“Cuidado: las imágenes de esta serie podrían volverla nostálgica y, al mismo tiempo, hambrienta. Le sugerimos, por tanto, que vista un pantalón de poliéster y sostenga una bolsa de papas fritas mientras las mira”, proponen concienzudas voces al presentar “Wardrobe Snacks”, monocromática colección de la fotógrafa norteamericana Kelsey McClellan (1990) y la estilista Michelle Maguire, reunidas por cierto peculiar afán: el de retratar personajes que combinan outfit con los variopintos bocadillos que sostienen y, presumimos, en breve se embucharán. Trajes con vibra setentera que, cuando rosas, hacen juego con galletitas en símil tonalidad; de ser verdes, habemus heladito de pistacho; y para pilcha rojo pasión, una buena porción de pizza con sobredosis de salsa. “Nuestra inspiración fueron los comensales que no tienen el lujo de sentarse en una mesa a comer: quien mira un film de acción en tevé y descansa su sándwich sobre el muslo (¡al demonio con los platos!); quien viaja en un autobús atestado de gente y saca un snack de su bolsillo; quien apoya su tentempié sobre el regazo cuando almuerza en la plaza”, aportan las creadoras de tan armoniosa propuesta, especialmente atenta al color, la textura y el diseño de alimentos simples que –puestos en delicado contraste con atavíos en sintonía– devienen delicia visual. Y agregan sobre los mentados espacios que, “aunque a priori incómodos, informales, no quitan que la persona luzca a gusto, perfectamente satisfecha con su comida elegida, casi en estado zen”. Por lo demás, no faltan trajes –y bocados, por supuesto– azules, negros, blancos, grises, café, entre otros tonos imaginables. “El momento más entretenido del proceso es decidir qué accesorio comestible será la estrella del show”, apuntan las muchachas que, con cada toma, obtienen coordinados resultados donde una ostra es una ostra es una ostra, y es también una declaración estética. Siempre y cuando, claro, haga juego…