El año 2009 implicó un cambio definitivo en la vida de Xiomara Castro, la candidata del partido Refundación y Libertad (Libre), que este domingo se convirtió en presidenta electa en Honduras.
En la madrugada del 28 de junio de 2009, integrantes de las Fuerzas Armadas de Honduras allanaron la residencia presidencial y detuvieron a su esposo, el presidente Manuel Zelaya. En pijama, lo trasladaron a la fuerza a la Base Aérea al sur de Tegucigalpa y un avión militar lo depositó ilegalmente en Costa Rica, donde lo recibió el presidente Oscar Arias. Se inauguraba así lo que se denominó el "ciclo de golpes blandos" en América latina, que después se repitió en Paraguay, Brasil y Bolivia y amenazó con concretarse en el resto de los países con gobiernos progresistas de la región.
Xiomara Castro se refugió en la embajada de Estados Unidos por temor a ser asesinada mientras las calles de Honduras eran escenario de violentas protestas en defensa de la democracia. El 7 de julio se puso al frente de una manifestación convocada contra el Golpe de Estado y de ahí en más su presencia en las movilizaciones fue constante y ascendente, al igual que su popularidad en amplios sectores progresistas.
Víctor Meza, exministro de Gobernación de Zelaya señala que una de las principales virtudes de Castro es que "es una candidata que nació en la calle, en la protesta pública y en las marchas que duraron más de un año. Eso, sin ninguna duda, le gana una simpatía merecida y el respaldo de todos los sectores políticos y sociales que se opusieron al golpe de estado".
Para Meza, Xiomara Castro tiene otra ventaja: es mujer en un país donde las mujeres son mayoría.
Sus inicios en la política
Castro nació en 1959 en una familia de hacendados. A los 16 años se casó con su primo, Manuel Zelaya y ambos se instalaron en la región de Olancho donde tuvieron 5 hijos. Se graduó en licenciatura en administración de empresas en la Universidad y mantuvo siempre un bajo perfil acompañando a su esposo que tenía una alta exposición pública.
En 2005, en el marco de la campaña presidencial de su esposo tuvo su primera incursión en la actividad política organizando la rama femenina del Partido Liberal de Honduras en la región de Catacamas. En 2006 asumió como primera dama, pero no tuvo alto perfil y comenzó a acompañar a Zelaya a las giras por el interior del país interiorizándose de la realidad social. En ese rol creó centros de asistencia para las madres solteras en los departamentos más pobres del interior y se involucró en la lucha regional contra el sida.
Su protagonismo durante más de un año en las manifestaciones callejeras contra el golpe de Estado a partir de 2009 la ubicaron como una referente para importantes sectores sociales. Dos años después, al regreso de Zelaya del exilio, decidió impulsar junto a él una nueva organización política rompiendo definitivamente con el Partido Liberal. Fue así que fundaron Libertad y Refundación (Libre), el partido por el que la ex primera dama se presentó a elecciones generales como candidata a presidenta en 2013 y nuevamente este año.
En su primera contienda electoral, Libre quedó en segundo lugar con el 28% de los sufragios desplazando al tercer puesto al Partido Liberal, protagonizando la ruptura del bipartidismo que gobernó Honduras durante 120 años. En esa oportunidad, ganó el candidato del Partido Nacional, Juan Orlando Hernández, envuelto en acusaciones de fraude.
En las elecciones siguientes, en 2017, se presentó como candidata, pero declinó al poco tiempo para sumarse a la Alianza de Oposición contra la Dictadura como una de las candidatas a vicepresidenta. Ese pacto impulsó como candidato a la presidencia a Salvador Nasralla, conocido como el “señor de la televisión” debido a que fue presentador de programas de entretenimientos y deportivos durante 40 años en la televisión de Honduras.
Esa alianza compitió contra el Partido Nacional que promovía la reelección de Juan Orlando Hernández a pesar de estar prohibido por la constitución. Sin embargo, una interpretación de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia lo habilitó. Curiosamente, esa había sido la excusa esgrimida para derrocar a Zelaya.
Previo al día de los comicios todos los sondeos daban ganadora a la Alianza lo cual se confirmó en el momento que comenzaron a divulgarse las primeras tendencias oficiales. Sin embargo, un oportuno apagón general en toda Honduras interrumpió el conteo durante 36 horas y, al reiniciarse, el centro de cómputos informaba que la tendencia había cambiado y terminó dando ganador a Hernández. Otro fraude se había consumado.
El segundo intento
Este año, Castro ganó cómodamente la interna de su partido y se lanzó a una campaña presidencial que la vio ascender día a día en las encuestas, pero sin poder superar al candidato oficialista. El tercero en las encuestas era Salvador Nasralla en un escenario electoral con 14 partidos compitiendo por la primera magistratura.
