La máquina Cannes está en Buenos Aires. Ya llegó a la ciudad su máxima autoridad, Thierry Frémaux, para dar inicio este lunes no sólo al mercado para profesionales Ventana Sur sino también, en la sala mayor del Gaumont, a la Semana de Cine del Festival de Cannes en Buenos Aires, que le propone al público porteño siete títulos destacados de la edición 2021, incluida la controvertida Palma de Oro, Titane, de la realizadora francesa Julia Ducournau. “¿Por qué Titane ganó la Palma? Eso hay que preguntárselo al presidente del jurado, Spike Lee”, esquiva con rapidez de cintura Frémaux, que está feliz de volver a la Argentina, un país en el que se siente casi tan cómodo como en su casa.

La pandemia, entre tantas otras cosas, impidió que se hiciera el Festival de Cannes 2020 y que Frémaux viniera al país a fines del año pasado, como lo venía haciendo regularmente desde 2009. Pero el estado de las cosas fue cambiando, Cannes 2021 pudo hacerse dos meses más tarde de lo previsto, en julio, en pleno verano europeo, y ahora, en vísperas del verano porteño, llega nuevamente esta suerte de “best of” del festival de cine más influyente del mundo (ver información al pie).

-¿Cómo fue la edición de reencuentro del festival?

-Fue muy especial, porque haber tenido que cancelar la edición 2020 fue muy doloroso en muchos sentidos. Pero siempre estuve confiado en que íbamos a poder volver, aunque fuera un poco más tarde en el calendario, y así fue. “No puede ser que pase otro año sin Cannes”, me repetía. En Francia las restricciones se acabaron el 30 de junio y nosotros pudimos empezar el festival una semana después, con las salas llenas. Fue una fiesta para todo el mundo, una alegría muy grande por la vuelta y por el reencuentro, pero también fue un momento de mucha inquietud y preocupación, incluso dentro de nuestro equipo. Afortunadamente todo salió bien, los cuidados sanitarios evitaron que se produjeran contagios, y para el cine debo decir que fue un año extraordinario, de grandes películas. No sólo la selección de Cannes fue increíble, también lo fue la de Venecia. Es una gran paradoja, porque en este contexto tan adverso el cine demostró su fuerza y su buena salud. El cine también libra sus propias batallas, contra los cambios de hábitos del público y contra la expansión de las plataformas, que se aceleraron durante la pandemia. Pero el cine como arte y como poesía demostró que está vivo y es más universal que nunca.

-El Festival de Cannes siempre defendió el modelo del cine en la gran sala oscura, pero las plataformas ahora van a Cannes y compran los títulos más importantes, incluida la Palma de Oro, para alimentar y prestigiar sus catálogos, como sucede con Titane y Annette (Mubi) o Noche de fuego (Netflix). ¿Cómo se resuelve esta encrucijada?

-Hay que trabajar en un modelo de protección a las salas, como hacemos en Francia. Esto tiene que ver con una tradición cinéfila y también de formación del público, como hemos hecho históricamente con la Cinémathèque française, el Institut Lumière, los cineclubes y las revistas de cine, como Cahiers du Cinéma y Positif. Pero debe haber también una decisión política, una política de Estado, más allá del signo de cada gobierno, de sostener al cine como expresión cultural. Claro, no tenemos que ser ciegos. El mundo cambia y tenemos que adaptarnos. Hoy en Francia una película que pretenda tener un estreno en salas debe esperar seis meses para llegar a la televisión pública y tres años para estar en una plataforma. Esos plazos hoy no son posibles, es demasiado, y la ley va a cambiar dentro de poco en este sentido, acortando las ventanas de exhibición. Eso sí, este cambio se debe dar en un marco en el cual se establezca un diálogo con las plataformas y que la plata de las plataformas ayude a la producción de cine y al sostenimiento de las salas. Porque las plataformas también necesitan del cine, de su cultura y de su mitología. Necesitan aquello que el cine construyó durante todo un siglo.

-¿Y eso cómo se consigue?

