Una amiga abogada me dijo una vez, hablando por lo bajo de un profesor que tuvimos en una maestría, “pero este chico tiene una posición muy chirle respecto de lo que son los derechos humanos”. Me hizo reír mucho. No por lo que decía, que en realidad era lo cierto, sino por la forma en que lo decía. Le dije: “Me encantan tus metáforas de ama de casa”.
Chiste, chiste, y elecciones de por medio, “este chico” quedó de ministro de la provincia. En fin, como me dijo mi amiga, era un chirle. No duró mucho en el cargo, pero, hasta ahí llegó con eso.
Se le dice chirle a una masa que no tiene la suficiente consistencia, algo que no es ni fu ni fa, ni chicha, ni limonada. Si la querés amasar, se te pegotea en las manos y es imposible, porque le falta harina, que tampoco llega a ser lo suficientemente líquida. En fin, no es ni masa del todo ni tampoco líquido, pero, sin embargo, llega a ser una masa de tipo pastosa que se adapta a la forma del recipiente que la contiene. .
No es la famosa sustancia líquida de Zygmunt Bauman (ni el capitalismo líquido ni el amor líquido ni ninguno de los líquidos que el filósofo polaco predica como propios de la modernidad), pero tampoco llega a ser la masa de los tallarines caseros de la abuela, ni la de la pizza casera. Dicho sea de paso, ayer me hice una fugazzeta casera, eso sí que era un poema.
Lo chirle se adapta a la forma, no se puede amasar, pero no llega a ser una pasta líquida, o sea, hablando en criollo, se adapta “pero no tanto”, por lo cual no le cuesta mucho pasar a ocupar alguna otra forma que ande vacía por ahí.
Mi tío, Jorge Miranda, que era defensor general (es decir de los pobres, los incapacitados y los ausentes) en tribunales, sostenía que los argentinos (se pasó la vida tratando de encontrar el famoso “gen” argentino que nos hace únicos en el mundo) éramos “falsiformes”, palabrita que se inventó con todo su arte, que dicho sea de paso, además de abogado fue un artista excepcional (eso sí, rompía todo lo que hacía porque no había nada que le conformara, cosa que hice muchos años con mis escritos), diciendo que los argentinos teníamos una forma lo suficientemente falsa como para poder adaptarnos a todos los envases. ¿será así, che? Mierda… ¡Que venimos jodidos!
En esta encrucijada post electoral en donde hubo partidos políticos que sacaron muchos votos pero no llegaron a los cargos, en donde hubo gente a la que le fue pésimo, y en donde sobran candidatos electos con caras bonitas del tipo junior que saltaron de las pantallas de la tele al congreso sin etapas intermedias, en donde Cristina planteó en una carta reciente los dimes y diretes del pago de una deuda externa que nadie eligió tener, salvo el gobierno anterior, que, parece y si seguimos así, también va a ser el próximo, en donde el peronismo en muchísimos años perdió la mayoría en la cámara de senadores, en donde hubo candidatos que hicieron campañas electorales aberrantes y berretas, sin ningún tipo de sustancia ni ideológica ni política, cabe preguntarse; ¿es la política una forma de oportunismo económico? ¿una forma de lograr el bien común? ¿una forma de acomodarse lo mejor que cada uno pueda?
Basta comparar los sueldos de los senadores, concejales y diputados, más los gastos reservados y los viáticos con los sueldos de un ciudadano común (si este ciudadano tiene la dicha de tener un sueldo) y salta una diferencia abismal.
Es sabido que existe la crisis de representatividad de los representantes democráticos en las repúblicas en todo el mundo, pero, en nuestro país, esto parece un caldo de cultivo para muchos oportunistas que saltan de la tele al congreso sin etapas ni fisuras.
Recuerdo cuando murió el marido de Mirtha Legrand, que tuve muchas pacientes que lloraban como si se les hubiera muerto realmente el marido a ellas. Cómo vendió Chiquita con esa muerte no tuvo nombre.
También cómo vendió la muerte de Maradona que todavía sigue vendiendo más y más, con sus dimes y sus diretes.
Las familias entienden que el que está todos los días en el televisor, en el living o en la cocina pasa a formar parte de esa familia, entonces, hay que confiar en él. Si no, pregúntenle a Alberto Migré que nunca se cansó de producir novelas. O al chueco Suar que también hizo lo suyo en la tele.
En este sentido, es muy triste que los políticos de carrera hagan agua con estos nuevos formatos electoralistas, donde nadie plantea ni plataforma política ni plan de gobierno ni ideología alguna: son tal o cual frente juntando a los que se pueda para ver si en una de ésas tenemos suerte.
La famosa grieta, fogoneada desde algunos medios, hizo unos rejuntes de gente inadmisibles en otras épocas.
¿O no?
Siempre existió la dualidad entre los gorilones y el resto del mundo, es sabido, entre morenistas y saavedristas (desde mayo de 1810), entre vendepatrias y patriotas auténticos.
Pero los chirles parecen acomodarse bien, para eso tienen esa consistencia, los falsiformes también, se adaptan a cualquier envase que los contenga, pero ¡guarda!, en cualquier momento se pueden ir a un envase que les convenga más, un envase de formato televisivo, de fórmula preelectoral, de conglomerado político.
Eso sí, ¿sabrán hacer política?
O eso, como todo en esta vida ¿vendrá con el tiempo?