Ómicron pateó el tablero: con sus más de 30 mutaciones con respecto a las variantes previas y su rápida propagación por los diversos continentes encendió las alarmas de la comunidad científica internacional. Las naciones del mundo, incluida Argentina, toman medidas para restringir los vuelos con respecto a las regiones de incidencia (siete países del sur de África), al tiempo que procuran acelerar las campañas de vacunación. Tras definirla como “variante de preocupación” y admitir que genera “amenazas preliminares de un aumento de probabilidades de reinfección”, este lunes la OMS advirtió que, a pesar de las especulaciones, todavía no se consiguió determinar si es más contagiosa o si genera cuadros más graves de la enfermedad. En Estados Unidos, el referente de la Casa Blanca Anthony Fauci llamó a “prepararse ante el peor escenario”.
“Es muy breve el lapso de propagación de la nueva variante. El coronavirus sigue explotando la falta de inmunidad que hay en el planeta”, advierte Sandra Goñi, investigadora del Laboratorio de Virus Emergentes del Instituto de Microbiología Básica y Aplicada de la Universidad Nacional de Quilmes. Desde su punto de vista, la contradicción es clara. “Tenemos las vacunas disponibles, pero no se distribuyen de manera equitativa. En aquellas regiones geográficas en donde mayormente no se generó inmunidad para hacerle frente, es en donde pondrá a punto su capacidad para aumentar la dispersión al ambiente”, dice.
¿Más contagiosa?
“Lo que no se sabe y queremos saber es si Ómicron es más contagiosa. Hoy vivimos en la realidad de Delta, que no es peor como virus pero contagia mucho más, de hecho, es la gran responsable de los problemas que vemos en Europa. Transformó a la enfermedad y tornó casi imposible el horizonte de la inmunidad de rebaño. Honestamente, creo que para 2022 estaremos todos o bien infectados o bien vacunados. Pero inmunizados vamos a estar”, señala el biólogo molecular y biotecnólogo Ernesto Resnik. Si a principios de 2020, se sostenía que alcanzaba con contar con un 60 o 70 por ciento de las poblaciones protegidas con dos dosis, el presente epidemiológico indica que esos porcentajes deben incrementarse para evitar el aumento de las hospitalizaciones. En Argentina, los ministerios de Salud a nivel nacional y provincial acuerdan en ello.
La vigilancia genómica es el otro punto clave a tener en cuenta: durante las próximas semanas, se deberá profundizar el trabajo para evaluar las características de los virus que circulan en el territorio local. El Instituto Malbrán (Ministerio de Salud) y Proyecto País (Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación) están especialmente abocados a ello.
Una variante contagia más cuando se “adhiere” con mayor facilidad a las células humanas y se replica con velocidad antes de que el sistema inmune logre desbaratar la maquinaria viral. Sin embargo, el hecho de que, potencialmente, Ómicron sea más contagiosa no la convierte en más letal. “Debemos aprender a esperar. Tenemos un conocimiento molecular muy acabado del virus, pero aún no sabemos cómo impactará a nivel poblacional. Es probable que se transmita más rápido porque es la respuesta lógica, el modo en que se acomoda el patógeno a transmitirse entre personas. Pero eso no quiere decir que sea peor o más letal”, comenta Goñi.
“En muchos casos, hemos visto que los asintomáticos poseen una carga viral igual que los sintomáticos. Con esta nueva cepa, no podemos saber de inmediato si la enfermedad puede ser mucho peor. Hay demasiadas variables en juego”, apunta Resnik.
Podría ocurrir que la enfermedad resulte más leve; o podría suceder que las vacunas están funcionando y no se esté advirtiendo de forma correcta. También podrían pasar ambas cosas en paralelo. De hecho, con tantas personas inmunizadas, se torna cada vez más difícil localizar los grupos control que permitan identificar si las tecnologías sanitarias tienen éxito o no lo tienen. Para comprobarlo habría que reclutar personas vacunadas, personas no vacunadas y personas infectadas con Ómicron.
¿Las vacunas perderán efectividad?
“Si ocurre como Delta, que contagia más pero el virus es neutralizado adecuadamente por las vacunas, no habría mayores problemas. Si se infectarán millones, pero no terminan en hospitales, no sería tan grave”, subraya Resnik. En su opinión, podría configurarse un escenario en el que, gracias al avance de las campañas de inmunización, las personas desarrollen la enfermedad pero de manera leve. Con esto, el sistema de salud no se tensaría y los nuevos brotes no causarían daños significativos. No obstante, con tantas mutaciones en la proteína Spike (más de 30 en 600 aminoácidos) es muy posible que evada la respuesta de las vacunas. Esta misma semana podría haber noticias al respecto.
“Primero llegarán los comunicados alarmistas de algunos laboratorios que anunciarán que las vacunas resignan frente Ómicron un 70 por ciento de su efectividad. Luego accederemos a informes de otras compañías que reportarán que, en verdad, no es tanto el cambio. Personalmente, creo que el virus tendrá la capacidad de escapar a la inmunidad de las vacunas, pero con que no sea superior al 30 por ciento, con las tecnologías de excelencia que se han creado, será una noticia adecuada”, expresa el biotecnólogo. Para Resnik, la inmunidad seguirá siendo exitosa para prevenir la enfermedad grave y los fallecimientos. Además de los anticuerpos neutralizantes, en el organismo actúan los linfocitos T, que conforman un pool de memoria y coordinan la respuesta del sistema de defensas a nivel general. Para reportar cuál es el éxito de las células T en eliminar al virus de los organismos, se necesitarán algunos meses más.
La buena noticia
Según adelantan las farmacéuticas comprometidas y los especialistas en el rubro, la buena noticia es que las vacunas ya existentes se podrán actualizar con velocidad: según se calcula podrían estar listas en unos 60 días. El cuello de botella estará, una vez más, en la fabricación en serie y, sobre todo, en la distribución mundial. Pfizer y BioNTech adelantaron que ya se encuentran realizando estudios para comprobar si se reduce la efectividad de sus fórmulas vacunales ante Ómicron. Este lunes, el Centro Gamaleya, a cargo del diseño de la Sputnik V, anunció lo propio. Desde la institución rusa afirmaron que, en caso de necesitar ajustar su plataforma vacunal, podrían hacerlo en tan solo 45 días y proporcionar cientos de millones de dosis a partir de febrero de 2022.