“Yo viví siempre en el fracaso. Soy un nulo absoluto. Mi historia está mal dicha. No hago nada ahora. Voy a hablar en femenino, no me queda otra, la policía del pensamiento patrulla. Esos tipos trajeados de polizonte bajo el sol bronco de un pueblo francés moviendo las manos a un lado y a otro y controlando las maniobras de los padres en las bajadas de los viñedos. Esos policías de tránsito pueblerino que un día se quedan secos con sus sexos en la mano. Estoy cansada, estoy rendida, no doy más. Todos los psicólogos me parecen unos imbéciles. No estoy vivo, se equivocan, ustedes están viendo un fantasma, un espectro de algo que no es. Yo no soy ni un paria, no soy un algo, no soy una persona. Miren, no me quiero poner a llorar. Ya no tengo más nada que conquistar. Cada psicólogo es más bruto que el anterior. Me tratan como un sujeto, quién dice que soy un sujeto, vos lo decís, yo no tengo habla, no tengo un cerebro que funcione, pero esto es algo que no entienden, mierda de analistas. Qué quieren, me entrego, pido perdón, estoy falseada. Nadie conoce a nadie, se entierran mutuamente unos a otros y ya. Pala, tierra y fumar. Yo, antiguo sobreviviente de los campos de concentración nazi trasladado directamente a los campos soviéticos me parezco a las fojas del expediente que encontrarán cerca de mí una vez muerto.” ~
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