La protagonista de Hanna (Amazon Prime Video) integra el cada vez más amplio club de hit girls que tiene a Matilda de El perfecto asesino, junto a las agentes de Black Widow, Atómica y Nikita como sus antecesoras más célebres. Claro que la serie -adaptación del largometraje de Joe Wright- presenta a una adolescente única en su tipo. Fue criada y entrenada por su padre en completo aislamiento. No es una Lolita mortífera. No está objetivada por nadie. Es, más bien, un animal salvaje en permanente estado de alerta y que puede sobrevivir a cualquier entorno. Ese hecho, según Esmé Creed-Miles es fundamental para diferenciarla del resto de la troupe. “Es como un pantera pero puede ser un conejito también”, asegura la actriz entrevistada por Página/12.
La tercera y última temporada, recientemente dispuesta por la plataforma de streaming y compuesta por seis episodios, cierra el círculo para la jovencita arma mortal. Salió del bosque helado, tuvo como némesis y luego aliada a la agente Marissa Wiegler (Mireille Enos de The Killing) y mantiene un target: destruir Utrax. Ese programa creado por la CIA que recluta infantes y los transforma en carne de cañón. Para cumplirlo va a tener que enfrentarse a quien mueve los hilos de la organización (Ray Liotta en plan siniestro y bravucón). “Es esta clase de sujetos formados por la milicia y el gobierno. Marissa y él tienen un gran pasado por detrás. Tuvo una gran influencia en su vida y le teme por que lo conoce a fondo. Ahora vuelve al centro de la escena y estremece a todos”, cuenta Enos en la misma entrevista.
Hanna sigue al pie de la letra las claves del thriller intimista y alegato de género. El proyecto le permitió a David Farr, guionista a su vez de la película que supuso el trampolín para Saoirse Ronan, explorar nuevos rincones en esta historia de complots y la lady killer que busca desactivar su lavado de cerebro. En la veta de espionaje internacional, y una puesta en escena acorde a esa intención, la ficción encuentra su razón de ser. Son los instantes en que su protagonista activa el interruptor, recopila información, capta la logística, actúa y desaparece como un ninja. Otro de sus puntales es la química con Marissa, quien la secunda en eso de superar hordas de equipos tácticos y hombres con órdenes de liquidarla.
-Hanna y Marissa pasaron de enemigas íntimas a socias necesarias. ¿Qué es lo que ve cada una en la otra?
Esmé Creed-Miles: -Hay algo en ambas que se está desmoronando.
Mireille Enos: -Marissa definitivamente se está desmoronando. Ella se encuentra en una posición más vulnerable mientras Hanna está creciendo al límite de su poder. Para Marissa esto implica dejar de controlarla y que haga su propio juego. Hanna ya está lista.
-La relación picante es lo más cercano a una relación madre e hija para ambas, ¿no?
E.C.: -Ese fue justamente el punto. Es la tensión que hay en su relación.
M.E.: -Marissa básicamente no tiene instinto maternal en su cuerpo pero al menos quiere que Hanna sea su par y prepararla para una vida mejor.
-La serie apela a un personaje femenino por fuera del clisé y la decontrucción de la mirada masculina, lo cual es algo que también estuvo presente en Sarah Linden, tu personaje en The Killing. ¿Cómo ve la evolución de esta clase de personajes?
M.E.: -En mi experiencia tuve la serie de encontrar personajes femeninos multifacéticos, con cierto sentido del poder e independientes. Históricamente esto no ha sido así. Es genial que haya más papeles de este tipo. Soy una humana multifacética así que es genial que haya eco en los personajes que representamos.
-La serie tiene un mensaje secundario en lo que se refiere a desafiar las normas sociales sobre género y sexualidad. ¿Agregarían algún otro componente?
M.E.: -Parte del subtexto está en que estas chicas espías han aprendido lo que supuestamente el mundo espera de ellas por el sistema que las adiestra y las redes sociales. Se las empaquetó así. Y creo que el mensaje final es que tu identidad no está allí, la vas a encontrar en tu propia experiencia, de lo que sentís en el cuerpo, de las relaciones basadas en la honestidad y no del chip que te dice lo que tenés que ser.