Juancito, agrandado con el séptimo Balón de Oro, dice que todo bien con el Diego (al que no vio jugar) pero Messi es el más grande de todos, que los números lo demuestran, que hizo más goles que nadie, dio más pases de gol que nadie, ganó títulos de todos los colores y batió todos los récords que se puedan imaginar.
Juan dice que todo bien con Messi (al que no ve todo lo que pudiera), pero el más grande de todos fue, es y será siempre Maradona y tira con el Mundial '86, el tobillo hinchado del '90, los goles a los ingleses, los títulos con el Napoli, el amor incondicional de la gente antes, durante y después de los campeonatos ganados.
Juancito dice que nadie, ni siquiera Maradona estuvo tanto tiempo en la cumbre, en la cresta de la ola, que hay que ser enorme para ganar todo un año y volver a ganar todo al siguiente y no relajarse nunca. Juan dice que eso de la permanencia es relativo, que nadie como Diego fue capaz de caer y levantarse tantas veces, que en eso también es insuperable.
Cuando la discusión se empieza a embarullar, Juancito habla de la pilcha de Messi en la entrega del balón de oro. Juan retruca con el tapado blanco del Diego. Juancito dice "Messi" y levanta los brazos, agacha la cabeza y los baja a modo de reverencia. Juan canta: “Maradoooo, Maradoooooo”.
Juancito y Juan nacieron en un país raro en el que todo está en discusión y en disputa; los dos crecieron en el mismo suelo que vio nacer a dos de los mejores futbolistas de la historia; Juan y Juancito son orgullosamente argentinos, el mejor y el peor país del Mundo...