Las librerías independientes salen a la calle bajo el lema “Leer es un buen plan” este sábado de 14 a 20 horas. La Coop Librería (Almagro), Suerte Maldita (Palermo), Ritualitos (Liniers) y Mandrágora (Villa Crespo) organizan esta actividad para mostrar la diversidad de propuestas a la diversa comunidad de lectores que se refugiaron en la lectura y los libros durante el confinamiento y más allá. También se sumaron las librerías Moebius (Almagro), La Libre (San Telmo), Fedro (San Telmo), Gato escaldado (Boedo), Otras orillas (Barrio Norte), Mandolina (Belgrano) Malatesta (Parque Chas) y Sudestada (San Nicolás), entre otras. “Después de muchos meses donde los encuentros tuvieron que ceñirse a lo virtual, para nosotros es el momento de festejar el reencuentro, celebrar juntos la fiesta que la lectura significa”, dice la librera Ana López, de Suerte Maldita.
“Leer es un buen plan” es un proyecto generado en el marco del programa Futura, herramientas para una cultura en movimiento del CCEBA (Centro Cultural de España en Buenos Aires en colaboración con el ministerio de Cultura de la Ciudad. En La Coop (Bulnes 640) se desplegará la actividad “Ustedes recomiendan”, una invitación a los lectores para que preparen una recomendación de un libro que los haya transformado. En Mandrágora (Vera 1096) se podrá participar de talleres de Poesía japonesa, a cargo de Cynthia Matayoshi, y el Club de Lectura, coordinado por Clara Anich. Además, se realizará una edición especial del Club de Lecturas Transfeministas, coordinado por Bárbara Alí y Carolina Silbergleit.
El cierre llegará con una performance dirigida por Florencia Gleizer. En Liniers, Ritualitos (Piere 103) inaugurará el programa de fidelización de lectores con el sistema de puntajes. Se podrá disfrutar del Taller de Cuentos jugados, con juegos, dinámicas lúdicas, plásticas y circenses que sostienen la lectura de cada historia; y Explorador Suflaifá, un juego heurístico, similar a un juego de bloques. Habrá una mesa debate, “Se escribe con/desde/ por y hacia las infancias? La literatura e infancias en clave ESI, y una banda invitada cerrará la jornada. Suerte Maldita (Serrano 1394) ofrecerá “Minuto subrayado”, una tarde con escritores y lectores que compartirán en vivo un minuto de su subrayado favorito y se construirá, hacia el final, un mural colaborativo de subrayados.
“Este proyecto nace desde esa necesidad que tenemos aquellas personas que llevamos adelante un proyecto cultural, en nuestro caso, editoriales y librerías: compartir lo que hacemos, promover esas voces que nos parecen capitales para entender muchas de las cosas que nos pasan”, subraya Marcos Almada, de La Coop, también editor del sello Alto Pogo. “Abrir un libro es encontrarse con un mundo de posibilidades, porque nos invita a descubrir nuevos puntos de vista, universos que desconocíamos, profundizar en aquellos que nos convocan, al mismo tiempo que adentrarnos en nosotros mismos", plantea Carolina Silbergleit, de Mandrágora. "Leer es un buen plan porque es un acto individual, que nos permite aislarnos de los ruidos cotidianos, y simultáneamente nos vincula, nos nuclea. Leer es un buen plan porque leer, transforma”.
Las librerías independientes surfearon mejor la crisis que generó la pandemia durante 2020. “Fue un año de crecimiento para las librerías independientes porque en ese escenario tan particular se hizo muy evidente nuestro modo de trabajo, que es bien distinto del de las cadenas: lo que nos interesa es crear vínculos con les lectores, discutir itinerarios de lectura, aprender de sus recorridos", confirma López, de Suerte Maldita. "Se trata de nuestra construcción de siempre, pero la pandemia la visibilizó. Nuestra ganancia más importante fue que la librería llegó a lectores nuevos, que compraron a través de la tienda virtual o los que les dimos recomendaciones a través de Instagram o WhatsApp. Muchos vecinos que no habían prestado demasiada atención a la librería antes de la cuarentena se acercaron y construyeron un vínculo”.
Karina Dowie, de Ritualitos, sostiene que “como no contamos con un capital en términos económicos, pero sí un contacto estrecho con nuestros lectores y vecinos eso hizo que encontremos rápidamente la manera de seguir conectados”. La librera revela que al principio costó mucho porque “no teníamos la estructura para poder seguir trabajando online” y reconoce que “le pusimos el alma entera a sostener nuestra forma de ejercer el oficio librero”. “Somos una comunidad que se sostiene en un vínculo real, y eso escapa a cualquier algoritmo”, aclara Dowie.
Almada, de La Coop, precisa que “las libreras y los libreros están acostumbrados a trabajar en mares convulsos” porque tienen una capacidad de adaptación “envidiable” y que lo mismo sucede en el sector editorial, “golpeado siempre por cada crisis de manera potente”. También rescata la fidelidad del público lector de cada librería porque “retrasada la cadena de reposiciones, y los trastornos logísticos que trajo la pandemia, pudieron esperar un libro una o dos semanas”. El editor de Alto Pogo pondera que “la gente se acercó más al libro” porque había que escapar de las pantallas, y “un buen libro siempre es un buen remanso de tranquilidad”.
López, de Suerte Maldita, confiesa que lo que más le gusta de ser librera es el vínculo que teje con distinto tipo de lectores. “En esa conversación que se arma se van diseñando recorridos personalísimos que son siempre nutritivos porque no hay dos lectores iguales ni dos bibliotecas iguales”. Silbergleit, de Mandrágora, dice que su trabajo como librera consiste en “ser intermediaria entre lectores y lecturas”, pero admite también que es “abrir cajas con libros y ordenar y hacer tareas administrativas”, a las que define como “el lado B de un oficio hermoso”. Dowie, de Ritualitos, prefiere pensar en una librería militante, “no sólo por las temáticas que trabajamos, feminismos y diversidades, sino que es una búsqueda constante que sostenemos para visibilizar las voces que justamente escapan al canon establecido”. “Trabajamos codo a codo con editoriales independientes y autores que no siempre se encuentran en todos lados”, puntualiza la librera y concluye: “Queremos aportar nuestro granito de arena en la construcción de un mundo donde quepan todos los mundos”.