Si la comunicación y política son caras de una misma moneda en sociedades democráticas, al decir del colega Washington Uranga en un artículo de hace unos días atrás, es importante la comprensión de una convocatoria amplia en el campo comunicacional de Argentina en este tiempo que permita, entre otras cosas, articular saberes y quehaceres comunicacionales puntuales, sumando voces, sueños y proyectos.
Convocar en el sentido de una voluntad política de cambio clara, desde el Estado, donde la sola llamada de nuevos actores, organizaciones de la sociedad civil, organizaciones del campo de la fe y espiritualidad y otras provoque el movimiento necesario donde ideas, trayectorias y perfiles de trabajo se reconozcan, se visualicen y claro, puedan empoderarse. Para esto es necesario una ley de medios que se haga vigente desde organismos ya creados para garantizar su funcionamiento pleno.
Articular como maniobra clara y explícita de hacer de esa voluntad política, un nuevo mapa de acción donde el tejido de acción no esté limitado a acciones individuales o enmarcadas en procesos de personalismos momentáneos, sino que entreteja elementos impensados, otros esperados y particularmente alentando la conformación conjunta de ese pensamiento plural y diverso tantas veces reclamado por distintos sectores de la sociedad.
Sumar voces en consonancia con una constante ampliación de derechos que reste privilegios decididamente a sectores comunicacionales monopólicos siempre favorecidos. Esto es un reclamo a sostener en el tiempo con fuerza profética, dirá un teólogo contemporáneo latinoamericano, esta es una bandera que no se puede dar por perdida o simplemente bajar y ocultar de la mirada; perder la aplicación plena de la ley 26.522 (de Servicios de Comunicación Audiovisual) –vaciada de contenido durante el gobierno de Mauricio Macri-, una ley que permita finalmente fortalecer un sistema de medios más fuerte, diverso y democrático.
Este tiempo pos pandémico se puede llevar todo lo imaginado, no solo el terror de una economía más frágil aún y casi devastada, sino también, la pérdida de sueños y proyectos esperanzados que, en aún en profundas crisis terminales deben estar como utopía necesaria que alimente los deseos colectivos. Estamos en una situación de empobrecimiento crítica donde no solo hace falta el plato de comida en cada mesa para cada habitante del país y de América Latina, hace falta sueños y proyectos que imaginen una futuro donde nadie quede atrás.
Entendemos desde distintos espacios comunicacionales que conjugan espiritualidades diversas y acciones concretas en favor de una vida democrática con una ampliación cierta de derechos para todas y todos, como la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana en América latina – WACC por sus siglas en inglés ) y la Agencia Ecuménica de Comunicación para América latina y Caribe – (ALC Noticias ) que la comunicación en tanto acción ligada ineludiblemente a la política debe tener una visión prospectiva (del latin,“Prospicere” mirar lejos, tal como proponen autores como M. Godet, W. Uranga, A. Merello y otros), debe poder plantear sueños y proyectos hacia delante que nos ayuden a crear un presente solidario, dinámico y participativo.
Convocar, articular, sumar voces en todo caso son acciones que se sueñan en ese mirar lejos pero es justamente ese sueño colectivo, el creador de un presente emancipatorio de lo que hoy nos pasa.
Una intervención comunicacional que aparece disociada de otras acciones en las instituciones de un país, simplemente no es una intervención, ya que carece de su voluntad política de querer cambiar algo en el presente. Si no hay planteo de cambio en el presente el mayor peligro que avizoramos es que no hay sueños creadores que imagen futuros posibles o en todo caso, algunos pocos están soñando para su beneficio propio y generando la ingenua quimera, de que todas y todos pueden participar. Es tiempo de soñar, es tiempo de convocar…
*Presidente de la WACC en América Latina, Director Ejecutivo de la Agencia Ecuménica de Comunicación en América Latina y Caribe (ALC Noticias), presbítero de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina.