El 28 de noviembre de 2010 WikiLeaks publicó, con la ayuda de importantes diarios internacionales, más de 250 mil documentos secretos que desnudaron la trastienda de la diplomacia estadounidense. A partir del denominado Cablegate, la mayor filtración de la historia hasta ese entonces, Julian Assange se convirtió en uno de los grandes enemigos de Estados Unidos, que pide la extradición del periodista e incluso amenazó con matarlo, según se desprende de una investigación de Yahoo News que salpica a espías de la CIA.
Los cables diplomáticos, que comprenden un período que abarca desde 1966 hasta fines de febrero de 2010, contienen comunicaciones confidenciales entre 274 embajadas ubicadas en casi todos los países del mundo y el Departamento de Estado en Washington. "El Cablegate propició, por un lado, interacciones más honestas entre gobiernos, pero al mismo tiempo tengo la sensación de que aquellas fuerzas que desean abusar del poder lo siguen haciendo con menos necesidad de disimular sus intenciones. En cierto sentido, ahora tenemos una reflexión más veraz sobre las relaciones de poder. Pero, por supuesto, la verdad a veces puede ser desagradable", asegura Kristinn Hrafnsson, editor jefe de WikiLeaks, en diálogo con Página/12.
La política exterior del imperio
11 años atrás, WikiLeaks filtraba a la prensa internacional un total de 251.187 cables y comunicaciones diplomáticas que todavía pueden encontrarse en el sitio web de la organización. Se puede comprobar, por ejemplo, el reconocimiento de los "ataques encubiertos" estadounidenses con misiles contra objetivos terroristas en Yemen, los grandes temores que Washington tenía sobre la seguridad del programa de armas nucleares de Pakistán o los pedidos del rey saudí Abdullah para que Estados Unidos decida atacar a Irán y, en sus palabras, "cortar la cabeza de la serpiente".
También se puede observar la forma en que los embajadores estadounidenses se referían a distintos líderes mundiales: el presidente ruso Vladimir Putin era visto como un "macho alfa" o su par iraní Mahmoud Ahmadinejad comparado con Adolf Hitler. En cuanto al capítulo latinoamericano, los cables hacen referencia a asuntos como las asiduas visitas del fiscal Alberto Nisman a la embajada de Estados Unidos en la Argentina para discutir la orientación de la investigación de la causa Amia, las ejecuciones extrajudiciales cometidas por militares colombianos o la relación entre el ejército de Perú y bandas de narcotraficantes en medio de la selva. "En mi opinión lo más importante del Cablegate fue la exposición general de cómo el imperio llevó a cabo su política exterior. Cómo mantuvo un sistema de recopilación de información y lo utilizó con el propósito de mantener el poder", señala Hrafnsson.
Por su parte la historiadora estadounidense y profesora asociada en la Universidad Gallatin de Nueva York, Hannah Gurman, se muestra sorprendida por los "análisis sólidos y profundos de las situaciones que describían" esos cables y sus implicancias políticas. "Eso probablemente no es lo que Assange tenía en mente cuando filtró los documentos, pero de todos modos fue interesante tener una foto más honesta de lo que los miembros del cuerpo diplomático y el Departamento de Estado realmente pensaban de las figuras, eventos y políticas específicas sobre las que informaban", advierte a este diario.
Del "asesinato colateral" al Cablegate
Assange fundó WikiLeaks en 2006 aunque su gran repercusión llegó en 2010, cuando en abril se publicó el video "Collateral Murder" (asesinato colateral). La cruda filmación muestra, como si se tratara de un videojuego, los ataques de dos helicópteros de guerra estadounidenses contra civiles en Bagdad, en los que murieron 12 iraquíes, incluidos dos periodistas de la agencia Reuters. Ese mismo año se filtraron miles de documentos militares sobre Afganistán y luego, los ya mencionados cables diplomáticos.
Estados Unidos aseguró desde el inicio que la publicación de miles de documentos confidenciales en WikiLeaks resultaban una amenaza para la seguridad nacional. Al respecto, Gurman recuerda que cada vez que se divulgan públicamente documentos clasificados, como cuando se revelaron los "Papeles del Pentágono" en 1971, Washington recurre a ese latiguillo. "El supuesto de que el secreto siempre es correcto y que las revelaciones son siempre amenazas a la seguridad nacional lleva al meollo del problema. Hace de la política exterior un escenario en el que hay muy poco espacio para la deliberación democrática", sostiene la autora de La historia de las divulgaciones de la Agencia de Seguridad Nacional y el culto al secreto de estado.
Los cambios en el periodismo
Publicadas cuando se encendían las primeras chispas de las protestas en el mundo árabe, las revelaciones del Cablegate parecen haber tenido consecuencias para la labor periodística tal como la conocemos actualmente. Así lo advierte Gurman, quien entiende que "la represión a WikiLeaks, así como el enjuiciamiento de los denunciantes y la amenaza de enjuiciamiento de los periodistas que trabajan con ellos, ciertamente ha tenido un efecto paralizante para el periodismo".
Con un tono un poco más optimista, Hrafnsson cree que las grandes filtraciones de 2010 y las que continuaron en 2011 transformaron a la prensa y prepararon el escenario para un modelo replicado por otras organizaciones. "Vemos una cooperación regional y global que se ocupa de las filtraciones más grandes, un mayor énfasis en la protección de la fuente y la seguridad operativa en general. En los primeros años de este siglo el periodismo estaba a la defensiva, a veces incluso retrocediendo y perdiendo la guerra", explica el experiodista televisivo y agrega que WikiLeaks introdujo "un modelo que les dio a los periodistas la esperanza de poder trabajar, unir recursos y, al menos, fortalecer la resistencia".
Estados Unidos contra Julian Assange
El Cablegate no hubiera sido posible sin la acción de la militar estadounidense transgénero Chelsea Manning, quien envió a WikiLeaks más de 700 mil documentos confidenciales convirtiéndose en la primera gran fuente de la organización. En agosto de 2013, Manning fue condenada a 35 años de prisión por una corte marcial. Fue liberada siete años después gracias al indulto de Obama y detenida de nuevo en marzo de 2019 porque rechazó declarar en una investigación sobre WikiLeaks. En marzo de 2020 un juez de Estados Unidos decidió volver a ponerla en libertad, poco después de que su equipo legal asegurara que se había intentado suicidar en la cárcel.
Pero fue sobre todo Julian Assange quien sufrió (y sigue sufriendo) el hostigamiento estadounidense. Luego de pasar siete años asilado en la embajada ecuatoriana en Londres, el periodista permanece detenido en un cárcel de alta seguridad británica a causa de un pedido de extradición de Washington. Si fuera realmente extraditado (el juicio sigue en curso a la espera de una resolución), Assange podría ser condenado a 175 años de prisión por los 17 cargos que detenta por "espionaje", al haber divulgado documentos confidenciales.
Desde las entrañas de WikiLeaks, Hrafnsson define a Assange como "una persona talentosa que tendrá una representación justa en los libros de historia". Sin embargo, no olvida mencionar el complot orquestado por la CIA (cuando Mike Pompeo estaba al frente de la agencia) para "secuestrar o asesinar" al australiano cuando aún estaba refugiado en la embajada de Ecuador en Londres y recuerda: "Los planes para asesinar a Jamal Kashoggi y a Julian Assange por parte de los saudíes y la CIA fueron tramados en un momento similar. No existe una distinción elemental entre los dos planes. Un plan se llevó a cabo y el otro se descartó o, tal vez, quedó en lista de espera".