-Hay que hablar con las plataformas, no queda otro camino. Para mí, las plataformas hoy son como primas y quiero que sean hermanas del cine. Pero para que seamos hermanos tenemos que crear las condiciones necesarias. El cine siempre tuvo sus rivales y sus momentos de crisis: primero la televisión, luego el video y el dvd, después internet y la piratería, y ahora las plataformas. Pero el cine siempre sobrevivió y lo va a seguir haciendo. Y Cannes siempre va a trabajar en ese sentido.

-¿Cómo evalúa al cine de nuestra región hoy? En la edición de julio pasado casi no hubo películas latinoamericanas, salvo por Noche de fuego, de la mexicana Tatiana Huezo. ¿Por qué?

-Es verdad. Incluso Noche de fuego era una película que Cannes ya tenía comprometida para la edición 2020 y que esperó a estrenarse este año. Sin duda, el cine de América latina sufrió mucho con la pandemia. Hemos podido considerar muy pocas películas. Pero esperamos que se recupere pronto. Aquí en Buenos Aires voy a reunirme con mis amigos los directores de cine argentinos y voy a ponerme al tanto de la situación. Necesitamos volver a contar con el cine latinoamericano.

-¿Y más allá de lo que piense Spike Lee y el jurado? ¿Por qué ganó Titane? Algunos dicen que porque su directora es una mujer…

Titane

-Obviamente, a mí me gusta mucho Titane, pero es una película que divide aguas. Es una película de género a todo o nada. Pero la primera en pedir que Titane no sea juzgada por haber sido dirigida por una mujer es Julia Ducournau. Dicho esto, no sólo en la competencia oficial ganó una mujer: también en la Palma de Oro de los cortometrajes, la Cámara de Oro a la mejor opera prima, el premio de Un certain regard y el premio al documental. Todas son directoras mujeres. Es un reflejo de los tiempos. Pero cuando aparecieron las primeras críticas al Festival de Cannes porque no había películas dirigidas por mujeres, hace ya más de diez años, Agnès Varda estaba casi sola en el mundo del cine francés. Como en su momento lo estuvieron Ida Lupino o Dorothy Arzner en Hollywood, o la increíble directora rusa Larisa Shepitko. O la actriz japonesa Kinuyo Tanaka, que hizo seis películas extraordinarias como directora, que dimos hace poco en el Festival Lumière. Eran figuras aisladas. Ahora eso afortunadamente cambió, entre otras razones porque empezó a cambiar también en las escuelas de cine, donde cada vez hay más paridad de género. Y el festival refleja ese cambio. Un festival es la consecuencia no la causa.

-¿Y las películas que se verán ahora en Buenos Aires?

-Reflejan la universalidad que persigue Cannes. Hay películas de Noruega, de Israel, de Irán, de Francia, de Japón, de Finlandia, y de un director argentino que trabaja en Francia, como Gaspar Noé. Pero son películas que le hablan al mundo. Son películas de grandes directores, muy modernas, muy exigentes también, como la de Nadav Lapid. Pero todas son gran cine.

La agenda completa del ciclo

Ahed’s Knee
  • Lunes 29: The Worst Person In The World (Noruega), de Joachim Trier. Ganadora del premio a Mejor Actriz para Renate Reinsve.
  • Martes 30: Vortex, de Gaspar Noé (Francia-Italia), con Dario Argento, Françoise Lebrun y Alex Lutz.
  • Miércoles 1°: Compartment No.6 (Finlandia), de Juho Kuosmanen. Ganadora del Gran Premio del Jurado (ex aequo).
  • Jueves 2: Ahed’s Knee (Israel-Francia), de Nadav Lapid. Ganadora del Premio del Jurado (ex aequo).
  • Viernes 3: A Hero (Irán), de Asghar Farhadi. Ganadora del Gran Premio del Jurado (ex aequo).
  • Sábado 4: Drive My Car (Japón), de Ryusuke Hamaguchi. Ganadora del premio a Mejor Guion.
  • Domingo 5: Titane (Francia-Bélgica), de Julia Ducournau. Ganadora de la Palma de Oro.
  • Todas las funciones en el Incaa-Gaumont a las 20 horas únicamente. Las entradas ya están a la venta en la boletería de la sala.