En Catamarca, en el departamento Antofagasta de la Sierra, conviven tres especies de flamencos; el flamenco austral (Phoenicoparrus chilensis), el flamenco andino o parina grande (Phoenicoparrus andinus) y el flamenco de James o parina chica (Phoenicoparrus jamesi). Los dos últimos son especies casi amenazadas. La destrucción de su hábitat, el secado de las lagunas a las que migran, y la quita de sus huevos por cultura, son sus principales peligros.
Una de las características más llamativas de los flamencos, es su plumaje nupcial de color naranja rojizo como “flama” y la principal particularidad por la que se los asoció a varias leyendas. Entre ellas, se lo menciona como sucesor del ave Fénix, que como ser mitológico alimentó varias doctrinas por su posibilidad de regenerarse de las cenizas. Según las creencias, el fénix moría en un espectáculo de llamas y combustión y poseía dones especiales como la virtud de sanar con sus lágrimas y de controlar el fuego convirtiéndose en una gran flama.
Como biólogo interesado en la fauna de Catamarca, Roberto Salinas destruye este mito y nos cuenta que “los crustáceos, las algas y otros microorganismos de los que se alimentan los flamencos poseen antaxantina, un caroteno (pigmento liposoluble coloreado) que es el que le da ese color de flama a las plumas de los flamencos”. El biólogo ilustró además, que los flamencos que antes vivían en zoológicos, “eran blancos inmaculados”, pobres aves silvestres enjauladas, obligadas a alimentarse cual gallinas de vitosan.
“Los flamencos se alimentas de invertebrados, algas, moluscos y barro con microorganismos. La diferencia entre los tres, la marca el pico filtrador, que tiene cada uno. De acuerdo a su tamaño es lo que filtran y es por esta razón que tres variedades pueden convivir en una misma laguna sin ser competencia una de la otra”, explica Salinas.
Se trata de aves migratorias y a diferencia de muchas otras especies son censadas por el Grupo de Conservación de Flamencos (GCFA) a través de la Red de Humedales de Importancia para la Conservación de Flamencos Altoandinos, quienes los anillan y monitorean desde Perú hasta la Patagonia.
Según estudios, los flamencos que migran desde la zona de puna catamarqueña, son los mismos que luego llegan hasta Mar Chiquita, en Córdoba o a la laguna de Melincué, en la provincia de Santa Fe. “Ellos vuelan grandes distancias, bajando desde los 4000 metros de altura hasta descender, en el caso del flamenco austral hasta el nivel del mar”, cuenta el biólogo.
En cuanto su reproducción, explica que tienen dos tipos de plumajes: el de “reposición y el denominado nupcial que es mucho más colorido y les sirve para ser elegidos por las hembras. Ponen un solo huevo y en el caso de las parinas chicas se comprobó que anidan en Catamarca”.
El nido lo fabrican en medio del barro de la laguna, con el objetivo de protegerlo de la gente o de animales depredadores. Cuando nacen, “entre todos los flamencos encierran a las crías en círculo, como una guardería que los cuida y les va enseñando”.