Desde Rosario

Un carrito de comidas al paso y una parrilla en pleno corredor turístico, seis estaciones de servicio, un sindicato y dos escuelas fueron atacados a tiros entre la segunda y la tercera semana de noviembre en Rosario. No hubo persecución policial en ninguno de ellos, pese que la ciudad está reforzada en su seguridad por fuerzas federales, como Policía Federal, Gendarmería y la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Nadie se anima a decir públicamente el motivo de esta saga de violencia: entre los fiscales que investigan las hipótesis mutan entre un jefe narco que hace tiempo quiere volver a su ciudad natal cerca de su familia, hasta maniobras de desestablización. Hay una "crisis institucional" -tal como la definió la fiscal regional María Eugenia Iribarren- que implica una confrontación del Poder judicial con la legislatura santafesina. 

La provincia está sumergida en un escándalo público porque el senador Armado Traferri investigado por su conexión con el juego ilegal, fue respaldado por sus pares para no presentarse a la justicia, escudándose en su fueros. La investigación de los fiscales rosarinos se hizo con el apoyo del ex ministro de Seguridad Marcelo Sain - también ex jefe de la policía judicial santafesina- que el viernes debió retirar su equipo completo , tras un allanamiento en la sede de la cartera, por una licitación de armas y sospechas de inteligencia interna, que aun no pudieron ser demostradas. El operativo fue concretado bajo las órdenes del fiscal regional de Santa Fe Carlos Arietti, con quien Sain confrontó públicamente por un robo seguido de muerte, en el cual una fiscal de grado dejó que la familia de la víctima retirara varios millones de pesos y dólares, para intentar ocultar que la supuesta empresa turística asaltada funcionaba como una verdadera cueva financiera.

"En Rosario se dirimen hoy disputas de poder a través de los tiros. Eso es lo que pasa. Hace años balearon la casa de un gobernador y desde entonces todo fue una escalada", dice uno de los principales investigadores de estas causas, con raigambre narco. Es que hoy son estaciones de servicio que pueden ser atacadas por algunos controles policiales a quienes cargan combustibles -sobre todo motos sobre las cuales se mueven los gatilleros- , o escuelas horas antes de las elecciones, hasta lugares de comida populares o con clientela clase media alta, que impacta enormemente en el ánimo social. En rigor, desde la balacera de la parrila El Establo, cuando se moría el domingo 21 de noviembre, hubo menos gente en lugares similares.

"Se quiere causar conmoción, esto es evidente", dice el mismo investigador es que en ninguno de los casos hubo pedido de dinero alguno. En sus comienzos las balaceras eran entre bandas narco que se disputaban territorios. Luego, comenzaron los ataques a domicilios que pretendían los transas para echar a sus dueños e instalar búnkeres. Después, a negocios que se negaban a pagar un dinero mensual en concepto de “protección”, como siempre hizo la mafia. En todos esos casos siempre se avanzó hacia una motivación, pero en esta saga de intimidaciones pareciera no haber una respuesta sencilla a la vista.

La seguridad en la ciudad del sur santafesino no pasa su mejor momento: desde que comenzó el año hubo más de 200 crímenes y la propia justicia en promedio llegó a contabilizar una veintena de ataques a tiros por semana, según la fiscal Valeria Haurigot, a cargo de la Unidad de Investigación y Juicio especializada en balaceras, creada por la cantidad de hechos de estas características. Los principales líderes de bandas narco como el ocho veces condenado “Guille” Cantero o Esteban Lindor Alvarado están presos, pero siguen activos a través de sus teléfonos o de sus visitas.

Justamente a los nuevos ataques se los vincula a presos de alto perfil que piden mejores condiciones de detención, porque entre fin de junio y noviembre fueron retirados de cárceles provinciales varios capo narcos hacia penales federales en territorio bonaerense, un proceso acelerado por fuga sangrienta del penal de Piñero a fines de junio.

Entre alguno de los investigadores, corre la idea que Guille Cantero quiere negociar su traslado a Piñero desde el penal de Marcos Paz, para estar cerca de su familia. "Quiere estar más cómodo " alcanzo a balbucear uno de su letrados allegados, cuando se cruzó con uno de los investigadores. El " más cómodo" parece un reclamo de cercanía a sus familiares, porque en verdad los teléfonos que se le facilitan a Cantero encerrado en un penal, superan la media docena a decir de uno de los investigadores .

Por eso no resultó raro que el último viernes se allanaran las viviendas de su madre, que purga detención domiciliaria, su esposa y hasta su padre, para secuestrar teléfonos celulares . Cuando los aparatos sean peritados, se confirmará la versión. Pero por su casi centenaria condena en prisión, fruto de delitos similares, pocos dudan de que Guille no esté detras de los ataques.

Pero hay otra pata en esta historia que bien vale contar: en los dos últimos ataques a un carrito de comidas y un restaurante ubicado en pleno corazón de la avenida Pellegrini, no hubo orden de persecución al hombre joven que con un casco rojo y a bordo de una moto enduro del mismo color, desenfundó frente a la parrilla, le dijo al parrillero que se corriera y disparó cuatro veces sobre el comercio, hiriendo sin mayores consecuencias a un mozo, y destrozando una botella de vino con uno de los impactos, que detuvo asi su marcha. El gatillero pudo ir en moto sin ser perseguido hasta el segundo objetivo ubicado hacia el sur rosarino, un carrito de hamburguesas, donde siempre se alimentan los policías a bordo de sus móviles. "No hubo detenidos in fraganti, no hubo persecución y por eso investigamos" reveló Iribarren, la jefa de los fiscales rosarinos, que desliza asi sus sospechas.

Los fiscales más osados deslizaron esta misma semana que hubo alguien con poder que contrató un servicio criminal para desestabilizar. Y completó su teoría con la falta de de una orden clara para ir tras el pistolero. "No hubo respuestas concretas , ni nombres, ni números, ni la ubicación de los patrulleros, ni nada que nos haga pensar que este corredor turístico estaba cuidado esa noche, en medio de un fin de se semana largo con miles de turistas en la ciudad", reveló uno de los investigadores.

Sin embargo la sospecha es entendida distinto por los conocedores de una fuerza policial que hace honor a no poner el cuerpo cuando ve que sus propios jefes se están disputando la autoridad. Es que las disputas internas entre el sector de Jorge Lagna el actual ministro, y el equipo de Marcelo Sain, pudieron pesar mucho a la hora de manejar la fuerza, que mide como nadie estas diferencias.

Es más, si bien en ninguno de los once ataques hubo persecuciones policiales, el colmo fue que ocurrió lo mismo cuando atacaron la estación de servicio ubicada frente a la mismísima Jefatura de policía de Rosario, desde donde salen decenas de patrulleros a diario. La fuerza rosarina , vale remarcar, fue intervenida hace unos meses de hecho por la jefa de la policía santafesina Emilce Chimenti, por la falta de respuestas en varios hechos. Sin embargo, algunos jefes que la acompañan son mirados con recelo por varios investigadores consultados para esta historia, sobre todo uno de ellos definido claramente por sus apodos: el "Sucio" o el "Malevo".