A finales de octubre un anuncio inesperado sacudió el tablero electoral. El “señor de la televisión”, declinó su candidatura presidencial por el Partido Salvador de Honduras y se sumó a la 'Alianza con el pueblo'. Esta vez, sería él quien asumiría un rol secundario como vicepresidente. “Hoy podemos decir que a la dictadura le estamos poniendo punto final", sentenció con tono firme Castro, minutos después de que Nasralla dijera sentirse honrado, ya que "por primera vez tendremos en la historia de Honduras a una mujer presidenta".
Por un estado socialista democrático
"Acá solo son dos posiciones; el verdadero cambio que lo representa una mujer comprometida con este pueblo hondureño, en un cambio de un modelo que en estos últimos años se dedicó a fabricar pobreza y miseria, o seguir votando por los mismos, cuyos resultados serán más pobreza, más miseria, más asesinatos y exclusión", expresó la candidata, durante un acto a mediados de junio en Tegucigalpa.
En el acto de presentación de su programa, Castro aseguró que uno de los ejes principales es la construcción de un Estado socialista democrático en el que el “fin supremo de la sociedad y del Estado sea el ser humano”.
Hizo énfasis en los problemas actuales que enfrenta al país a causa de la corrupción, asegurando que uno de sus objetivos será "derogar las leyes que sostienen a la dictadura". A su vez anunció que solicitará a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) una Comisión Internacional Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras.
Otra de sus prioridades es convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para reformar la Constitución de la República, así como, emitir un nuevo Código Penal. “El primer día de mi gobierno convocaré a una consulta popular para que el pueblo organice y elija la Asamblea Nacional Constituyente y que redacte una nueva Constitución", aseguró.
Asimismo, confirmó que se propone derogar la Ley Orgánica de las Zonas Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) aprobada en mayo de este año y que establece zonas del territorio nacional sujetas a un "régimen especial" en las que los inversionistas estarían a cargo de la política fiscal, de seguridad y de resolución de conflictos, entre otras competencias. "Para generar empleo y desarrollo en el país, no necesitamos vender nuestra soberanía. Vamos a generar esa esperanza que el pueblo demanda", enfatizó.
Castro también dijo que dentro de sus planes está vender el avión presidencial, los vehículos de lujos del Estado, así como reducir "los altos y desproporcionados" sueldos y "gastos onerosos" de todos los funcionarios públicos.
Entre otros anuncios en su presentación programática dijo que “creará la Secretaría de Planificación Económica y Desarrollo Social para que el Estado organice sus recursos a favor del desarrollo humano, abandonado la aplicación del modelo neoliberal", señaló.
En cuanto a las relaciones internacionales señaló que establecerá “de inmediato relaciones diplomáticas y comerciales con China Continental".
Según Castro, “Honduras ha avanzado, pero hacia el autoritarismo, el saqueo y el despojo. El sistema produce corruptores y corruptos. Tenemos que cambiar este sistema y el pueblo debe ser guardián de sus propios derechos", sostuvo Castro.
Hoy Castro se define como "feminista, antipatriarcal, revolucionaria e incluyente” y plantea promulgar la ley de igualdad de las mujeres, sancionar los derechos sexuales y reproductivos y poner fin al acoso sexual y violencia de género, según su plan de Gobierno. Una de las propuestas que más polémica ha causado es la “despenalización del aborto por tres causales universales: riesgo de la vida de la madre, que el embarazo sea producto de una violación o que el feto tenga malformaciones”.
Liderazgo sin cámaras
En 2016 la Conferencia de Partidos Políticos de América Latina (Coppal) la nombró como presidenta, debido a su liderazgo tras el golpe de Estado. Desde entonces, su voz se hizo más fuerte, aunque no se replica en los medios de comunicación porque prefiere mantenerse al margen de las cámaras. En muy pocas ocasiones da entrevistas a la prensa y dedica todo su tiempo a recorridas y contacto directo con la gente. "Vamos a ganar las próximas elecciones y esta mujer que les habla será su presidenta. Estamos viviendo el peor momento de nuestra historia", dijo Castro en uno de sus últimos discursos.
"Con la capacidad que tiene el ex presidente Zelaya voy a tener siempre a un asesor de nivel, pero definitivamente las decisiones las tomo yo. Solo hay una silla y esa silla solo la voy a ocupar yo", asegura Castro.
Lo mismo indica "Mel" Zelaya quien aseguró: "Yo no soy el candidato. La que va estar adentro es Xiomara, es otro ser humano. ¿Qué va a hacer conmigo? No sé, puede que me mande para mi casa, a cuidar de los nietos".