El historiador y sociólogo Waldo Ansaldi reflexionó sobre las consecuencias sociales que trajo aparejada la pandemia y los desafíos del mundo que se viene. Lo hizo durante el Congreso Nacional e Internacional sobre Democracia que se llevó a cabo en la Facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario, en el que el investigador participa desde su primera edición en 1994. “No ha habido situación en la historia que se compare con la que aún estamos viviendo, ni siquiera la peste negra, que afectó a gran parte de Europa pero que no se extendió por otros continentes. Esto es un fenómeno a escala global, que no distinguió límite geográfico”, puntualizó.
El momento histórico es crucial, una bisagra entre pasado y futuro. El reconocido filósofo italiano, Antonio Gramsci, afirmaba que a la hora de analizar la coyuntura se debía intentar distinguir entre los movimientos ocasionales y los orgánicos. Los primeros son aquellos que pueden impactar en un momento, pero no tienen trascendencia a largo plazo, mientras que los segundos son aquellos que inciden en el desarrollo posterior de la historia de esa sociedad. En este sentido, Ansaldi comentó que la pandemia no es un fenómeno inventado por una corriente política, más allá que todavía existen versiones encontradas sobre su origen. “Es un movimiento orgánico que va a transformar la vida de la humanidad. A principio, cuando comenzó a hacer estragos en Europa y ya había llegado a nuestro país, se hablaba que íbamos a salir de la situación como un mundo mejor, pero en realidad, el mundo post pandemia no es eso que nos imaginábamos: lo que se acentuó fue la desigualdad, tanto entre los países como hacia el interior de cada uno”.
Ansaldi comentó que en la actualidad el 1,1% del total de la población mundial acumula el 45,8% de la riqueza del planeta, situación que marca a las claras una falta de equilibrio en la distribución. “La desigualdad que se generó en los últimos años es muy grande. El problema es que la pandemia vino a acrecentar esa tendencia”.
En consonancia, subrayó que uno de los mayores ganadores de esta situación mundial fueron los grandes laboratorios, quienes crecieron como nunca antes. “Por ejemplo, Pfizer lanzó sus pastillas contra el COVID-19, que atenúa la enfermedad. El tratamiento consiste en 8 cápsulas diarias por el lapso de 5 días. La cuestión es que la información que circula indica que cada pastilla le cuesta a este laboratorio 0,40 dólares en su producción, por lo que la caja entera debería costar 16 dólares. Sin embargo, se estima que la venderán a 700 dólares, lo que indica que no se piensa en las personas sino en el bolsillo. Hay incontables casos similares, que marcan algo muy grave que veo cada vez con más frecuencia: la indiferencia. Tienen la gran posibilidad de salvar al mundo y hacen todo lo contrario. Creo que esa es la gran miseria humana”.
Ansaldi especificó que si hay algo que ha permeado la coyuntura en el último tiempo ha sido la indiferencia de cientos de millones de personas, empezando por los que más tienen. También recordó que el director ejecutivo de Alimentos de las Naciones Unidas, en más de una oportunidad, les solicitó a los cinco mayores magnates del mundo que resignen el 0,38% de sus fortunas para salvar del hambre a 42 millones de personas. “La indiferencia no es solo una palabra, sino que mata hombres, mujeres, niños y niñas”.
Para el sociólogo, la desigualdad social siempre ha estado en el foco de los debates políticos y ha generado posiciones encontradas. “Para los movimientos de derecha, la desigualdad es algo natural, mientras que para los de izquierda es una construcción del sistema en el cual vivimos. Tanto la izquierda como la derecha forman dos posiciones de cómo se posa la mirada sobre este tema”.
El historiador afirmó que ha escuchado muchas veces la famosa frase “pobres hubo siempre”, como una justificación a su existencia, pero que en realidad los pobres son un invento que aparece en la conjunción entre los nobles ricos y la iglesia católica: pagando una contribución, se salvaba el alma. “Es decir, si tenías plata conseguías la indulgencia en la otra vida y si no, estabas destinado al sufrimiento. Ahí surgieron los pobres y por ende las leyes destinadas a estos. En consecuencia, es un fenómeno histórico que aparece en determinado contexto de transición, el cual es un término a prestar atención, en especial en nuestro país, porque hay que distinguir claramente entre transición y crisis, ya que no toda crisis indica obligatoriamente una transición”.
Por ende, Ansaldi pone sobre la mesa “¿Vamos a una transición hacia dónde?”, visiblemente preocupado por lo que le espera al mundo. “Estamos caminando al borde del abismo y si caemos será muy difícil salir”, advirtió.
Falta de alternativas
Otra consecuencia de la pandemia es, según el académico, el crecimiento a pasos agigantados de la extrema derecha, la cual se fortalece en muchos países y se muestra como una alternativa firme. “No sólo de la política sino del modo de pensar y actuar de extrema derecha como la xenofobia, el racismo, el mesianismo y la indiferencia. Algunos días atrás, un barco de una ONG alemana cargado de sobrevivientes de un naufragio en el Mediterráneo no conseguía que el Gobierno de Malta o de Italia le dieran autorización para desembarcar, teniendo los días contados de agua y alimentos”. Y agregó: “Esto va acompañado con comportamiento electoral, donde muchas veces se denigra la condición humana y se impone la indiferencia, sobre todo si sucede en otro lugar del mundo. Muchos de esos votos van a la extrema derecha”.
Por otro lado, hizo énfasis en que “no se ha encontrado la forma de hacerle frente al capitalismo desde la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética” y que no han surgido alternativas para modificar el sistema.
De esta manera, explicó que la coyuntura es tan dinámica que hoy pone a China como una de las principales potencias, luego de mucho tiempo. “En el siglo XVIII, China era la máxima potencia hasta que llegó la Revolución Industrial. Luego, se dió cuenta que una expansión sin planificación no iba a llegar a buen puerto. Hoy nuevamente es un actor central, sobre todo en lo que se refiere a nuevas tecnologías y el manejo de la pandemia”.
También recordó una de las dicotomías más importantes del último año, donde se discutía abiertamente a nivel mundial si los gobiernos debían enfocarse en la economía o en la salud. “Los que eligieron la primera opción tuvieron muchas muertes y un desastre sanitario mientras que los que sólo pensaron en la salud tuvieron notorios problemas económicos. Realmente, creo que no hay recetas mágicas, es todo muy cambiante y dinámico”.
Por eso, destacó que es elemental prestar atención a todo lo que ocurre más allá de nuestras fronteras. “Hay que romper con la indiferencia y tener la capacidad de transformar el mundo en un lugar en el que valga la pena vivir”.