‘¿Qué estás haciendo con lo mío?’. Ahora tengo un agregado interesante, nuevo y especulatorio”.

Si bien el año pasado publicó La ruta del opio, disco firmado junto a Diego Tuñón (Babasónicos), en los últimos tiempos Melero comenzó a revisitar su obra. En 2019, celebró el primer cuarto de siglo de Travesti con un show (registrado en un álbum en vivo que apareció este año), y recientemente lanzó una edición en vinilo de Rocío. Eso no deja de sorprender porque no es un artista que se aferre al pasado ni a la nostalgia. “Mientras no hubo espectáculos, a la prensa lo que le quedaron fueron los obituarios y los aniversarios. Eso es increíble”, reflexiona. “Más allá de eso, siempre se recordará el aniversario de algún disco o gesto. Veo esas cosas nada más como un mecanismo para jugar”.

Sin embargo, Melero anunció su reencuentro con el escenario del ND Ateneo a través de un recital que tiene como consigna el festejo de los 35 años de Silencio, el único disco que publicó su grupo Los Encargados. “Además, el día del show se van a estar cumpliendo años de cuando Los Encargados fueron expulsados de BA Rock”, añade acerca del recital que brindará el sábado a las 21. “Siempre va a suceder un aniversario de algo hasta que se olvide. Es una tradición que existe desde siempre. Lo que el público escuchará son temas que toqué pocas veces en vivo, de diversos discos. Y sobre todo de mis próximos dos discos. El chiste del pasado es usarlo como un trampolín para lo actual”.

-“No aclarés porque oscurece”, dice el refrán…

-En este universo de mentiras sería interesante no aclararlo, pero no puedo evitarlo. Si alguien piensa que voy a re representar a Los Encargados, de ninguna manera lo haría. Se va a tratar del año cero de las presentaciones de mis próximos discos y creo que va a ser visto así en un futuro donde tal vez por un tiempo esté presente.

-¿Cuándo saldrán esos dos discos?

-Estarán terminados el año próximo. Seguramente no serán recordados dentro de 40 años, pero estoy feliz de poder hacerlos.

-No solés tocar tema de Los Encargados. ¿Al menos harás alguno esta vez?

-En algunos casos, toqué temas que están en ese disco. Y también temas que están en discos de otros artistas que me han interpretado. Si la pregunta profunda es si tocaré alguna canción que forme parte de ese disco, te respondo que sí, habrá un par de Silencio. Y también tocaré algunos temas que nunca presenté en vivo. Pero sobre todo mucho de lo actual.

-¿Qué te pasa cuando, casi a manera de exigencia, te piden que hurgues en tu pasado?

-Siento que repito el archivo. ¿Quién piensa en estas cosas? No lo sé. Si tengo que pensar en la gente que va a mis shows, creo que está muy abierta a conceptos que considero interesantes y nuevos. No hay mucho más. Por otra parte, noviembre está repleto de efemérides mías, pero uno es un ser muy pequeño, muy endeble y seguramente con una duración estipulada.

-Sobrevivieron a esos naranjazos, por ejemplo…

-Los de las naranjas tal vez sea la inauguración de ser víctimas tal vez sin salir mancillado, al mismo tiempo. Nunca me victimicé por eso. Siempre supe que era un legado para el futuro.

-¿Es cierta esa leyenda urbana de que pesaron las naranjas, luego del show?

-Es verdad. A tal punto de que nosotros llevamos una balanza que tenía un gancho. Recogimos las frutas y las pesamos. Fueron treinta y tanto de kilos. Imaginate el disgusto de la gente. Pero era una nueva manera de implementar aquello que parecía rechazo como una multiplicación. Hace unos meses, me comentaba Zeta (Bosio) que luego de nuestro recital en BA Rock yo pasé por su sala. No recuerdo si la banda ya se llamaba Soda Stereo. Ante la pregunta de cómo nos fue, me recordó que le dije: “Fue un éxito. Treinta kilos de frutas”. Yo estaba feliz. De todas formas, no es que me parezca que sea bueno o malo, no pongo esa jerarquía ahí. Estar listos como artistas, táctica y estratégicamente, nos proveyó de una experiencia muy distinta a la de una aprobación típica. Al público le fue difícil ser indiferente a lo que hacíamos, tal como sucedió tiempo después en La Falda.

-A propósito de lo de Zeta, ¿por qué Soda Stereo quiso hacer un cover de “Trátame suavemente”, incluido en Silencio?

-La historia es sencilla. Yo iba a ser el productor del primer disco de Soda y no lo fui, finalmente fue Federico Moura. Yo produje el demo de ese disco. Y ahí no estaba mi canción. Pero Federico, que era un amigo mutuo, sobre todo más amigo mío en aquella época, les dijo que tocaran ese tema. También fue un efecto de multiplicación. Yo jamás hubiera concebido ese concepto, porque me encantaba el material de Soda, aunque a todos nos terminó favoreciendo. A pesar de que no fui el productor, el verdadero facilitador de esa canción que todos conocíamos logró que ese misterio se volviera un obsequio.

-Si bien ese ese disco de Los Encargados está en Spotify, no se encuentra el resto de tu discografía. ¿A qué se debe?

-Desconozco, porque jamás visito Spotify. No sé si llama cuenta o qué. No escucho música ahí. No me importa si está, me es indiferente.

-¿Y por dónde escuchás o consumis música?

-Bandcamp y YouTube.

-¿En qué consisten los dos discos que sacarás el año próximo?

-Es difícil explicarse. Son el comienzo de una colección que se llamará Qualia. Es uno de los puntos más bajos considerados hoy en la filosofía. Son aquellas cosas que experimentás y que no podés transmitir al otro porque sentís que tu cuerpo debería ser el del otro para poder comprender qué pasó con eso. De eso se trata la música que está involucrada acá. Muchos temas datan del 2006, y han sido sometidos a procesos de laboratorio y de elaboración. Hay muchos temas instrumentales que tienen letras, pero no están cantados. Hay temas que sí están cantados y hay otros experimentales. Lo que prevalece en ambos álbumes es una música que tiene que ver con algo pirotécnico, donde la guitarra es una ametralladora y los sintetizadores son una unidad misilística, pero cubiertos de poesía.

-La Inteligencia Artificial se instaló este año como un hecho dentro de la música. ¿Qué opinión tenés al respecto? Hasta ABBA lo hizo…

-Me interesa mucho la estupidez artificial. No concibo la idea de lo humano como para generar inteligencia.

-Seguís siendo una fuente de inspiración para la nueva generación de artistas. Lvpe es una de las músicas y productoras que te tienen a vos como su escuela. ¿Qué te pasa cuando te enterás de esto?

-Siempre es un halago. Tampoco considero que ser joven sea un valor, ni que ser viejo o tener cierta edad merezca ratificación. Vivo en un universo de mucho cariño y afecto. Lo más bello que me pasa es que aquellos que sienten que fui una influencia hacen algo distinto.